Ya comenté en selecciónARTE que estaba leyendo EL FINAL DE LA INOCENCIA (THE YEAR THE GYPSIES CAME, 2006). Lo acabé hace días –semanas, realmente- y no tengo claro cómo valorar esta novela, la primera de LINZI GLASS, sudafricana de nacimiento y norteamericana por domicilio.
Para contar únicamente lo imprescindible del argumento, copio lo que dice la contraportada del libro: “La joven Emily espera ilusionada el periodo en que sus padres acogen durante una temporada, en su infeliz hogar en las afueras de Johannesburgo, invitados: mientras dura la visita, sus padres dejan de lado sus desavenencias y se comportan como una verdadera familia. Una primavera, una familia de vagabundos –un matrimonio australiano y sus dos hijos– llega para quedarse un tiempo. Pero su presencia desencadena una serie de inesperados acontecimientos que romperán la esperanza de Emily de tener una vida familiar feliz y cambiará a todos para siempre... Alguien habrá robado la inocencia”. No me parece un resumen del todo acertado –EL FINAL DE LA INOCENCIA es mucho más rico y complejo de lo que acabo de transcribir- pero así no cuento más de lo necesario: como cualquier libro que pretende cierta intriga, es de los que conviene no conocer el final.
Acabé de leer EL FINAL DE LA INOCENCIA con una sensación extraña: me gustó, sin duda; me interesó y me cogió. Pero no es una gran novela, ni se la recomendaría a cualquiera.
EL FINAL DE LA INOCENCIA trata temas profundos, y por eso tiene interés; es una novela que tiene cierta “magia africana”, y eso siempre resulta atractivo; es una novela que tiene un ritmo cuidado, en la que la intensidad va creciendo a medida que un va leyendo, y eso capta la atención del lector, le engancha. Pero no es redonda. Los temas y las situaciones no siempre están bien desarrollados, a veces quedan flecos o se quedan cortos, a veces todo resulta previsible. Además, es un dramón en toda regla, y eso hay a quien le inquieta (no es mi caso: soy de los que no me importa que las cosas acaben mal). La situación que nos cuenta es triste y, desgraciadamente, demasiado real, demasiado habitual. Me parece, además, que deja poco espacio a la esperanza.
¿Cuál es el gran tema de EL FINAL DE LA INOCENCIA? Sin duda, la falta de atención a lo importante (dedicación a la familia, cariño verdadero a los hijos) y en cambio obsesión por el capricho, por lo superfluo, por lo personal, por aparentar (la imagen ante los demás de familia ejemplar, el aspecto físico, el dinero). Lily y Bob Iris están centrados en sus cosas (ella en Dennis, su amante; él en su trabajo) y no atienden a Sarah y a Emily, sus hijas. Ante los demás –incluso ante los desconocidos, porque Jock, Peg, Otis y Streak, los falsamente “gitanos” a los que alude el título original, son absolutos desconocidos- aparentan una vida feliz, pero es sólo imagen. No hay cohesión familiar. Falta, como Emily piensa tantas veces, el pegamento del cariño verdadero. Tampoco hay preocupación por los otros. Bob y Lily no tiempo ni cabeza para los demás. Pretenden que sus hijas sean perfectas, pero que las eduquen otros, que las quieran otros. Por eso, cuando llegan los problemas, no saben verlos: están ciegos, no aciertan a diagnosticar ni a manejar la situación, y la catástrofe resulta inevitable. En este sentido LINZI GLASS logra con acierto un constante sentimiento de amenaza, de tensión que va creciendo, la impresión de que algo va a pasar, de que las cosas se van liando poco a poco y pueden acabar fatal ...
Me ha parecido que EL FINAL DE LA INOCENCIA hace un planteamiento ligeramente simplón, correcto en el peor sentido, del trato a los negros (la novela sucede en Sudáfrica en pleno apartheid): son siempre buenísimos, frente a los blancos, mucho más retorcidos. Es, en cualquier caso, un planteamiento perdonable, sobradamente soportable: no cae en el exceso, y consigue dar ternura y un poco de magia a la situación. El personaje de Buza –el zulú que cuida por las noche la propiedad de los Iris- está bien conseguido y resulta amable: quizá es la única ventana a la esperanza de la novela, y es quien le da el punto más africano, con sus relatos tribales y sus comentarios llenos de sabiduría. Hablando de África, también me ha gustado el paralelismo que va haciendo Emily mientras relata la historia entre los animales (la riquísima fauna africana) y las personas.
Acabo diciendo otra vez –ya lo he dicho antes- que EL FINAL DE LA INOCENCIA me ha gustado y no me arrepiento de haberla leído. Pero, insisto: no creo que sea una novela para cualquiera, no gustará a todos.
Para contar únicamente lo imprescindible del argumento, copio lo que dice la contraportada del libro: “La joven Emily espera ilusionada el periodo en que sus padres acogen durante una temporada, en su infeliz hogar en las afueras de Johannesburgo, invitados: mientras dura la visita, sus padres dejan de lado sus desavenencias y se comportan como una verdadera familia. Una primavera, una familia de vagabundos –un matrimonio australiano y sus dos hijos– llega para quedarse un tiempo. Pero su presencia desencadena una serie de inesperados acontecimientos que romperán la esperanza de Emily de tener una vida familiar feliz y cambiará a todos para siempre... Alguien habrá robado la inocencia”. No me parece un resumen del todo acertado –EL FINAL DE LA INOCENCIA es mucho más rico y complejo de lo que acabo de transcribir- pero así no cuento más de lo necesario: como cualquier libro que pretende cierta intriga, es de los que conviene no conocer el final.
Acabé de leer EL FINAL DE LA INOCENCIA con una sensación extraña: me gustó, sin duda; me interesó y me cogió. Pero no es una gran novela, ni se la recomendaría a cualquiera.
EL FINAL DE LA INOCENCIA trata temas profundos, y por eso tiene interés; es una novela que tiene cierta “magia africana”, y eso siempre resulta atractivo; es una novela que tiene un ritmo cuidado, en la que la intensidad va creciendo a medida que un va leyendo, y eso capta la atención del lector, le engancha. Pero no es redonda. Los temas y las situaciones no siempre están bien desarrollados, a veces quedan flecos o se quedan cortos, a veces todo resulta previsible. Además, es un dramón en toda regla, y eso hay a quien le inquieta (no es mi caso: soy de los que no me importa que las cosas acaben mal). La situación que nos cuenta es triste y, desgraciadamente, demasiado real, demasiado habitual. Me parece, además, que deja poco espacio a la esperanza.
¿Cuál es el gran tema de EL FINAL DE LA INOCENCIA? Sin duda, la falta de atención a lo importante (dedicación a la familia, cariño verdadero a los hijos) y en cambio obsesión por el capricho, por lo superfluo, por lo personal, por aparentar (la imagen ante los demás de familia ejemplar, el aspecto físico, el dinero). Lily y Bob Iris están centrados en sus cosas (ella en Dennis, su amante; él en su trabajo) y no atienden a Sarah y a Emily, sus hijas. Ante los demás –incluso ante los desconocidos, porque Jock, Peg, Otis y Streak, los falsamente “gitanos” a los que alude el título original, son absolutos desconocidos- aparentan una vida feliz, pero es sólo imagen. No hay cohesión familiar. Falta, como Emily piensa tantas veces, el pegamento del cariño verdadero. Tampoco hay preocupación por los otros. Bob y Lily no tiempo ni cabeza para los demás. Pretenden que sus hijas sean perfectas, pero que las eduquen otros, que las quieran otros. Por eso, cuando llegan los problemas, no saben verlos: están ciegos, no aciertan a diagnosticar ni a manejar la situación, y la catástrofe resulta inevitable. En este sentido LINZI GLASS logra con acierto un constante sentimiento de amenaza, de tensión que va creciendo, la impresión de que algo va a pasar, de que las cosas se van liando poco a poco y pueden acabar fatal ...
Me ha parecido que EL FINAL DE LA INOCENCIA hace un planteamiento ligeramente simplón, correcto en el peor sentido, del trato a los negros (la novela sucede en Sudáfrica en pleno apartheid): son siempre buenísimos, frente a los blancos, mucho más retorcidos. Es, en cualquier caso, un planteamiento perdonable, sobradamente soportable: no cae en el exceso, y consigue dar ternura y un poco de magia a la situación. El personaje de Buza –el zulú que cuida por las noche la propiedad de los Iris- está bien conseguido y resulta amable: quizá es la única ventana a la esperanza de la novela, y es quien le da el punto más africano, con sus relatos tribales y sus comentarios llenos de sabiduría. Hablando de África, también me ha gustado el paralelismo que va haciendo Emily mientras relata la historia entre los animales (la riquísima fauna africana) y las personas.
Acabo diciendo otra vez –ya lo he dicho antes- que EL FINAL DE LA INOCENCIA me ha gustado y no me arrepiento de haberla leído. Pero, insisto: no creo que sea una novela para cualquiera, no gustará a todos.
4 comentarios:
De tu entrada lo que más me llama la atención es que digas que es un libro que te ha gustado pero que no recomendarías. Es algo que me pasa con cierta frecuencia; a veces leo libros (parezco el niño de la película esa de Bruce Willis) que aunque me gustan me cuesta recomendar. Por ejemplo, el que acabo de leer de Chueca Goitia
LAMMERMOOR, esto es como lo que decía ABBA, “Knowing me, knowing you”: para recomendar un libro tienes que conocer tus gustos –cosa bastante fácil- y sobre todo los gustos de los demás, mucho más complejo. A mi los libros tristes, o que no acaban bien, no me disgustan (me pasa lo mismo con las películas), pero hay mucha gente que no los soporta. Esté, además, sin estar mal no es que sea una obra de primera.
xG
Qué reseña tan interesante, como todas las tuyas, me gusta que hiles fino, porque a menudo leo reseñas demasiado entusiastas, sin ninguna arista, y echo a faltar algún matiz.
Lo que dices de los negros es muy común en muchas películas/novelas "políticamente correctas": Por ejemplo, todos los indios ("nativos-americanos") sin excepción son muy sabios, muy sufridos y en cuánto te descuidas están mirando al horizonte.
Me recuerda al personaje de Sidney Poiter en "Adivina quién viene a cenar", en una de estas parece que va a levitar.
Ah, a mí no me importa que los libros cuenten historias tristes, lo que no soporto es la desesperanza total y absoluta del tipo "realismo sucio" o de la peli "La tormenta de hielo"
Gracias, LOQUE. Lo correcto es una pesadez que machaca las historias, ya sean novelas o películas o lo que sea. El último ejemplo, AVATAR (no son sioux ni navajos, pero valen igual): visualmente espectacular –creo que eso no es discutible- pero la historia es tan tonta y tan “correcta” que la peli pierde gran parte de su interés … Sobre las historias tristes, si el final triste encaja y es razonable en la historia que te cuentan, bienvenido sea (no he visto La tormenta de hielo, así que sobre esa en concreto no puedo opinar).
xG
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