Si fue una entrada de TERESA la que me tentó para leer LA FÓRMULA PREFERIDA DEL PROFESOR, la “culpa” de que haya leído LA NIETA DEL SEÑOR LINH se la tengo que echar a ISI: en su blog leí hace ya unos meses un comentario a este libro que me gustó, y me quedé con el título: tenía muy buena pinta. Lo acabé hace unos días, y ha respondido a mis expectativas.
LA NIETA DEL SEÑOR LINH (LA PETITE FILLE DE MONSIEUR LINH, 2005) cuenta una historia sencilla: el Señor Linh sale apresuradamente de su país huyendo de la guerra, con poquísimas pertenencias y un bebe, su nieta Sang Diu; los padres de la niña –el hijo del Señor Linh y su mujer- acaban de morir en un bombardeo. Después de semanas en barco llega a una tierra de acogida, y tras los primeros días de desorientación acaba relacionándose con un viudo reciente, el Señor Bark, con quien traba amistad. Esa relación va ganado en profundidad cuando, de repente, las circunstancias del Señor Linh varían –le ingresan en un asilo-manicomio del que no le dejan salir- y el trato se interrumpe bruscamente. Pero el Señor Linh no está dispuesto a perder a su amigo y hace lo impensable para reencontrarle.
PHILIPPE CLAUDEL desarrolla en esta breve novela (la edición de Salamandra que he leído tiene algo más de 120 páginas y una letra de tamaño notable) un montón de temas interesantes: la soledad, el desarraigo, la desorientación, el choque cultural entre occidente y oriente ... También la inocencia, la bondad, la amistad, el amor como motivo que impulsa a una vida nueva. Pero quizá el tema que más me ha llamado la atención es la incomunicabilidad; o mejor, la comunicabilidad. Cuando el Señor Linh llega a su nuevo país está perdido, todo le resulta ajeno y no entiende ni dónde está, ni lo que le dicen, ni lo que pasa a su alrededor, ni la costumbres de las gentes, ni sus prisas. Incluso los compatriotas con los que convive en un piso de acogida le dejan de lado, no quieren saber nada de él. Todas sus referencias se han quedado más allá del mar -el mar siempre le remite a su tierra, a lo que ha dejado- y está solo, en un lugar donde su único motivo para vivir es cuidar de su nieta, a la que adora y a quien quiere dar la mejor vida posible (es enternecedor ver cómo el Señor Linh canta a su nieta una canción de su tierra, siempre la misma, la que el oyó que cantaban las mujeres de su familia: es una forma de mantener en nexo del bebe con sus raíces). Bien, pues en esta situación de incomunicabilidad total, aparece el Señor Bark, un individuo gordo y hablador, simpático, afable, también solo –ha perdido recientemente a su mujer- que “pega la hebra” con el Señor Linh en un banco del parque. No se entienden, no hablan ningún idioma común, las palabras no les sirven para nada. Pero las palabras no resultan necesarias para que haya química entre ellos, una sintonía que poco a poco va creciendo hasta hacerse muy profunda. Los gestos, las entonaciones de la voz, la paciencia para saber escuchar, el agradecimiento que reflejan unos ojos o una mano puesta en el hombro, un detalle sencillo de preocupación por el otro, saber valorar sus gustos y sus aficiones ... son cosas que ambos entienden, que ambos comparten, con las que realmente se comunican. Hay una sintonía en lo primordial, en lo que cualquiera necesita dar y recibir, en lo que cualquiera necesita notar –preocupación por el otro, supongo- y todo eso es más que suficiente (y necesario a la vez) para que la burbuja del aislamiento se pinche, y se establezca entre ellos una amistad que llega a estar por encima de casi todo.
Además, PHILIPPE CLAUDEL consigue todo esto con unos recursos literarios aparentemente sobrios y sencillos: una prosa muy limpia, casi minimalista, con las palabras justas y sin ningún artificio ni trampa ni voltereta lateral. No diré que casi es poesía, porque no sería verdad, pero desde luego hay un alto grado de sensibilidad en la escritura y en los conceptos de que desarrolla. CLAUDEL es perfectamente capaz de transmitir estados de animo y situaciones de forma logradísima y a la vez sencillísima: el aislamiento inicial, la amistad que va creciendo, el agobio de la caminata final, todo.
LA NIETA DEL SEÑOR LINH me ha parecido otro de esos libros que quizá no sea redondo redondísimo, pero que desde luego vale la pena leer. Yo me quedo con muchas ganas de atacar ALMAS GRISES, del que también he oído magníficos comentarios.
LA NIETA DEL SEÑOR LINH (LA PETITE FILLE DE MONSIEUR LINH, 2005) cuenta una historia sencilla: el Señor Linh sale apresuradamente de su país huyendo de la guerra, con poquísimas pertenencias y un bebe, su nieta Sang Diu; los padres de la niña –el hijo del Señor Linh y su mujer- acaban de morir en un bombardeo. Después de semanas en barco llega a una tierra de acogida, y tras los primeros días de desorientación acaba relacionándose con un viudo reciente, el Señor Bark, con quien traba amistad. Esa relación va ganado en profundidad cuando, de repente, las circunstancias del Señor Linh varían –le ingresan en un asilo-manicomio del que no le dejan salir- y el trato se interrumpe bruscamente. Pero el Señor Linh no está dispuesto a perder a su amigo y hace lo impensable para reencontrarle.
PHILIPPE CLAUDEL desarrolla en esta breve novela (la edición de Salamandra que he leído tiene algo más de 120 páginas y una letra de tamaño notable) un montón de temas interesantes: la soledad, el desarraigo, la desorientación, el choque cultural entre occidente y oriente ... También la inocencia, la bondad, la amistad, el amor como motivo que impulsa a una vida nueva. Pero quizá el tema que más me ha llamado la atención es la incomunicabilidad; o mejor, la comunicabilidad. Cuando el Señor Linh llega a su nuevo país está perdido, todo le resulta ajeno y no entiende ni dónde está, ni lo que le dicen, ni lo que pasa a su alrededor, ni la costumbres de las gentes, ni sus prisas. Incluso los compatriotas con los que convive en un piso de acogida le dejan de lado, no quieren saber nada de él. Todas sus referencias se han quedado más allá del mar -el mar siempre le remite a su tierra, a lo que ha dejado- y está solo, en un lugar donde su único motivo para vivir es cuidar de su nieta, a la que adora y a quien quiere dar la mejor vida posible (es enternecedor ver cómo el Señor Linh canta a su nieta una canción de su tierra, siempre la misma, la que el oyó que cantaban las mujeres de su familia: es una forma de mantener en nexo del bebe con sus raíces). Bien, pues en esta situación de incomunicabilidad total, aparece el Señor Bark, un individuo gordo y hablador, simpático, afable, también solo –ha perdido recientemente a su mujer- que “pega la hebra” con el Señor Linh en un banco del parque. No se entienden, no hablan ningún idioma común, las palabras no les sirven para nada. Pero las palabras no resultan necesarias para que haya química entre ellos, una sintonía que poco a poco va creciendo hasta hacerse muy profunda. Los gestos, las entonaciones de la voz, la paciencia para saber escuchar, el agradecimiento que reflejan unos ojos o una mano puesta en el hombro, un detalle sencillo de preocupación por el otro, saber valorar sus gustos y sus aficiones ... son cosas que ambos entienden, que ambos comparten, con las que realmente se comunican. Hay una sintonía en lo primordial, en lo que cualquiera necesita dar y recibir, en lo que cualquiera necesita notar –preocupación por el otro, supongo- y todo eso es más que suficiente (y necesario a la vez) para que la burbuja del aislamiento se pinche, y se establezca entre ellos una amistad que llega a estar por encima de casi todo.
Además, PHILIPPE CLAUDEL consigue todo esto con unos recursos literarios aparentemente sobrios y sencillos: una prosa muy limpia, casi minimalista, con las palabras justas y sin ningún artificio ni trampa ni voltereta lateral. No diré que casi es poesía, porque no sería verdad, pero desde luego hay un alto grado de sensibilidad en la escritura y en los conceptos de que desarrolla. CLAUDEL es perfectamente capaz de transmitir estados de animo y situaciones de forma logradísima y a la vez sencillísima: el aislamiento inicial, la amistad que va creciendo, el agobio de la caminata final, todo.
LA NIETA DEL SEÑOR LINH me ha parecido otro de esos libros que quizá no sea redondo redondísimo, pero que desde luego vale la pena leer. Yo me quedo con muchas ganas de atacar ALMAS GRISES, del que también he oído magníficos comentarios.
7 comentarios:
¿te has dado cuenta de que todos damos por hecho que el señor Linh proviene de algún país de oriente, cuando en el libro no se hace ninguna referencia a ello? Necesitamos ponerle cara y le ponemos la de la portada, ¿verdad?
Supongo que el autor no nos indique la nacionalidad porque en realidad da igual de dónde seas; los sentimientos son universales.
Me alegro de que te haya gustado (si no, menuda papeleta, con lo que lo he recomendado jeje).
Me pareció muy emocionante (lo reconozco, soy de lágrima facililla). ¿Sabéis que Claudel es el director y guionista de la peli "Hace mucho que te quiero"? Tengo buenas referencias, pero aún no la he visto.
ISI, tienes toda la razón: es interesante lo que dices, porque la imaginación juega un papel clave en la lectura. Necesitamos imaginarnos lo que leemos, y si otro lo hace por nosotros fácilmente damos por sentado lo que se nos muestra; el caso contrario es el de la novelas que se llevan al cine: cuántas veces las pelis no coinciden con nuestra composición de lugar, y no terminan de convencernos. En el caso de LA NIETA, hago memoria y efectivamente no recuerdo que se diga expresamente en ningún sitio que le Señor Linh viene de oriente, igual que no se nos dice a qué país llega. Aunque también es verdad que los nombres (Linh, Sang Diu) son bastante orientales ... Y hablando de nombres, ¿te diste cuenta que el amigo del Señor Linh es el “Señor Ladrido” (bark)? ¿Será así como ven nuestras lenguas los ¿orientales?:toscas y un tanto guturales.
ION, yo la verdad es que me emociono poco con estas cosas: mal asunto, seguramente. Y de la película no sabía, pero también es verdad que sé poco de CLAUDEL: supongo que a partir de ahora le seguiré más. Si la ves, no dejes de decir algo en tu blog: por sugerencia tuya estoy ahora leyendo EN LUGAR SEGURO y, aunque llevo muy pocas páginas, creo que acertaste al decir que me gustaría.
xG
La peli de Claudel la comenté en el blog la semana pasada. A mí sí me gustó, aunque me pareció un poco lenta.
En lugar seguro también me gustó mucho (tanto que le regalé a mi novio "Ángulo de reposo"; para él y para mí en realidad jejeje).
Espero que disfrutes con "En lugar seguro". Tengo intención de ver la peli, aunque no sé cuándo. De momento, nos conformamos con el comentario de Isi en su blog.
Hola de nuevo,
no me queda sino añadir que yo también estoy deseando leer "Almas grises", leí "El informe Brodeck, que no tiene la magia de LA Nieta..., aún así me gustó, un alegato contra la guerra y la violencia, un texto más denso que este.
En La nieta es precisamente nuestra imaginación la mejor aliada del libro, nada es explícito, todo es muy sutil, y sin embargo la conversación es universal.
Una muestra de la fuerza de la comunicación, incluso con la barrera del idioma.
Esto se puede experimentar mirando a los ojos de los niños, los mayores, en estos países, que dicen más que muchas palabras.
Para mí un gran libro, del que no hay que hacer presentación alguna, para que el lector llegue limpio, en blanco.
Por cierto, que el de Wallace Stegner es otro de mis pendientes, que recomendó Thomas y sabía que a Isi le había gustado mucho, ahora sé que también a Ion
Un abrazo ;-)
ISI, como dice ION, sobre la película por ahora nos quedamos con tu comentario y tu opinión: si llegamos a verla podemos comentar algo más. MARIBEL, ALMAS GRISES tiene muy buena pinta: espero que también podamos comentar más adelante.
Y que sepáis que sigo avanzando la lectura de EN LUGAR SEGURO: cada vez mejor ...
xG
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