Desde hace meses tenía ganas de leer este libro. Me habían hablado bien de él: sabía que era una edición sencillita y una traducción discreta, pero a la vez los comentarios decían que explicaba con detalle muchas costumbres japonesas, y que describía de forma muy realista la explosión de la bomba atómica en Nagasaki. Las dos cosas me interesan –ya ha salido más veces en selecciónARTE mi más o menos reciente interés por lo nipón- así que he perseguido RÉQUIEM POR NAGASAKI (A SONG FOR NAGASAKI, 1988) hasta que me lo han prestado.
RÉQUIEM POR NAGASAKI cuenta la historia del Doctor TAKASHI NAGAI, y lo que podría haber sido una biografía discretita acaba siendo muy buen libro, porque PAUL GLYNN, al hilo de esa vida, hace muchas referencias a tres temas realmente interesantes: por un lado, a la historia de Japón, de manera especial a la historia del siglo XX (aunque el texto está también lleno de referencias a épocas y sucesos anteriores); por otro, a la cultura y las tradiciones japonesa; y por último a la vida y el trabajo del protagonista.
Es muy interesante todo el arranque de la historia del Doctor NAGAI y de su familia; el proceso intelectual de su conversión del sintoismo al catolicismo pasando por una fase agnóstica y cientificista; su boda con MIDORI; su participación en las guerras con China; cómo llega a ser médico, el desarrollo de su especialidad como radiólogo (es pionero en el uso de los rayos X en Japón), cómo contrae la leucemia por la exposición a los rayos gamma durante su trabajo; cómo se produce la entrada de Japón en la Segunda Guerra Mundial.
En esta primera parte del libro PAUL GLYNN hace especial hincapié en el proceso de conversión al catolicismo del Dr. NAGAI (el autor es un religioso Marista australino que vivió más de 20 años en Japón), y ese discurso ilustra un asunto al que he dado vueltas en varias ocasiones: cómo una mentalidad oriental puede entender el pensamiento occidental (aunque lo católico no es exclusivamente occidental), si las categorías de unos y otros son tan distintas. Me he preguntado algunas veces –y lo sigo haciendo- cómo entenderá lo occidental una civilización que no ha pasado por los elementos que, en mi opinión, son constitutivos y configuran de forma absoluta nuestras categorías vitales; una civilización que no ha pasado por Grecia, ni por Roma, ni por Cristo, ni por la Revolución Francesa. Es verdad que ahora, con la tan traída y llevada globalización, todos lo sabemos todo de todos; pero una cosa es que todos nos vistamos o nos peinemos más o menos igual, que oigamos la misma música y veamos las mismas películas, y otra muy distinta que nuestras categorías vitales sean las mismas, que nuestros conceptos de lo que tiene interés –me refiero a interés vital- y lo que no lo tiene coincidan, que los valores culturales y personales que mueven la vida tengan una interpretación unívoca. Yo aquí no voy a desvelar el secreto, porque no es sencillo, pero leyendo a PAUL GLYNN uno entiende algo mejor las cosas.
Es interesantísima –aunque quizá no tan viva como yo esperaba- la narración de la explosión de la bomba atómica, la muerte de su mujer y todo lo que pasó después en la ciudad.
Pero a partir de ese momento, con NAGAI ya postrado por la leucemia y la exposición a la radiación de la bomba en su Nyokodo (una cabaña de dos tatamis de planta en la que vivió desde 1946 hasta su muerte en 1951), el libro pierde ritmo: GLYNN nos presenta a NAGAI como un hombre de categoría excepcional, estimado por todos los japoneses, católico ferviente, pacifista convencido, escritor prolífico y tremendamente sensato, ciudadano enamoradísimo de Japón y lo japonés ... pero ya no consigue que el relato tenga la amplitud de miras y el interés y la profundidad que tuvo hasta que llega al 9 de agosto de 1945. Se convierte en una historia mucho más local, centrada en una persona de interés relativo: célebre hasta el punto de recibir una visita del mismísimo emperador, completamente ejemplar y entregado, preocupado por todos, es verdad; pero poco más.
No me ha terminado de convencer el título en castellano, que en mi opinión no encaja del todo con el espíritu de NAGAI: él no entona un réquiem, sino –como dice el título original- una canción, esperanzada y animante, llena de confianza en Dios y en el pueblo japonés.
Pero esto –la parte final algo más discreta, o los matices sobre el título- no resta nada de valor al conjunto: pienso que RÉQUIEM POR NAGASAKI es un libro más que interesante para quien quiera saber de Japón, sus costumbres y su gente.
Dejo unas fotos que ilustran el resultado de la bomba atómica en la ciudad de Nagasaki. He preferido no cargar la mano con muertos y heridos: hay muchas imágenes de esas, pero estas ya resultan sobradamente explícitas (y sobrecogedoras).
RÉQUIEM POR NAGASAKI cuenta la historia del Doctor TAKASHI NAGAI, y lo que podría haber sido una biografía discretita acaba siendo muy buen libro, porque PAUL GLYNN, al hilo de esa vida, hace muchas referencias a tres temas realmente interesantes: por un lado, a la historia de Japón, de manera especial a la historia del siglo XX (aunque el texto está también lleno de referencias a épocas y sucesos anteriores); por otro, a la cultura y las tradiciones japonesa; y por último a la vida y el trabajo del protagonista.
Es muy interesante todo el arranque de la historia del Doctor NAGAI y de su familia; el proceso intelectual de su conversión del sintoismo al catolicismo pasando por una fase agnóstica y cientificista; su boda con MIDORI; su participación en las guerras con China; cómo llega a ser médico, el desarrollo de su especialidad como radiólogo (es pionero en el uso de los rayos X en Japón), cómo contrae la leucemia por la exposición a los rayos gamma durante su trabajo; cómo se produce la entrada de Japón en la Segunda Guerra Mundial.
En esta primera parte del libro PAUL GLYNN hace especial hincapié en el proceso de conversión al catolicismo del Dr. NAGAI (el autor es un religioso Marista australino que vivió más de 20 años en Japón), y ese discurso ilustra un asunto al que he dado vueltas en varias ocasiones: cómo una mentalidad oriental puede entender el pensamiento occidental (aunque lo católico no es exclusivamente occidental), si las categorías de unos y otros son tan distintas. Me he preguntado algunas veces –y lo sigo haciendo- cómo entenderá lo occidental una civilización que no ha pasado por los elementos que, en mi opinión, son constitutivos y configuran de forma absoluta nuestras categorías vitales; una civilización que no ha pasado por Grecia, ni por Roma, ni por Cristo, ni por la Revolución Francesa. Es verdad que ahora, con la tan traída y llevada globalización, todos lo sabemos todo de todos; pero una cosa es que todos nos vistamos o nos peinemos más o menos igual, que oigamos la misma música y veamos las mismas películas, y otra muy distinta que nuestras categorías vitales sean las mismas, que nuestros conceptos de lo que tiene interés –me refiero a interés vital- y lo que no lo tiene coincidan, que los valores culturales y personales que mueven la vida tengan una interpretación unívoca. Yo aquí no voy a desvelar el secreto, porque no es sencillo, pero leyendo a PAUL GLYNN uno entiende algo mejor las cosas.
Es interesantísima –aunque quizá no tan viva como yo esperaba- la narración de la explosión de la bomba atómica, la muerte de su mujer y todo lo que pasó después en la ciudad.
Pero a partir de ese momento, con NAGAI ya postrado por la leucemia y la exposición a la radiación de la bomba en su Nyokodo (una cabaña de dos tatamis de planta en la que vivió desde 1946 hasta su muerte en 1951), el libro pierde ritmo: GLYNN nos presenta a NAGAI como un hombre de categoría excepcional, estimado por todos los japoneses, católico ferviente, pacifista convencido, escritor prolífico y tremendamente sensato, ciudadano enamoradísimo de Japón y lo japonés ... pero ya no consigue que el relato tenga la amplitud de miras y el interés y la profundidad que tuvo hasta que llega al 9 de agosto de 1945. Se convierte en una historia mucho más local, centrada en una persona de interés relativo: célebre hasta el punto de recibir una visita del mismísimo emperador, completamente ejemplar y entregado, preocupado por todos, es verdad; pero poco más.
No me ha terminado de convencer el título en castellano, que en mi opinión no encaja del todo con el espíritu de NAGAI: él no entona un réquiem, sino –como dice el título original- una canción, esperanzada y animante, llena de confianza en Dios y en el pueblo japonés.
Pero esto –la parte final algo más discreta, o los matices sobre el título- no resta nada de valor al conjunto: pienso que RÉQUIEM POR NAGASAKI es un libro más que interesante para quien quiera saber de Japón, sus costumbres y su gente.
Dejo unas fotos que ilustran el resultado de la bomba atómica en la ciudad de Nagasaki. He preferido no cargar la mano con muertos y heridos: hay muchas imágenes de esas, pero estas ya resultan sobradamente explícitas (y sobrecogedoras).
9 comentarios:
Viendo las fotos de tu entrada,lo primero que se me viene a la mente ES:
¡MALDITAS GUERRAS!
CUANTOS SUEÑOS TRUNCAN.
Saludos Gaztelu.
Yo también he oído hablar mucho del libro, pero me da mucha pereza. Tu comentario confirma el motivo de esa pereza. Acabaré leyéndolo, pero más adelante.
Es interesante el tema que planteas en la entrada. Yo tengo alguna idea, pero, claro, no es esta la sede adecuada.
Por cierto, me gusta la cabecera que tienes puesta ahora
Me has dejado impresionada por tus reflexiones, profundas y muy sugerentes, pero en un texto en absoluto farragoso o excesivo, como tantas veces pasa.
Me quedo pensando en esas diferencias culturales "intrínsecas" y sobre todo si yo misma, que me siento muy lejana a personas de mi país, no será más parecida de lo que creo.
Lo dicho, muy buena entrada, muy bien escrita y con muchos temas de interés.
pd. Gracias por no caer en la "foto fácil"
JULIO, tienes mucha razón; además, las fotografías de NAGASAKI son devastadoras (a veces pienso que quizá un poco falsas, también: debía ser una ciudad de construcción muy endeble -madera, sobre todo- y por eso quedó tan arrasada).
ION, me pasaba lo mismo: primero, una pereza de caballo. Después me entró el gusanillo y tardé tiempo en dar con un ejemplar; pero cuando te pones, como el arranque es bueno, te engancha. En fin, ya llegará su momento (o no ...). La cabecera, unos ojos italianos, renacentistas.
LOQUE, me alegra que te haya gustado, y agradezco el cometario. Lo de las diferencias vitales es un tema realmente interesante, y a la vez realmente difícil: es, como dice ION, quizá para otro foro, no para un comentario en un blog. Desde luego, tener ocasión de tratar estos temas con japoneses es apasionante.
xG
Hola XGaztelu, si es que no me puedo despistar unos días, porque me pierdo tus entradas...
Como a Loque me gusta la reflexión que haces, y ya sabes que nos hemos planteado estas diferencias culturales en más de una ocasión, en cuanto al interés vital, a veces me pregunto si el éxito en occidente de autores actuales como Murakami, no se debe precisamente a que recurre a músicas y libros universales, suavizando esas diferencias, que hacen que nos resulte más "fácil de digerir" que un Tanizaki...
Creo que vamos a pedirte que colabores en la siguiente edición de Made in Japan, que Roberto tiene en el horno, y lo cierto es que tu entrada y la que acabamos de colgar tienen más en común de lo que puede parecer..
Cuántos debates interesantes abiertos y qué poco tiempo!!!, tengo que volver para pasearme por los cines de Gran Vía, menos mal que toda la serie está aquí, magnifica!
Un abrazo ;-)
En el último Página Dos me acordé muchísimo de esta entrada (y de los Guisantes), porque entrevistaban a un escritor chino, y era increíble hasta que punto era diferente su forma de contestar a las preguntas, de estar, etc...
MARIBEL, leo tu comentario después de leer ayer vuestra entrada y dejar un comentario allí: cuánto tienen que ver lo uno y lo otro!
He leído muy muy poco de MURAKAMI, y mi valoración fue bastante negativa: en mi opinión gusta porque es fácil y vacío; siento ser tan rotundo, pero así es como lo veo. Con apariencia de cierta profundidad –falsa- circula en la periferia, allí donde el alma humana es menos profunda, y por lo tanto donde ahora -con la globalización de la que también hablo- es más fácil conectar. Quizá a este planteamiento mío le sobre subjetividad, porque es verdad que escribe bien, que engancha, y que tiene algunos pasajes y planteamientos poéticos e interesantes (todos los aficionados a MURAKAMI, que hay muchos, no pueden ser tontos), pero definitivamente me quedo con TANIZAKI.
LOQUE, he visto que ese programa está en la web: le echaré un vistazo.
xG
Espero que tengan el libro en mi biblioteca porque me ha entrado el gusanillo. También yo me acordé de la entrada de los guisantes.
En cuanto a Murakami, me parece muy poco japonés. Si os digo la verdad, me pareció que había más de ese mundo oriental -y las diferencias con nosotros- en Estupor y Temblores de Amelie Nothomb.
También yo veré el programa de Página 2.
Loque, seguro que los asiáticos (chinos, japoneses, coreanos, etc) nos ven como nosotros a ellos: todos iguales.
LAMMERMOOR, es verdad que NOTHOMB, siendo belga, nos cuenta mucho más de Japón que MURAKAMI siendo japonés. Pero también es verdad que NOTHOMB lo hace desde categorías europeas, y MURAKAMI “habla desde oriente”, y se nota. Yo me quedo con AMELIE, cien veces, pero también es muy interesante hacer el esfuerzo de ver las cosas desde su sitio, y no siempre desde el nuestro. Más de uno y más de dos me he encontrado que han vuelto defraudados de Japón precisamente por eso, por comparar todo lo de allí con lo de aquí; pensando, claro, que lo de aquí es lo bueno … ¡Ellos se lo pierden!
xG
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