domingo, 30 de junio de 2013

LA MEJOR ARQUITECTURA MADRILEÑA DEL SIGLO XX, VI: LA IGLESIA DE SAN PEDRO MÁRTIR EN EL TEOLOGADO DE LOS DOMINICOS, de MIGUEL FISAC, ARQUITECTO


Durante el mes de junio de 2013 la IGLESIA DE SAN PEDRO MÁRTIR construida por el arquitecto MIGUEL FISAC entre 1955 y 1960 como parte del TEOLOGADO DE LOS DOMINICOS, ha ocupado la cabecera de selecciónARTE.


Pienso que las obras que he ido seleccionando como LA MEJOR ARQUITECTURA MADRILEÑA DEL SIGLO XX durante los cinco primeros meses de año han sido, digamos, incontestables: hay bastante unanimidad entre los profesionales de que se trata de obras de primerísima calidad e interés. Esta, en cambio, podría plantear más dudas. Sé que entre los edificios madrileños de FISAC muchos opinan que es mejor el CENTRO DE ESTUDIOS HIDROGRÁFICOS (1959/60) que la IGLESIA DE SAN PEDRO MÁRTIR. Puede ser. Mi problema es que no conozco el CENTRO DE ESTUDIOS HIDROGRÁFICOS, así que he preferido utilizar una obra bien conocida y de indudable calidad, aunque pueda haber otras mejores del mismo autor realizadas en las mismas fechas.


La FUNDACIÓN MIGUEL FISAC explica así el conjunto del TEOLOGADO e IGLESIA:

Esta obra de Miguel Fisac es una de las más reconocidas y difundidas a nivel internacional, debido en parte a la espectacularidad del interior de su iglesia, pero también al hecho de hallarse al borde del transitado acceso a Madrid por la carretera de Francia, donde la esbelta torre destaca en medio de un paisaje árido que con los años se ha ido llenando de edificios. Los Padres Dominicos, que ya habían encargado a Fisac el colegio de Valladolid, le piden para este lugar aislado y con cierta pendiente, entre la carretera y el arroyo de Valdebebas, un convento con iglesia en el que han de convivir los padres profesores con los teólogos jóvenes y los estudiantes de teología, pero haciendo vida independiente excepto en el encuentro que se produce en las aulas, el refectorio y la iglesia. Como en el instituto de Daimiel y en el Centro de Profesorado, el método empleado es el de la articulación libre de piezas con uso diferenciado, que aquí se enlazan de nuevo mediante porches que conforman claustros, a veces abiertos, y que aprovechan la movida topografía del terreno para combinar edificios de dos, tres y cuatro alturas. Todo el conjunto tiene disposición ortogonal y se ordena hacia el fondo, colocándose en primer lugar el pabellón de profesores, en segundo plano los padres jóvenes, y al final los estudiantes o coristas, pues forman parte del coro. Entre los dos primeros bloques se desarrollan las principales actividades del convento, en torno a dos claustros que rodean un jardín paisajista de inspiración japonesa, y allí se encuentran del lado sur las aulas y el salón de actos con su techo de luz cenital regulable, y del lado norte el refectorio, la enfermería y un pabellón contiguo, pero separado, de religiosas. En primer plano y presidiendo todo el conjunto, destaca la pieza de la iglesia para la cual idea Fisac una configuración completamente original y que no se ha vuelto a repetir porque respondía a un problema muy concreto como era el de disponer frente a un altar, pero de forma separada, a los coristas y a los demás asistentes. Tanteando en las posibilidades de convergencia espacial hacia el altar, halla la solución en una planta en "diávolo" formada por dos ramas de hipérbola bajo cuyo dibujo se esconden las asíntotas de una cruz ortogonal y orientada según los ejes del conjunto del convento. El eje de la iglesia está girado 45 grados respecto de la cruz, en cuyo centro se sitúa el altar, de modo que con potente carga simbólica se dirige toda la tensión hacia ese punto, configurado como "axis mundi". A un lado del altar se sitúan los 300 frailes del coro, y al otro los 700 fieles, de forma que se enfrentan pero a la vez distancian por la posición preeminente del altar, elevado sobre siete gradas, y por los muros curvos que comprimen en espacio en el centro pero lo lanzan hacia la potente luz cenital, con el apoyo además, de un cristo que realiza el escultor Pablo Serrano, y que levita suspendido por un haz vertical de finos cables de acero. Los fundamentos del espacio dinámico que después Fisac desarrollará con más radicalidad, ya están patentes en esta iglesia de convexos muros de ladrillo rudo y muy texturado por la llaga rehundida, y techo de madera suavemente curvado hacia el centro, así como la forma de utilizar la luz y el color persiguen el mismo objetivo cinético y adquieren un papel protagonista con decidido "crescendo" hacia el centro. El muro del fondo de la nave, por donde accede el público, está perforado por una retícula de ladrillos vítreos en distintos tonos de azul, así como las ventanas corridas que rematan los muros hiperbólicos fueron diseñadas por el artista José María de Labra, y van pasando de los tonos fríos azulados a los cálidos dorados según se aproximan al altar. En cambio, el fondo del coro es todo él una gran vidriera de tonos rojos, que aluden al martirio de San Pedro y que fue realizada por el vitralista austriaco Adolfo Winterlich, aunque se produjera un desacuerdo entre el arquitecto y el artista a causa de las alteraciones que éste introdujo por su cuenta, al emplear tonos azules para dar mayor riqueza cromática a su obra, pero en detrimento de la rotunda idea de emplear rojos que tenía Fisac. La capilla del sagrario, más baja y de planta cuadrada, es un espacio de recogimiento confiado a intensos tonos ámbar que producen un efecto monocromático y una sensación de misterio. Anexa a la Iglesia y en su vértice más próximo a la carretera, se encuentra una torre formada por 16 pilares de hormigón enlazados mediante una rampa laminar helicoidal del mismo material. Es quizá la torre más singular que hace Fisac, y se remata de forma sorprendente por un prisma virtual concebido como una "nube" de barras dobladas de acero, en cuyo interior brilla por la noche una cruz de neón. Tan escultórico remate es obra del propio Fisac, que compone con cuatro diferentes tipos de codo de acero y con la ayuda de un cerrajero, que fue siguiendo sus instrucciones directas y soldando en continuidad las piezas, una obra que anticipa experimentaciones posteriores de otros artistas sobre la disolución de la forma y el volumen. Esta torre y los muros curvos de la iglesia, con el friso tallado en piedra de la escultora Susana Polack y las vidrieras, son los elementos más destacados del exterior de los edificios pues el resto se basa en una arquitectura de hormigón y paños revestidos del ladrillo hueco con goterón que había patentado Fisac para el Instituto Cajal, muy escueta y pensada con un sentido estrictamente funcional, que según confiesa el autor, realizó sin apenas concesiones formales, pues centró todas sus preocupaciones en los espacios interiores, donde en ese momento depositaba la esencia del hecho arquitectónico. Ese supuesto descuido del que Fisac se lamentaba años después, queda desmentido por la precisión constructiva de todas las piezas, la gran claridad con que se manifiestan las piezas estructurales y las fachadas portantes a diferencia de las de cerramiento o el cuidado dibujo de los diversos pórticos y galerías que configuran el sistema de espacios abiertos y protegidos de la lluvia. Algunos elementos singulares puntúan determinados lugares, como el pórtico de cáscaras curvadas de acceso a la iglesia, la torre citada, el esbelto hiperboloide de revolución del depósito de agua o la admirable escalera torsionada en voladizo que comunica los dormitorios de los profesores con las aulas de la planta baja, realizada como la torre en colaboración con Javier Lahuerta, antiguo compañero de estudios de Fisac, que calculó la estructura -fotografiada universalmente- de una escalera que asciende en voladizo desde el suelo, girando en cuarto de círculo, y cuyos peldaños vuelan a su vez desde la zanca situada en un lateral de los mismos. En esta obra del Teologado, el arquitecto muestra en sus extremos las dos voluntades que animan su obra, entre la búsqueda de una alta tensión expresiva concentrada en los lugares representativos y el rigor funcional y constructivo, sin concesiones formales, de los espacios de uso. Fisac, que tanto había recorrido no sólo el mundo sino el suelo de su país tomando incesantes apuntes, hace en cierto modo una asimilación personal del sentido barroco español, que destaca con su alarde escultórico los puntos de alto contenido simbólico para dejar en un sereno silencio el resto de la arquitectura.



Para los que quieran más información, el sitio web de la parroquia también tiene interés.

lunes, 24 de junio de 2013

CREDO: UNA NUEVA EDICIÓN de LAS EDADES DEL HOMBRE en ARÉVALO (ÁVILA)


Estuve visitando CREDO, la última edición de LAS EDADES DEL HOMBRE, que en esta ocasión se desarrolla en tres iglesias de la localidad de ARÉVALO, en ÁVILA.


Siento decir que me pareció una exposición flojísma. Supongo que a la Iglesia le interesa la muestra desde el punto de vista catequético; que a Arévalo le interesa desde el punto de vista turístico; y que desde el punto de vista de recuperación del patrimonio se trata de una operación inteligente. 


Pero desde el punto de vista artístico hay poco que ver. Por supuesto que algunas obras tienen inetrés (el JUICIO FINAL de la iglesia de San Nicolás de Burgos, el CRISTO RESUCITADO de JUAN DE JUNI, una tabla de BERRUGUETE, el inevitable CRISTO YACENTE de GREGORIO FERNANDEZ ... y desde luego EL PROFETA de PABLO GARGALLO o los santos de VENANCIO BLANCO), pero en general hay mucha segunda fila, piezas que cada vez vienen de más lejos y que tienen menos importancia.


Los dos vídeos que se proyectan son muy poca cosa. Y apenas hay tiempo para ver lo más singular, los frescos de la iglesia de Santa María con ese friso de caras que se reinterpreta en el cartel anunciador de la muestra: enseguida desalojan esa parte del templo para que entre el siguiente grupo. Una pena.

Y, para colmo de males y con todos mis respetos, ARÉVALO no da de sí, no tiene casi nada que ofrecer.

Mi impresión es que la fórmula de LAS EDADES DEL HOMBRE tal cual la vemos en ARÉVALO está agotada: después de 18 ediciones -muchas de ellas espléndidas: el listón está muy alto- no tiene sentido insistir en un más-de-lo-mismo que a todas luces camina cuesta abajo. Así que no queda más remedio que reinventarse ... o morir.

viernes, 14 de junio de 2013

JAVIER CARVAJAL FERRER, ARQUITECTO, IN MEMORIAM


Acabo de enterarme de la noticia -triste noticia- del fallecimiento de JAVIER CARVAJAL FERRER, ARQUITECTO. Así, con mayúsculas: CARVAJAL ha sido, sin ninguna duda, uno de los grandes de la arquitectura española del XX. Un maestro.


A principios de octubre de 2009 comenté algunas cosas sobre CARVAJAL, en una entrada de selecciónARTE que arrancaba confundida. Hoy quiero enmendar aquel error –ya estaba enmendado entonces- y traslado aquí, ligeramente retocado, lo que escribía entonces …



Tuve la suerte de ser alumno de JAVIER CARVAJAL en la ETSAM. Recuerdo sus clases, sus correcciones de proyectos, sus comentarios: ahora los considero una suerte; entonces quizá los esperaba con cierto temor. Recuerdo el día que por un motivo tonto no fui con él (y con el resto de mis compañeros de clase) a ver la CASA CARDENAL, recién acabada. Recuerdo el CONCURSO DE IDEAS PARA UN FARO EN LA COSTA ESPAÑOLA. También recuerdo su última lección en el salón de actos de la escuela, en 1991, tan emotiva.



JAVIER CARVAJAL ha sido un gran arquitecto. Lo demuestran sus proyectos, todos sus edificios. He repasado de nuevo (ya los había trabajado) algunos de los que construyó en MADRID, y los encuentro magníficos: oficinas, edificios residenciales, centros educativos ...

El volumen casi triangular del núcleo de comunicaciones del edificio ADRIATICA, ahora propiedad de Alianz; la esquina del edificio de viviendas en la calle MONTESQUINZA; los largos volúmenes verticales de la TORRE DE VALENCIA y sus terrazas orientadas hacia el PARQUE DEL RETIRO; la torre de la plaza de CRISTO REY; la ampliación de la FACULTAD DE DERECHO DE LA UCM; CANTOBLANCO; El ZOO DE MADRID. Todos son ejemplo de la altísima calidad de este arquitecto, y desde luego de su capacidad plástica: qué afortunadas las maclas de volúmenes que se componen para formar piezas casi esculturales, sin caer en un formalismo simplón y falto de contenido. No he tenido oportunidad de visitar las viviendas unifamiliares, pero los proyectos y fotografías disponibles no hacen más que confirmar la genialidad de CARVAJAL como artista profundamente plástico.

Hay dos piezas que he visitado en alguna ocasión y que dejo para el final porque, en mi opinión, tienen menos interés (lo que seguramente no significa menos calidad, pues se trata de una apreciación personal): el antiguo BANCO INDUSTRIAL DE LEÓN (qué pobre reforma la de la planta baja, que tan buena pinta tenía; qué mal el enorme rótulo que ahora lo remata, tan desafortunado) y la ESCUELA DE INGENIEROS DE TELECOMUNICACIONES de la UPM.


Seguramente volveremos a hablar de JAVIER CARVAJAL en selecciónARTE, con motivo de una de las próximas cabeceras. Y quizá también hablemos en alguna ocasión de sus obras fuera de Madrid ...