martes, 28 de octubre de 2008

LA ILUSTRACIÓN TOTAL, el la FUNDACIÓN JUAN MARCH de MADRID


La FUNDACIÓN MARCH presenta una exposición que a primera vista puede parecer difícil, pero que cuando se visita resulta interesantísima.

Parece difícil porque el CONCEPTUALISMO MOSCOVITA probablemente es, para el español medio interesado en el arte contemporáneo –no hablo del especialista- un movimiento poco o nada conocido; quizá al hacer este comentario estoy siendo excesivamente subjetivo y sólo sea desconocido para mi, ignorante, pero me arriesgo a mantenerlo porque pienso que es bastante verdadero.

En cambio, cuando uno recorre las salas después de haberse situado mínimamente (leyendo, por ejemplo, los texto que incluyen en el programa y los de
la página web de la Fundación, tan buenos) entiende lo que ve, y disfruta enormemente con LA ILUSTRACIÓN TOTAL. ARTE CONCEPTUAL DE MOSCÚ 1960-1990.


Se trata de un recorrido por la obra de un buen número de autores que trabajan en Moscú entre los 60’s y los 80’s, al margen del arte oficial pero sin estar tampoco proscritos por el aparato comunista en el poder. Son piezas ingeniosas, irónicas, llenas de fino humor, que hablan con gran claridad de la situación en la que se encuentra el país y la sociedad. Como dice el comisario de la exposición BORIS GROYS en el catálogo, en el Occidente capitalista, la obra de arte es, ante todo, una mercancía. El arte viene definido principalmente por el mercado del arte. La relación entre arte y mercado de arte —y mercado en general— era y seguirá siendo un tema capital para la teoría y la praxis conceptualista occidental.


Por entonces no había mercado en la Unión Soviética y, por tanto, tampoco mercado de arte. El valor de una obra no estaba determinado por las reglas de la economía de mercado, sino por las de la economía simbólica que organizaba la vida entera en la Unión Soviética. Eran las reglas del reconocimiento social y de la relevancia política las que determinaban el valor de cada obra de arte. De ese modo, el destino de una obra lo decidía en última instancia el comentario teórico, filosófico, ideológico o histórico–artístico, pero nunca su precio. O mejor dicho: el texto ideológico circulaba en la economía simbólica de la Unión Soviética como el dinero en la economía de mercado occidental. El Conceptualismo moscovita se entendía a sí mismo como una investigación de la economía simbólica soviética, y no como una alternativa a la economía de mercado al modo occidental.
Cuando se visita la muestra se entiende con precisión esta idea, que explica muy bien lo que uno está viendo.


Aunque seguramente no es la exposición más atractiva que ahora se puede ver en Madrid (tenemos la fortuna de disfrutar de un fin de año lleno de posibilidades que no conviene dejar pasar) resulta muchísimo más interesante de lo que –al menos yo- esperaba.

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