viernes, 4 de junio de 2010

AUDITORIO DE GALICIA, de JULIO CANO LASSO, en SANTIAGO DE COMPOSTELA





JULIO CANO LASSO (1920-1996) es, sin duda, otro de los grandes arquitectos españoles del siglo XX. Quizá su nombre suene menos a los no profesionales, pero es un personaje de primerísma fila. Si tuviera que explicar cómo es la arquitectura de CANO LASSO, yo hablaría de moderación, porque no hay exceso ni aparato ni golpes de efecto en su arquitectura; y de plasticidad, porque sus obras alcanzan una belleza formal muy notable y maneja como nadie las formas geométricas rotundas y las maclas de volúmenes. Es un arquitecto que mezcla: mezcla el racionalismo con el organicismo con lo histórico y con lo local ... y esas mezclas le funcionan estupendamente bien. Recuerda a JOSÉ ANTONIO CODERCH, recuerda a WILLEM MARINUS DUDOK (ya hemos hablado de DUDOK en selecciónARTE). Sus obras y su forma de hacer han servido de pauta para el trabajo de muchos que han venido después. Es un arquitecto de gran plasticidad –ya lo he dicho- y a la vez enorme rigor, un arquitecto que maneja los conceptos y sabe sacarles partido al proyectar y construir. Estudié su trabajo durante la carrera, y desde entonces ha sido una referencia constante en mi forma de ver muchos de los problemas que la arquitectura plantea. Para muchos una obra suya será sin duda conocida: el Pabellón de España en la Expo de Sevilla.

Hay un texto de CANO LASSO que siempre me había gustado: es el de una conferencia que dio en la Universidad de Verano de El Escorial en 1989. Habla de los materiales en la arquitectura, y para hacerlo utiliza tres proyectos suyos: uno, AUDITORIO DE GALICIA. Desde que leí ese texto –se publicó cuando le concedieron la Medalla de Oro de la Arquitectura en 1991- tenía en la cabeza el edificio, y aprovechando mi viaje relámpago a Santiago fui a verlo.

Más que comentar yo el AUDITORIO DE GALICIA, copio algunos párrafos de la conferencia a la que me acabo de referir, que hablan por si solos, del edificio y de su autor:

“El edificio de Santiago ha de ser un edificio noble en una noble ciudad de piedra. Podría haber sido de acero y cristal y alta tecnología, pero aún suponiendo que hubiéramos dispuesto de medios para ello, cosa que no ocurría, me pareció más interesante recuperar el uso de la piedra y tratar de hacer una arquitectura en línea con los valores intemporales de la gran arquitectura gallega.”

“La expresión de la piedra viene dada por la labra y el aparejo, y para ello ha de tener el grueso necesario. El chapado, en el que la textura de la piedra viene dada por el corte de sierra o el pulimento, es otra cosa.

El edificio de Santiago es de sillería trasdosada de ladrillo, y los muros que se levantan más de veinte metros tienen la fuerza expresiva de los grandes muros conventuales que tanto he admirado. Esto puede parecer anacrónico, sin embargo no creo que sea así, ya que el edificio responde a su moderna función con absoluta eficacia y rigor, dentro de un plantea miento económico exigente. En cuanto a la tecnología, se han aplicado a la piedra los medios a nuestra disposición, de tal manera que los sillares colocados en obra llevan incorporada tanta tecnología moderna como podría llevar cualquier Otro material: se extraen de la cantera por medios modernos y se cortan con potentes sierras de disco; se labran con compresores neumáticos, se transportan en camiones y elevan con modernas grúas, y finalmente, se unen al ladrillo de trasdós con grapas de acero inoxidable.

El grueso de los sillares varía entre 16 y 18 centímetros, suficiente como decíamos para que la labra y el aparejo den a la piedra su expresión, y su coste no es mucho mayor que el de un chapado, ya que en definitiva lo que más cuesta en la piedra es serrarla.

En este caso, en el coste de la obra, el valor de piedra es exactamente un 10% del coste total. Un cerramiento de chapa y cristal, muro cortina, o cualquiera otra solución de este tipo, hubiera tenido un coste mayor, sin las ventajas de aislamiento, durabilidad y conservación que da la piedra.

La construcción, al ir creciendo y tomando forma, ha confirmado el valor expresivo de la piedra y su inigualable valor arquitectónico.

Es bien seguro un material que no defrauda y supera con creces cuanto pudiera esperarse de él. Esos grandes muros y potentes volúmenes que hoy se levantan en diálogo con la ciudad histórica, del otro lado del valle, irán envejeciendo noblemente en armonía con la naturaleza que los rodea. Porque, junto con la piedra, hemos querido recuperar un paisaje, en los mermados residuos de lo que fue un paisaje bellísimo. Un pequeño lago, al pie de los muros, en el que se remansa un riachuelo, rodeado de prados y de grupos de árboles frondosos que crecen en las riberas; en algunas partes, la hiedra irá cubriendo lenta mente la piedra, y el tiempo trabajará siempre a favor de la arquitectura.

¿Es antiguo? ¿Es moderno?

Que más da.

Sin duda es un edificio de hoy; aunque no me importaría que dijeran que parece obra de romanos, y ojalá pudiera decirse que es una arquitectura intemporal, pero esto parece pretensión excesiva.”

“Al emplear este material tan antiguo y que también puede ser tan moderno, querríamos poner de manifiesto los valores intemporales de la arquitectura, más allá de las épocas y los estilos. En Santiago se ha hecho una gran arquitectura de piedra en todos los estilos, conformando un conjunto unitario y armonioso indiferente al paso del tiempo. Porqué habíamos de renunciar nosotros, arquitectos de hoy, a proseguir tan noble tradición.

¿Por razones económicas?

¿Por rechazo conceptual hacia un material no novedoso?

¿Por existir soluciones mejores?

Desde un punto de vista económico hemos visto que el coste de la piedra es asequible, y menor que el de un muro cortina o cualquier solución de “High-Tec”. Su comportamiento al paso del tiempo, mejor; y sus condiciones de seguridad y aislamiento excelentes. También lo son sus cualidades estéticas y su capacidad de integración en el paisaje.

A todo esto hemos de añadir un último valor que considero definitivo: su valor de permanencia y noble envejecimiento.

Decíamos que los materiales artificiales —aún cuando los hay excelentes— envejecen mal y el paso del tiempo los degrada.

Para quienes damos preeminencia al espíritu humano y a su presencia a lo largo de la historia, la ciudad tiene un valor permanente. La ciudad, suma de arquitecturas, es la huella de los hombres en la historia, y como decíamos, sería triste que en lugar de nuestras viejas y queridas ciudades, los grandes monumentos y las bellas ruinas del pasado, en el futuro sólo se legara a la posteridad inmensos cementerios de chatarra y arquitectura reciclada, aunque ésta fuera de la más alta tecnología.

No es éste el porvenir que yo quisiera.”

“Como decíamos, en Santiago existe una gran arquitectura de piedra. Románico, Renacimiento, Barroco, Neoclásico y Eclecticismo, por encima de la variedad de estilos, se unifican en una gran arquitectura y forman un armonioso conjunto.

Nosotros quisiéramos incorporarnos a él con humildad y entusiasmo, para proseguir una larga tradición.”


Coincidiréis conmigo en que el texto es muy luminoso; habla sensacionalmente bien tanto del AUDITORIO DE GALICIA como de su autor, JULIO CANO LASSO.

AUDITORIO DE GALICIA, Avda. Burgo das Nacións s/n. 15705 Santiago de Compostela

5 comentarios:

Alfaraz dijo...

Cierto que tiene una pinta magnífica.
Salvando todas las distancias me ha recordado el pabellón de España de la Expo del 92 en Sevilla, que además incluía también un pequeño auditorio. Claro que entre un proyecto y otro hay 20 años de diferencia.

Saludos.


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lammermoor dijo...

Hago un comentario múltiple pues sirve para tus tres entradas sobre Santiago.

Mi recuerdo de Santiago está condicionado por la última vez que fuí -estuve pasando unos días pues me presentaba a unos exámenes. Llovía, hubo temporal, la casa en que estaba se caía a cachos (al menos el fregadero, que se me quedó en la mano,...) la experiencia fue tan horrorosa que se contagió a mi visión de la ciudad.

Luego, estuve a punto de volver un par de veces para , pero al final no se logró. Tu primera entrada me anima a buscar la reconciliación con ella.

Me gusta que me, nos, recuerdes que Santiago también es modernidad y de de paso, me des a conocer a estos dos arquitectos. Sobre todo
Cano Lasso; su texto demuestra que tiene las ideas claras y que debe ser un excelente profesional.


Como siempre es un gusto leerte y aprender cosas nuevas. :-)

xGaztelu dijo...

ALFARAZ, ya he visto que acabas de volver de unas vacaciones tempraneras … ¿del cortijo? Es verdad que el AUDITORIO y el Pabellón de España son edificios parecidos: no hermanos, pero desde luego primos. También tiene que ver con el Palacio de Exposiciones y Congresos de Castilla y León que proyectó para Salamanca, concurso que finalmente ganó –merecidamente, en mi opinión- NAVARRO BALDEWEG.

LAMMERMOOR, tu comentario me recuerda que en ese par de días en Santiago, la persona que me acompañaba –el que se movía por la Catedral como Pedro por su casa- me dijo que era una pena que no viera Santiago lloviendo, que era precioso. Le dije que seguramente sería así, mientras por dentro pensaba, recordando a nuestra inmortal Lola de España, “Ni Diohh que lo permitahh!” ... Como dices, CANO LASSO fue un arquitecto como la copa de un pino.

xG

Alfaraz dijo...

Nada de cortijo xG. por la bahía de Cádiz anduve. Ya ni me acuerdo, por cierto...


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xGaztelu dijo...

ALFARAZ, ya se ve que tira Andalucía: envidia me das, porque yo apenas la conozco.

xG