martes, 29 de abril de 2008

POR DONDE SALE EL SOL, DE BLANCA GARCÍA-VALDECASAS


Hace años oí hablar de esta novela, y ya entonces me quede con el rún-rún de que valía la pena leerla. No me ha defraudado.

POR DONDE SALE EL SOL cuenta el establecimiento en Chile de Rogelio y sus siete hijos. La novela arranca presentando a Rogelio –pintor de cierto nombre- y su mujer, Violeta. Ella le propone el traslado a Chile y él, asustado, se deja primero convencer y luego organizar. Violeta prepara el traslado, ilusiona a toda la familia y hace prometer a Rogelio que, pase lo que pase, no se echará atrás en sus planes. La familia salta el Atlántico y el lector descubre que ha dado un paso en el vacío que no termina de comprender: que nadie se inquiete, todo se explica con el avance del libro. La autora nos pone en esa situación, que se va aclarando al hilo de los acontecimientos que van asentando a los protagonistas en su nueva tierra (Chile, con la presencia constante de los ANDES, por donde sale el sol), haciéndoles crecer y conocer a un interesante catálogo de personajes locales. Una novela donde una misteriosa ausencia se convierte en una constante presencia.

Con un planteamiento así de sencillo BLANCA GARCÍA-VALDECASAS escribe una novela importante, densa. Las relaciones entre Rogelio, sus hijos, sus amigos, sus empleados ... son sólidas y creíbles, llenas de fuerza, de realidad, de naturalidad, de ternura. No se presentan situaciones rocambolescas ni zafias ni forzadas: todo surge con naturalidad, como la misma vida. Se disfruta entrando en la vida de una familia bien avenida, unida, cariñosa y donde todos se preocupan de verdad de todos. Sin ñoñería tampoco.

El estilo es conciso, de frases breves que a veces se cortan hasta llegar a ser casi telegráficas; es terso, sin arrope ni adorno que distraiga, sin volutas innecesarias; es rico, trabajado, cada palabra ocupa su sitio, nada simplón; es como una casa de LOOS. El vocabulario es claro, descriptivo, ingenioso, imaginativo, con inventiva, propio: coches “fueradeseries”; uniformes “largosos”; ropa “deshechurada”; rocas “verdinosas” por los líquenes; restos de “cuantacosa”; el “infaltable” trozo recortado del Mercurio en la mano de Galvarino; esfuerzo “cansador”; “madremente”; “niñamente” .... El orden de las frases, a veces trastocado, recordando a POMBO: “me sentí pintor callejero, perro sin licencia ni collar un poco”; “entonces, al campo todos querían ir, sólo que el auto de Enrique era un japonés pequeño, cabían cuatro”. El tono del discurso un punto más femenino de lo que se podría esperar en un varón, a pesar de su sensibilidad de pintor.

En un momento de la historia llegan unas críticas de la exposición de Rogelio: “Se multiplicaban los ismos como correhuela, los autores habían cavilado lo suyo buscando similitudes, influencias y tendencias. Había, al parecer, un pintor norteamericano en cuya escuela me encontraba; no lo conocía ni de nombre”. Ese riesgo existe siempre, y espero que quien lea estas líneas no las interprete igual que hace Rogelio.

A quienes les gusta la narrativa española contemporánea, que no se la pierdan.

POR DONDE SALE EL SOL. BLANCA GARCÍA-VALDECASAS. 1987.

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