lunes, 31 de octubre de 2011

CABECERA DE OCTUBRE DE 2011: ANTONÍN SLAVÍČEK Y LOS MUSEOS DE PRAGA

Durante el mes de octubre de 2011 la cabecera de selecciónARTE ha sido un detalle de BOSQUE DE ABEDULES, de ANTONÍN SLAVÍČEK. Óleo sobre lienzo pintado en 1897, mide 91 x 115 cm. y se encuentra en el VELETRŽNÍ PALÁC, una de las sedes de la GALERÍA NACIONAL en PRAGA.


Durante mi estancia en PRAGA visité algunos museos. No muchos, y con la idea clara de ver lo específico del sitio donde me encontraba: creo que ya he comentado en otra ocasión que me he perdido obras maestras que me hubiera encantado ver, pero cuando uno tiene poco tiempo hay que elegir, y yo elegí lo checo. Sinceramente, pienso que acerté.

Antes de referirme a los museos, un comentario previo. Normalmente cuando vamos a un museo o a una exposición, sabemos qué vamos a ver, o a quién: Paisajes Romanos, Francis Bacon, Antonio López … En la cabeza tenemos ya mucho contexto que, querámoslo o no, va a condicionar nuestra forma de mirar. En mis vistas praguenses esto no pasaba: no sabía qué habría en los museos, y no me sonaban apenas ninguno de los nombres de los artistas colgados en las paredes. He podido ver mucho sin condicionante previo, y eso es una maravilla. Además, casi todo lo que he visto me ha parecido muy interesante. CLAUDIO MAGRIS dice en EL INFINITO VIAJAR que quizá el mejor museo sería un almacén sin pretensiones, excepto la de dar la posibilidad a cualquiera de ir a ver qué le gusta en ese momento. Así a palo seco puede parecer una simpleza (no lo es), pero en cualquier caso refleja bien esa libertad a la que me refiero, libertad de mirar y de valorar sin pre-juicios, libertad de aplaudir o rechazar sin miedo a contradecir a los expertos o a la moda. En algún momento pensé dedicar una entrada de selecciónARTE a cada uno de los museos que visité. Finalmente he decidido no hacerlo, pero no me resisto al menos a citarlos: en ninguno de ellos están los grandes grandísimos del arte, pero uno –yo, desde luego- disfruta y aprende una barbaridad.



Ya he hablado en selecciónARTE del MUSEO DEL CUBISMO CHECO (MUZEUM ČHESKÉHO KUBISMU) en la CASA DE LA VIRGEN NEGRA (DŮM U ČERNÉ MATKY BOŽÍ): no hay que perdérselo.


Me resultó interesantísimo el PALÁC VELETRŽNÍ del que hablaba al principio (allí está la cabecera de este mes de octubre). Tanto el continente, un edificio racionalista de cierto interés, como el contenido, valen la pena: alberga unas colecciones fantásticas de arte moderno y contemporáneo (siglos XIX, XX y XXI), checo y europeo.



También vale clarísimamente la pena el MUSEO DE ARTE BOHEMIO DEL SIGLO XIX, instalado en el MONASTERIO DE SAN JORGE (KLÁŠTER SV. JIŘÍ), dentro del CASTILLO DE PRAGA. Además, dentro del CASTILLO se puede ver la GALERÍA DE PINTURAS DEL CASTILLO DE PRAGA, que –aunque cuenta con alguna obra notable- en mi opinión tiene mucho menos interés, el MUSEO DE LA HISTORIA DEL CASTILLO DE PRAGA, muy entretenido, y por supuesto la CATEDRAL DE SAN VITO, de la que quizá hablemos en otra ocasión.



Y, como no, el MUSEO de ALPHONSE MUCHA (MUCHOVĚ MUZEUM), un recorrido por la vida y la obra del gran ilustrador, diseñador y pintor Art Nouveau checo (en el que falta, por desgracia, la gran ÉPICA ESLAVA, que debe ser una obra de primera magnitud …).

miércoles, 26 de octubre de 2011

MANHATTAN TRANSFER, de JOHN DOS PASSOS

Hace años –muchísimos años- leí AÑOS INOLVIDABLES, donde JOHN DOS PASSOS relata sus años de juventud. Es un libro del que guardo un recuerdo estupendo, y en su día –estaba haciendo la carrera- me pareció de lo más inspirador. Si hoy lo releyera no sé si me diría lo mismo que entonces o no, pero la realidad es que no había leído nada más de DOS PASSOS y tenía ganas de hacerlo, así que me lancé con MANHATTAN TRANSFER.

Me ha resultado una novela desconcertante, difícil de seguir. La definiría como una colección gigante de imágenes, un conjunto de relatos personales entrecuzados, siempre con la ciudad de Nueva York como escenario. Las historias de cada uno de los personajes funcionan como piezas sueltas, que en ocasiones se relacionan y otras veces no tienen nada que ver. Es verdad que hay un puñado de protagonistas (especialmente Ellen Tatcher y Jimmy Herf) que aparecen con mucha frecuencia y a quienes resulta fácil distinguir, pero también hay otros que uno no sabe bien quiénes son ni de dónde salen: aparecen y desaparecen como el Guadiana. Además, en general las historias nos cuentan fracasos, son tristes y poco esperanzadas.

He tardado mucho en leer MANHATTAN TRANSFER, quizá porque no he sentido esa urgencia que algunas historias a veces provocan; y desde luego no tiene nada que ver con mi recuerdo de AÑOS INOLVIDABLES. Pero aún así me ha parecido interesante, y me alegro de haber dedicado a MANHATTAN TRANSFER el tiempo que le he dedicado: es una obra singular y realista, que refleja bien la situación de una sociedad, la americana de principios de siglo XX, y una ciudad, Nueva York.

Un factor que seguro ha influido en esta sensación extraña es la forma de leer: he utilizado un e-book, y en un texto tan complejo, que necesita –o al menos yo he necesitado- rebuscar nombres, retroceder de vez en cuando, repasar situaciones y escenarios, el libro electrónico se lo pone francamente difícil al lector. Así como otras historias más lineales se leen estupendamente en la pantalla, esta no, desde luego: pienso que hay que hacerlo a la clásica, en el entrañable papel de toda la vida que tantas ventajas sigue teniendo.

Como no tengo portada para ilustrar la entrada (el e-book tiene estas cosas), en lugar de buscar una cualquiera en la red la acompaño de algunas fotografías de Manhattan en la época en la que se escribió el libro, los años ‘20: Nueva York era ya entonces una señora ciudad.



martes, 18 de octubre de 2011

SESENTA Y CUATRO VIVIENDAS DE PROTECCIÓN PÚBLICA EN EL ENSANCHE DE VALLECAS, de RUEDA PIZARRO ARQUITECTOS




Tenía alguna referencia del edificio que los arquitectos ÓSCAR RUEDA y MARÍA JOSÉ PIZARRO habían construido en el Ensanche de Vallecas para la EMV, y me acerqué a verlo. Ya habíamos comentado en selecciónARTE otro edificio del estudio RUEDA PIZARRO: aquel que está junto a la Estación de Atocha y que confundí con uno de JAVIER CARVAJAL.


La verdad es que, a pesar de su imagen singular, esta obra de RUEDA y PIZARRO no me dijo mucho. Quizá lo más patente –junto con las pendientes y contrapendientes de la fachada, y el verde de los huecos, asuntos obviamente patentes- sea la búsqueda de buenas orientaciones para los locales principales, sin conformarse con una distribución repetida facilonamente: apertura de huecos grandes para locales grandes hacia el sur, y de huecos pequeños para locales pequeños hacia las otras orientaciones.


Copio, en cualquier caso, el comentario que hacen los propios autores (no tengo seguridad de que sea suyo, pero está escrito en primera persona) y la representación gráfica del proceso que explican: “Pretendemos establecer un compromiso entre el respeto riguroso de las reglas del juego urbanístico (una volumetría de manzana cerrada absolutamente preconfigurada) y el estudio en profundidad de la misma para encontrar los resquicios que permitan dotar de identidad al volumen arquitectónico. Establecemos una serie de operaciones en el sólido capaz dado por la normativa que pretenden conseguir unas viviendas con un mayor confort climático, térmico y lumínico. Primero, el volumen se desocupa en la fachada noreste para conseguir la mayor superficie posible de fachada con buena orientación (sur) y ajustar el exceso de edificabilidad. Luego, se baja la altura de la fachada sur y se crea un plano inclinado para conseguir un mayor soleamiento en las fachadas menos favorables. La planta baja se retranquea 2.85 metros para salvar el chaflán y crear un espacio ajardinado previo que permite tener una mayor privacidad en las viviendas situadas en planta baja. Finalmente, de la planta sexta a la octava se inclina la fachada, configurando una envolvente continua que resuelve el problema de los áticos retranqueados y el chaflán de planta baja de la misma manera.”

Me surge la duda de la oportunidad de una operación formal tan significada en un edificio que completa una manzana cerrada: aparecen unas diferencias de alturas y unos vacíos y unos cuchillos que tal vez no concuerden demasiado con el punto de partida, aquel respeto riguroso de las reglas del juego urbanístico (una volumetría de manzana cerrada absolutamente preconfigurada). Quizá en un edificio exento esta operación y su forma final resultarían más adecuadas.
Aquí dejo aquí algunas fotografías más, aunque tampoco añaden demasiado ...

martes, 11 de octubre de 2011

DOS LIBROS DE VIAJES: EL INFINITO VIAJAR, de CLAUDIO MAGRIS + IMÁGENES DE PRAGA, de JOHN BANVILLE

De manera habitual, cada libro que leo y me parece interesante tiene una entrada propia en selecciónARTE. En cambio, hoy comento dos libros, porque los he leído en paralelo –cosa que hago pocas veces: no suelo leer simultáneamente dos libros del mismo estilo y temática similar- y tienen algunas cosas en común, así que puede ser buena idea hablar de ellos a la vez.

Cuando comenté EL DANUBIO, ELENA me recomendó que leyera EL INFINITO VIAJAR: si me había gustado el primero pensó que también me gustaría el segundo (acertó); lo compré antes de irme a PRAGA, pero quedó encima de la mesa. Después cayó en mis manos EL MAR: ya dije que no conocía al autor, pero investigando vi que había escrito IMÁGENES DE PRAGA, y lo busqué hasta que me lo prestaron. Los dos me apetecían, así que los arranqué a la vez para ver cuál se imponía: la realidad es que ninguno se impuso, y han corrido en paralelo hasta el final.

El libro de MAGRIS me ha parecido mejor que el de BANVILLE, aunque los dos tienen interés, especialmente para los que nos gustan los libros de viajes. EL INFINITO VIAJAR es una recopilación de artículos publicados por MAGRIS en el CORRIERE DELLA SERA, ordenados geográficamente: recorre Europa desde Tielmes (sí, nuestro Tielmes, a dos pasos de Madrid) hasta Noruega, y al final añade unos capítulos dedicados al medio y lejano oriente; como en EL DANUBIO, allí por donde el autor pasa nos va contando del sitio, de las gentes que lo habitan, de su historia y de su cultura: no tienen tanta calidad como EL DANUBIO, pero tampoco se queda corto, resulta casi siempre interesante y enriquecedor.

IMÁGENES DE PRAGA nos cuenta los recuerdos que BANVILLE conserva de sus viajes a PRAGA, que son ya unos cuantos, y al hilo de esos viajes nos descubre la ciudad y sus personajes. Algunos son muy conocidos: el fotógrafo SUDEK, los emperadores CARLOS IV y RODOLFO II (¿le recordáis retratado como Vertumnus?), los astrónomos TYCHO BRAHE y KEPLER; otros, en cambio, son gente normal de PRAGA –muchas veces escritores o profesores entre los que BANVILLE se mueve- que han vivido (¿o debo decir sufrido?) los avatares más recientes de la historia de la ciudad.

¿Qué tienen en común los dos libros? Para empezar, lo más obvio: los dos son libros de viajes. Además, en los dos recorremos la ciudad de PRAGA, a la que MAGRIS dedica un par de capítulos. Y por si eso fuera poco (mucho no es, la verdad), BANVILLE nos cuenta un encuentro con MAGRIS, con quien coincide en una reunión en PRAGA y en la que el italiano presenta a EDUARD GOLDSTÜKER al irlandés. También hay otro aspecto que me ha llevado a relacionar los dos textos, pero no es una similitud, sino una diferencia: en un caso comparto las ideas –al menos casi todas las ideas- del autor, y en cambio en el otro no coincido nada –o casi nada- con sus opiniones. Me ha interesado mucho lo que cuentan los dos, me parecen apasionantes el propio viaje, la historia o la cultura que van saliendo al paso, pero cuando buscan una interpretación que explique los sucesos, la cosa cambia. MAGRIS es sutil, sus opiniones son matizadas, muchas veces resultan sugerentes, y aunque a veces el lector no está de acuerdo con lo que lee, suele encontrar margen para pensar. En cambio, BANVILLE cae en el tópico con mucha frecuencia, repitiendo ideas manidas y en mi opinión rancias, estereotipadas; pretende ser cáustico y resulta vulgar. Además, hay en el texto (indudablemente bien escrito) un excesivo compadreo en el tono, que acaba siendo, en mi opinión, poco apropiado. Una lástima, porque siendo un libro interesante, IMÁGENES DE PRAGA no me ha parecido ni mucho menos redondo (EL INFINITO VIAJAR tampoco lo es, pero le saca muchos cuerpos de ventaja …).

martes, 4 de octubre de 2011

LA VILLA MÜLLER, de ADOLF LOOS, ARQUITECTO, en PRAGA

Ya he comentado en selecciónARTE que uno de mis objetivos en PRAGA era visitar la VILLA MÜLLER, un edificio emblemático del arquitecto ADOLF LOOS.

Hay muchas y buenas biografías de ADOLF LOOS disponibles, así no me voy a alargar copiándolas aquí (el retrato de arriba es de OSKAR KOKOSCHKA, pintado en 1909). En cualquier caso, para situar el edificio dentro la producción del arquitecto interesa saber que LOOS nació en Brno 1870 y murió en Viena en 1933, y que proyectó y construyó la VILLA MÜLLER entre 1928 y 1930: es, por lo tanto, una obra de plena madurez.

Arquitecto contemporáneo previo al movimiento moderno, no podemos identificar a LOOS con el racionalismo, aunque en algunos aspectos pueda parecer que sí. Es verdad que la imagen exterior de sus edificios se asemeja a la de los racionalistas, pero ni siquiera esa imagen Loosiana responde del todo a las ideas racionalistas. Si hubiera que definir en tres pinceladas la arquitectura de LOOS, habría que hablar de ORNAMENTO Y DELITO; de RAUMPLAN; y de vida hacia el interior del edificio: abomina de la decoración superflua; defiende que lo importante son los espacios, señalando que la singularidad de cada local –su uso, su importancia- se debe refleja en su volumen (utilizando sus propias palabras, “Mi arquitectura no es concebida por los dibujos, sino por los espacios. No dibujo plantas, fachadas o secciones: para mí, la planta baja o el primer piso, no existen. Sólo hay espacios continuos interconectados, habitaciones, salones, terrazas ... Cada espacio necesita una altura diferente. Estos espacios están conectados de manera que el ascenso y descenso no sólo son imperceptibles, sino que al mismo tiempo resultan funcionales.”); y se empeña en conseguir espacios interiores de gran calidad ambiental frente a unos exteriores sobrios y funcionales.


La VILLA MÜLLER ejemplifica a la perfección estos planteamientos. El exterior está concebido como un volumen paralepipédico muy sencillo, blanco, que contrasta notablemente con los edificios de su entorno (la VILLA está situada en STŘEŠOVICE, un barrio residencial por encima de HRADČANY al noroeste de PRAGA lleno de casitas fin & principio de siglo); únicamente llaman la atención los huecos de las ventanas, tanto por su falta de orden como por su carpintería pintada de color amarillo. En el interior nos sorprenden los espacios, cada uno con su tamaño preciso: un estrecho pasillo de entrada en color aguamarina nos lleva al vestíbulo de acceso, pequeño y bajo, y desde aquí –subiendo por una corta escalera- accedemos al gran salón, con su impresionante doble altura, sus vistas, sus imponentes materiales (incluso su singular mobiliario, hoy discutible …). Y desde el salón pasamos –o mejor, subimos de nuevo- al comedor que se vuelca sobre el salón, al boudoir de la señora MÜLLER, al despacho del señor MÜLLER, a su dormitorio o al de los niños, al cuarto chino y a la terraza. Son espacios que se van encadenando mediante cambios de alturas y se van relacionando mediante huecos que se abren de unos a otros (hay que reconocer que es un poco el festival del peldaño: para gente mayor no queda más remedio que utilizar ascensor, aparato instalado desde el principio en la VILLA, por supuesto …). No se trata, de todas maneras, de espacios realmente continuos que fluyen de unos a otros: el visitante –el visitante un poco experto- descubre enseguida que no estamos ante una obra realizada con los parámetros de LE CORBUSIER, ni mucho menos de MIES VAN DER ROHE (estoy pensando en el PABELLÓN DE BARCELONA, porque por desgracia no pude visitar la VILLA TUGENDHAT, en Brno: está cerrada por obras hasta primavera del año que viene). En LOOS, cada local es claramente distinto del anterior y del siguiente, tiene unos límites perfectamente definidos: se relacionan pero no se confunden, ni mucho menos se funden.


Y, por fin, el tratamiento de los interiores, exquisito: los propios materiales, cuidados hasta el extremo, dan calidad y calidez a la vivienda; maderas y mármoles se combinan con mobiliario y tapicerías para conseguir ambientes ricos o acogedores, representativos o domésticos, familiares o de trabajo.

La historia del edificio es ajetreada, paralela a la del país: sin entrar en detalles, baste decir que después del ‘48 en ella vivieron varias familias, a partir del ’51 -año en el que la VILLA es declarada Monumento Cultural de la Republica Checoslovaca- fue utilizada por como archivo del Comité Central del Partido Comunista Checoslovaco, y en 1995 pasó a formar parte del Mueso Municipal de Praga, que se encargó de restaurarla con gran fidelidad al proyecto de LOOS.

Respecto a mi visita, diré que para visitar la VILLA MÜLLER antes hay que concertarla por e-mail o por teléfono. Yo envíe un correo nada más llegar a PRAGA, y me contestaron enseguida diciendo que en la fecha que yo proponía no era posible el tour en inglés (en checo ni se me ocurriría intentarlo); así que pedí a un amigo checo que llamara para intentar aclarar el asunto: me propusieron hacer la visita esa misma tarde, y acepté (más vale pájaro en mano ...). Como ninguno de mis colegas de viaje estaba animado a ver la VILLA MÜLLER (luego se arrepintieron, claro), salí hacia allá a primera hora de la tarde y llegué con unos minutos de adelanto; la puerta estaba rigurosamente cerrada y tuve que llamar a un telefonillo para entrar, un caballero de seguridad salió hasta la calle para hacerme pasar, y después de pagar 400 coronas (más o menos 20 €, la visita más cara que hice en PRAGA), me pidieron que esperara en el vestíbulo. Supuse que llegaría enseguida el resto del grupo, pero sólo apareció una simpática guía que me anunció que yo era el grupo (como FEZZIK es la Brigada Brutal) y comenzamos a recorrer los dos solos la VILLA de una punta a otra. Extraño, pero a la vez maravilloso: una experta dispuesta a explicarme todo aquello, contestando las mil preguntas que se me ocurrían, y enseñándome con detalle cada rincón de la casa y del jardín. Una hora estuvimos allí, 400 coronas estupendamente invertidas. Eso sí, una vez que atravesé la puerta de la calle no pude sacar una sola fotografía: pregunté en caja nada más entrar, y me dijeron que para hacerlo debía pagar 10.000 coronas (400 € aproximadamente): como hablábamos en inglés, pensé que había entendido mal, y repregunté; la mujer me señaló un rótulo, donde efectivamente decía que para hacer fotos dentro del edificio había que pagar 10.000 coronas (y sólo 4.000 para hacerlo en el jardín), y añadió que podía comprar postales o un libro ... Cuando ahora lo pienso vuelvo a suponer un mal entendido, por absurdo. Me parece una decisión realmente inapropiada, en mi opinión una forma equivocadísima de ganar dinero que sólo consigue dejar al visitante –no muy abundante, normalmente experto, y que ya ha desembolsado una cantidad notable para entrar- con mal sabor de boca. Lógicamente, las fotos de interiores que acompañan esta entrada no las he sacado yo (están escaneadas del folleto que me entregaron junto con la entrada), y me parece que dicen poco de la VILLA MÜLLER. Las del exterior están hechas desde la calle (y con malísima suerte, por cierto: no sé por qué misteriosa razón muchas de las que hice esa tarde están ligeramente desenfocadas).


A pesar de estas extrañas decisiones de sus gestores, la VILLA MÜLLER es un edificio magnífico, que recomiendo a cualquiera que tenga interés por la arquitectura: en su sitio web se puede investigar más, y concertar la visita.

Hay en PRAGA otra villa de ADOLF LOOS, la VILLA WINTERNITZ. No es visitable, pero me acerqué a verla al menos por fuera. Está en SMÍCHOF, al sur-oeste de la ciudad, en la calle Na Cihlářce, 10 (anoto la dirección por si alguno está interesado en llegar: la que yo llevaba desde Madrid estaba ligeramente equivocada, con una errata en el nombre de la calle que la hacía irreconocible, así que tuve que hacer cierto ejercicio de búsqueda en el callejero hasta dar con ella).