No conocía Santiago (con cierta vergüenza lo digo: lo sé, es imperdonable), y hace poco más de una semana motivos profesionales me hicieron pasar dos días allí. Tuve ocasión de dedicar buena parte de una tarde y buena parte de una mañana a patear la ciudad. Impresionante. Absolutamente impresionante.
Además de ganar el Jubileo y dar el consabido Abrazo al Apóstol (realmente fueron dos abrazos, porque pasé en dos momentos por su ... ¿camarín?) vi la Catedral con cierto detalle, callejeé por el casco antiguo y localice algunos edificios contemporáneos que estaban en mi cabeza desde hace tiempo.
La Catedral, con su interior tan tan tan románico, me alucinó. Llegué cuando acababa una Misa de Peregrinos y el famoso Botafumeiro estaba funcionando de acá para allá. Recorrí las naves, con el sol entrando a raudales por los huecos de la fachada del Obradoiro; recorrí los brazos del crucero, larguísimos ... no exagero si digo que pasé más de una hora moviéndome lentamente por el templo, disfrutando. Una pena que el pórtico de la Gloria esté llenísimo de andamios y no se vea más que al Apóstol. Salí a la preciosísima Plaza del Obradoiro, con la fachada de la Catedral completamente bañada por el sol del atardecer (fueron dos días radiantes); el Palacio de Raxoi, tan barroco, tan francés; el Parador, con su portada magnífica; el Rectorado de la USC. Me acerque a la Plaza de las Platerías, con la impresionante puerta doble románica (aunque se accede por aquí a la Catedral, yo había entrado por la puerta de la Plaza de al Asunción con un acompañante que se movía por allí como Pedro por su casa). Me asomé a la plaza de Quintana, entre por la Puerta Santa para abrazar –otra vez, ya lo había hecho antes- a Santiago y venerar sus restos en la cripta. Disfruté viendo la fachada del seminario y estudiando la escalinata de acceso a San Martín Pinario. Entré el famoso patio del Colegio de Fonseca. Me perdí por las calles y las plazas de Santiago ... Una maravilla: la piedra abundantísima, las calles estrechas que se quiebran y se curvan, las perspectivas continuamente negadas, las placitas que ensanchan las calles y les dan aire, las galerías acristaladas. Por no hablar del ambiente, que me entusiasmó: universitarios, peregrinos, turistas, un poco –o mejor, un mucho- de todo: muchísima gente. O de la luz de día que dura tanto, mucho más que en Madrid.
Entre lo moderno, me acerqué a dos edificios que sí tenía ganas de ver: el CENTRO GALLEGO DE ARTE CONTEMPORÁNEO y el AUDITORIO DE GALICIA. Si no hay contratiempos mañana y pasado les dedicaré una entrada en exclusiva a cada uno. Tuve ocasión de asomarme a VISTA ALEGRE para ver la tan publicada
SEDE DE LA SGAE con sus masas ciclópeas de granito y su muro de cajas de CDs (edificio al que, por cierto, tenía cierta tirria -¿por motivos ajenos a lo arquitectónico?-, y he de reconocer que me interesó mucho más de lo que esperaba), el
CENTRO DE ESTUDIOS SUPERIORES MUSICALES (que también me pareció interesante), ambos obra de ANTÓN GARCÍA ABRIL & ENSAMBLE STUDIO/MATERIA INORGÁNICA, y el CENTRO DE ESTUDIOS AVANZADOS de CESAR PORTELA. Visité la
BIBLIOTECA PÚBLICA ÁNXEL CASAL, de ANDRÉS PEREA y ROBERTO MEDÍN. Vi la gigantesca MARQUESINA en JUAN XXIII, de ALBERT VIAPLANA y HELIO PIÑÓN. Me quedé sin ver –ya era demasiado- los edificios universitarios de SIZA y ALBERTO NOGUEROL y PILAR DÍEZ, su PALACIO DE CONGRESOS, LA CIUDAD DE LA CULTURA DE GALICIA , de PETER EISMMAN (aunque desde la carretera, ya volviendo a Madrid, me dio la impresión de que estaba bastante avanzada) ...
Seguro que me he perdido mucho Santiago. Supongo que cualquier santiagués (¿se dice santiagués o compostelano?) que me haya leído estará pensando que mucho, no:
todo, xG, te has perdido casi todo Santiago ... Tendrá toda la razón, pero volví encantado, y dispuesto a buscar la ocasión para profundizar un poco más en esta ciudad que es un conjunto de altísima calidad.
5 comentarios:
Hola XGaztelu
a mi no me parece que te hayas perdido todo, sino que siempre nos tienen que quedar cosas para la próxima visita. (el pórtico de la Gloria restaurado es suficiente razón, si lo acompañas de la lectura de "El lapiz del Carpintero", ya ni te cuento) Yo me emocioné mucho en la catedral.
Aprovechada visita, y una suerte con el tiempo.
A nosotros nos aportas una mirada fresca, nueva de Santiago al poner el foco en los nuevos edificios, que confieso, no conozco, habrá que volver...aunque sea a ganar el Jubileo, jajaja.
un abrazo ;-)
(pienso mucho en ti estos días, leyendo "De lo espiritual en el arte", cuanto de que hablar...)
No sé si me voy tener que ir a buscar contigo esa cabecera....;-)
MARIBEL, cómo me gusta eso de que siempre tienen que quedar cosas para la próxima: Santiago, además, está llenísimo de posibilidades; y no sólo “clásicas”, digamos, sino también contemporáneas: una ciudad pequeña pero completísima (y con toda Galicia alrededor, que también es muy de ver …). A mi me da para tres entradas encadenadas, pero seguro que se pueden escribir cien.
Estás con el gran KANDINSKY: buena elección. Y TURNER, ahhhh!
xG
Yo no he estado y también me llena de vergüenza.
Está en mi lista infinita, y gracias a tu entrada, cada vez más arriba en la lista.
Yo no sé por qué tenías cierta manía a ese edificio ¿intolerancia a las anchoas?
LOQUE, Santiago vale la pena. Seguramente más para una semana que para un mes (tampoco es gigantesco aquello), pero desde luego es una maravilla. Y lo de las anchoas no lo digas muy alto: si les das ideas, a lo mejor también empiezan a cobrar canon …
xG
Yo es que nací en Santiago de Compostela y soy una orgullosa gallega que recomienda a todo el mundo que visite Santiago al menos una vez, que seguro que no se arrepiente :)
saluditos
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