miércoles, 25 de marzo de 2009

UN ÁRBOL CRECE EN BROOKLYN, de BETTY SMITH


Tenía buenas referencias de UN ÁRBOL CRECE EN BROOKLYN, esperaba un gran libro, y después de leerlo he de decir que no me ha arrebatado. Me ha parecido una novela correcta, eso sí. Quizá demasiado larga. Un detalle tonto es lo poco que ayuda la cursilísima imagen de NORMAN ROCKWELL de la sobrecubierta (he leído la edición de Lumen, 2008) que es lo primero que uno encuentra y, al menos a mí, ya me puso un poco en guardia.

UN ÁRBOL CRECE EN BROOKLYN cuenta el proceso de maduración de Francie, su paso de niña a mujer. Con ese hilo argumental, BETTY SMITH reconstruye la vida de la familia Nolan (descendientes de emigrantes y muy pobres, aunque no míseros) en Brooklyn durante las dos primeras décadas del siglo pasado. La protagonista es una niña, Francie, que crece a medida que avanza la historia: comienza con 10 años y acaba cuando tiene casi 17. El narrador nos cuenta su vida y la de la gente que le rodea: su hermano Neely (Cornelius, toma ya!), sus padres Johnny y Katie, sus tías, sus amigos, la gente del barrio ... Francie, espabilada y atenta a lo que pasa a su alrededor, va poco a poco descubriendo su gusto por las palabras, por los libros, su vocación de escritora. Tiene un serio empeño por adquirir educación, formación, cultura, pero las circunstancias no se lo ponen siempre fácil, quizá por ser mujer y por ser lista.

UN ÁRBOL CRECE EN BROOKLYN se trata de un texto amable, pero con poca fuerza, sin tirón. Es verdad que tiene momentos entrañables, momentos divertidos y momentos enternecedores. Pero le falta algo: funciona muy bien en algunas partes, pero el conjunto no es redondo. BETTY SMITH dibuja magníficamente los personajes, los disecciona y lo hace con detalle, con gracia y con cariño. Pero quizá son las circunstancias que les rodean lo que falla: nada consigue dar impresión de autenticidad, todo es un poco falso, sin peso, como un barniz. Uno está esperando que el libro despegue en cualquier momento, pero no hay manera.

En cuanto a la técnica, es un texto bien escrito que se lee bien, dato que habla a su favor porque ya dije que no es un libro breve. En algunos momentos el lector tiene la impresión de estar leyendo relatos cortos concatenados –cada uno de los capítulos del libro, o a veces varios seguidos- con los mismos los mismos protagonistas pero ciertamente autónomos.

UN ÁRBOL CRECE EN BROOKLYN aborda un tema interesante, la educación como camino para abrirse camino en la vida, hacia una existencia mejor, pero –siento insistir- tampoco termina de desarrollarlo con fortuna: se vuelve a quedar un punto corto, el proceso no convence.

UN ÁRBOL CRECE EN BROOKLYN es, a pesar de todo lo dicho, una novela que a muchos les –nos- hará disfrutar, aunque sólo sea por lo positiva y esperanzada que resulta: muchas veces necesitamos descansar en libros que nos alejen un poco de las rarezas de tanta literatura de moda.

En algún momento de la lectura me vino a la cabeza MI ÁNTONIA, de WILLA CATHER, también mujer y también norteamericana: una novela que siendo igual de sencilla –más, incluso- y de amable que UN ÁRBOL CRECE EN BROOKLYN, es una historia en la que te quedas enganchado, que coge, una historia que vives. Lo mismo que le pasa, por cierto, a todo lo demás que he leído de CATHER: una autora muy recomendable.

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