HEMINGWAY, en PARÍS ERA UNA FIESTA, cuenta sus conversaciones con SCOTT FITZGERALD sobre EL GRAN GATSBY. Me tentó la idea de leerlo –desde hace años lo tenía en la cabeza- y aunque mi lista de libros retrasados empieza a se larga, me volví a saltar el orden que había previsto –gracias a Dios no pasa nada, para eso está: para saltárselo- y me lancé con FITZGERALD.
En la novela, NICK CARRAWY –el personaje que sirve de narrador- cuenta su relación con JAY GATSBY, un tipo con enorme magnetismo, una fortuna más que considerable, un pasado misterioso que da pie a todo tipo de conjeturas, y un presente igual de misterioso con una profesión desconocida pero turbia en cualquier caso. Por motivos de trabajo NICK se establece en LONG ISLAND, en los alrededores de Nueva York, muy cerca de donde ya viven su prima DAISY y su marido, TOM BUCHANAN. JAY GATSBY es vecino de NICK. Completan el cuadro de personajes JORDAN BAKER, una amiga de DAISY que se dedica a jugar al golf de manera profesional, y el matrimonio WILSON: él mecánico y ella amante de TOM.
La historia (sin entrar en detalles y desvelando lo menos posible el desenlace) cuenta cómo renace el antiguo amor entre GATSBY y DAISY (hace años se habían conocido y querido, pero la guerra –la primera guerra mundial- les separó), cómo esa relación varía la forma de vida de GATSBY, y cómo en el momento en el que TOM se da cuenta de la situación una tragedia fortuita hace que GATSBY muera asesinado. La historia es amena y se lee con interés, se va construyendo poco a poco, y sólo al final uno entiende que GATSBY, dispuesto a triunfar desde la infancia, ha conseguido organizar su vida para recuperar a una mujer, pero el azar (con una pequeña ayuda de TOM, su contrincante en la pelea por el amor de DAISY) acaba torciendo todos sus esfuerzos.
Junto con esa consideración sobre la fuerza del destino y del azar incontrolable, es realmente valioso el análisis que se hace en la novela la situación de GATSBY, en la que el dinero y el encanto le proporcionan una vida ficticia, llena de rumores malsanos y de amigos aduladores, que cuando la tortilla da la vuelta y las cosas se ponen feas no respaldan al amigo, no quieren saber nada de él; y no sólo pasa con los gorrones que acudían a las fiestas en la mansión de GATSBY para beber y bailar, sino con los socios profesionales, los supuestamente íntimos e incluso con DAISY, que no sólo no se presenta al entierro sino que ni siquiera da señales de vida después del asesinato. Únicamente NICK se muestra realmente amigo de GATSBY, y su situación es la que sirve para reflejar el desencanto que producen las relaciones superficiales y falsas. EL GRAN GATSBY es entre otras cosas –muchas otras cosas, la verdad- una versión de los famosos “por interés te quiero Andrés” y “si te he visto no me acuerdo”. También hay mucho de las diferencias entre old money y new money.
En cuanto al estilo, EL GRAN GATSBY resulta elaborado, con riqueza en las descripciones que hacen densa la narración, pero sin volverla lenta o pesada. El ritmo no es rápido, y las secuencia narrativas son largas. La historia como tal es sencilla, localizada en el espacio y corta en el tiempo: SCOTT FITZGERALD se entretiene en describir a los personajes más que en plantear una trama abigarrada y confusa. El texto es colorista y detallista, lo que da gran viveza y verosimilitud a las situaciones y personajes, de forma que consigue meter al lector en el presente de GATSBY, a la vez que su mundo real queda velado e impreciso. En algún momento –puntualísimo- la elipsis que utiliza oscurece la trama en lo accesorio.
Una buena novela, que me alegra haber leído -¡por fin!- y por la que, desde luego, no me molesta nada haber retrasado otras.
En la novela, NICK CARRAWY –el personaje que sirve de narrador- cuenta su relación con JAY GATSBY, un tipo con enorme magnetismo, una fortuna más que considerable, un pasado misterioso que da pie a todo tipo de conjeturas, y un presente igual de misterioso con una profesión desconocida pero turbia en cualquier caso. Por motivos de trabajo NICK se establece en LONG ISLAND, en los alrededores de Nueva York, muy cerca de donde ya viven su prima DAISY y su marido, TOM BUCHANAN. JAY GATSBY es vecino de NICK. Completan el cuadro de personajes JORDAN BAKER, una amiga de DAISY que se dedica a jugar al golf de manera profesional, y el matrimonio WILSON: él mecánico y ella amante de TOM.
La historia (sin entrar en detalles y desvelando lo menos posible el desenlace) cuenta cómo renace el antiguo amor entre GATSBY y DAISY (hace años se habían conocido y querido, pero la guerra –la primera guerra mundial- les separó), cómo esa relación varía la forma de vida de GATSBY, y cómo en el momento en el que TOM se da cuenta de la situación una tragedia fortuita hace que GATSBY muera asesinado. La historia es amena y se lee con interés, se va construyendo poco a poco, y sólo al final uno entiende que GATSBY, dispuesto a triunfar desde la infancia, ha conseguido organizar su vida para recuperar a una mujer, pero el azar (con una pequeña ayuda de TOM, su contrincante en la pelea por el amor de DAISY) acaba torciendo todos sus esfuerzos.
Junto con esa consideración sobre la fuerza del destino y del azar incontrolable, es realmente valioso el análisis que se hace en la novela la situación de GATSBY, en la que el dinero y el encanto le proporcionan una vida ficticia, llena de rumores malsanos y de amigos aduladores, que cuando la tortilla da la vuelta y las cosas se ponen feas no respaldan al amigo, no quieren saber nada de él; y no sólo pasa con los gorrones que acudían a las fiestas en la mansión de GATSBY para beber y bailar, sino con los socios profesionales, los supuestamente íntimos e incluso con DAISY, que no sólo no se presenta al entierro sino que ni siquiera da señales de vida después del asesinato. Únicamente NICK se muestra realmente amigo de GATSBY, y su situación es la que sirve para reflejar el desencanto que producen las relaciones superficiales y falsas. EL GRAN GATSBY es entre otras cosas –muchas otras cosas, la verdad- una versión de los famosos “por interés te quiero Andrés” y “si te he visto no me acuerdo”. También hay mucho de las diferencias entre old money y new money.
En cuanto al estilo, EL GRAN GATSBY resulta elaborado, con riqueza en las descripciones que hacen densa la narración, pero sin volverla lenta o pesada. El ritmo no es rápido, y las secuencia narrativas son largas. La historia como tal es sencilla, localizada en el espacio y corta en el tiempo: SCOTT FITZGERALD se entretiene en describir a los personajes más que en plantear una trama abigarrada y confusa. El texto es colorista y detallista, lo que da gran viveza y verosimilitud a las situaciones y personajes, de forma que consigue meter al lector en el presente de GATSBY, a la vez que su mundo real queda velado e impreciso. En algún momento –puntualísimo- la elipsis que utiliza oscurece la trama en lo accesorio.
Una buena novela, que me alegra haber leído -¡por fin!- y por la que, desde luego, no me molesta nada haber retrasado otras.
1 comentario:
Lo leí como hace 10 años y me gustó.
Para completar la lectura puede que te interese la película con el mismo títiulo. El protagonista es Redford.
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