Hay muchas y buenas biografías de ADOLF LOOS disponibles, así no me voy a alargar copiándolas aquí (el retrato de arriba es de OSKAR KOKOSCHKA, pintado en 1909). En cualquier caso, para situar el edificio dentro la producción del arquitecto interesa saber que LOOS nació en Brno 1870 y murió en Viena en 1933, y que proyectó y construyó la VILLA MÜLLER entre 1928 y 1930: es, por lo tanto, una obra de plena madurez.
Arquitecto contemporáneo previo al movimiento moderno, no podemos identificar a LOOS con el racionalismo, aunque en algunos aspectos pueda parecer que sí. Es verdad que la imagen exterior de sus edificios se asemeja a la de los racionalistas, pero ni siquiera esa imagen Loosiana responde del todo a las ideas racionalistas. Si hubiera que definir en tres pinceladas la arquitectura de LOOS, habría que hablar de ORNAMENTO Y DELITO; de RAUMPLAN; y de vida hacia el interior del edificio: abomina de la decoración superflua; defiende que lo importante son los espacios, señalando que la singularidad de cada local –su uso, su importancia- se debe refleja en su volumen (utilizando sus propias palabras, “Mi arquitectura no es concebida por los dibujos, sino por los espacios. No dibujo plantas, fachadas o secciones: para mí, la planta baja o el primer piso, no existen. Sólo hay espacios continuos interconectados, habitaciones, salones, terrazas ... Cada espacio necesita una altura diferente. Estos espacios están conectados de manera que el ascenso y descenso no sólo son imperceptibles, sino que al mismo tiempo resultan funcionales.”); y se empeña en conseguir espacios interiores de gran calidad ambiental frente a unos exteriores sobrios y funcionales.
La VILLA MÜLLER ejemplifica a la perfección estos planteamientos. El exterior está concebido como un volumen paralepipédico muy sencillo, blanco, que contrasta notablemente con los edificios de su entorno (la VILLA está situada en STŘEŠOVICE, un barrio residencial por encima de HRADČANY al noroeste de PRAGA lleno de casitas fin & principio de siglo); únicamente llaman la atención los huecos de las ventanas, tanto por su falta de orden como por su carpintería pintada de color amarillo. En el interior nos sorprenden los espacios, cada uno con su tamaño preciso: un estrecho pasillo de entrada en color aguamarina nos lleva al vestíbulo de acceso, pequeño y bajo, y desde aquí –subiendo por una corta escalera- accedemos al gran salón, con su impresionante doble altura, sus vistas, sus imponentes materiales (incluso su singular mobiliario, hoy discutible …). Y desde el salón pasamos –o mejor, subimos de nuevo- al comedor que se vuelca sobre el salón, al boudoir de la señora MÜLLER, al despacho del señor MÜLLER, a su dormitorio o al de los niños, al cuarto chino y a la terraza. Son espacios que se van encadenando mediante cambios de alturas y se van relacionando mediante huecos que se abren de unos a otros (hay que reconocer que es un poco el festival del peldaño: para gente mayor no queda más remedio que utilizar ascensor, aparato instalado desde el principio en la VILLA, por supuesto …). No se trata, de todas maneras, de espacios realmente continuos que fluyen de unos a otros: el visitante –el visitante un poco experto- descubre enseguida que no estamos ante una obra realizada con los parámetros de LE CORBUSIER, ni mucho menos de MIES VAN DER ROHE (estoy pensando en el PABELLÓN DE BARCELONA, porque por desgracia no pude visitar la VILLA TUGENDHAT, en Brno: está cerrada por obras hasta primavera del año que viene). En LOOS, cada local es claramente distinto del anterior y del siguiente, tiene unos límites perfectamente definidos: se relacionan pero no se confunden, ni mucho menos se funden.
Y, por fin, el tratamiento de los interiores, exquisito: los propios materiales, cuidados hasta el extremo, dan calidad y calidez a la vivienda; maderas y mármoles se combinan con mobiliario y tapicerías para conseguir ambientes ricos o acogedores, representativos o domésticos, familiares o de trabajo.
La historia del edificio es ajetreada, paralela a la del país: sin entrar en detalles, baste decir que después del ‘48 en ella vivieron varias familias, a partir del ’51 -año en el que la VILLA es declarada Monumento Cultural de la Republica Checoslovaca- fue utilizada por como archivo del Comité Central del Partido Comunista Checoslovaco, y en 1995 pasó a formar parte del Mueso Municipal de Praga, que se encargó de restaurarla con gran fidelidad al proyecto de LOOS.
Respecto a mi visita, diré que para visitar la VILLA MÜLLER antes hay que concertarla por e-mail o por teléfono. Yo envíe un correo nada más llegar a PRAGA, y me contestaron enseguida diciendo que en la fecha que yo proponía no era posible el tour en inglés (en checo ni se me ocurriría intentarlo); así que pedí a un amigo checo que llamara para intentar aclarar el asunto: me propusieron hacer la visita esa misma tarde, y acepté (más vale pájaro en mano ...). Como ninguno de mis colegas de viaje estaba animado a ver la VILLA MÜLLER (luego se arrepintieron, claro), salí hacia allá a primera hora de la tarde y llegué con unos minutos de adelanto; la puerta estaba rigurosamente cerrada y tuve que llamar a un telefonillo para entrar, un caballero de seguridad salió hasta la calle para hacerme pasar, y después de pagar 400 coronas (más o menos 20 €, la visita más cara que hice en PRAGA), me pidieron que esperara en el vestíbulo. Supuse que llegaría enseguida el resto del grupo, pero sólo apareció una simpática guía que me anunció que yo era el grupo (como FEZZIK es la Brigada Brutal) y comenzamos a recorrer los dos solos la VILLA de una punta a otra. Extraño, pero a la vez maravilloso: una experta dispuesta a explicarme todo aquello, contestando las mil preguntas que se me ocurrían, y enseñándome con detalle cada rincón de la casa y del jardín. Una hora estuvimos allí, 400 coronas estupendamente invertidas. Eso sí, una vez que atravesé la puerta de la calle no pude sacar una sola fotografía: pregunté en caja nada más entrar, y me dijeron que para hacerlo debía pagar 10.000 coronas (400 € aproximadamente): como hablábamos en inglés, pensé que había entendido mal, y repregunté; la mujer me señaló un rótulo, donde efectivamente decía que para hacer fotos dentro del edificio había que pagar 10.000 coronas (y sólo 4.000 para hacerlo en el jardín), y añadió que podía comprar postales o un libro ... Cuando ahora lo pienso vuelvo a suponer un mal entendido, por absurdo. Me parece una decisión realmente inapropiada, en mi opinión una forma equivocadísima de ganar dinero que sólo consigue dejar al visitante –no muy abundante, normalmente experto, y que ya ha desembolsado una cantidad notable para entrar- con mal sabor de boca. Lógicamente, las fotos de interiores que acompañan esta entrada no las he sacado yo (están escaneadas del folleto que me entregaron junto con la entrada), y me parece que dicen poco de la VILLA MÜLLER. Las del exterior están hechas desde la calle (y con malísima suerte, por cierto: no sé por qué misteriosa razón muchas de las que hice esa tarde están ligeramente desenfocadas).
A pesar de estas extrañas decisiones de sus gestores, la VILLA MÜLLER es un edificio magnífico, que recomiendo a cualquiera que tenga interés por la arquitectura: en su sitio web se puede investigar más, y concertar la visita.
Hay en PRAGA otra villa de ADOLF LOOS, la VILLA WINTERNITZ. No es visitable, pero me acerqué a verla al menos por fuera. Está en SMÍCHOF, al sur-oeste de la ciudad, en la calle Na Cihlářce, 10 (anoto la dirección por si alguno está interesado en llegar: la que yo llevaba desde Madrid estaba ligeramente equivocada, con una errata en el nombre de la calle que la hacía irreconocible, así que tuve que hacer cierto ejercicio de búsqueda en el callejero hasta dar con ella).
5 comentarios:
Desde luego, una lástima que no pudieses hacer fotos del interior, lo más interesante de la Villa. Hay gestores culturales que parece que tiren piedras sobre su porpio tejado. Por lo demás, como siempre muy interesante la entrada, había oído hablar mucho de Loos, pero la verdad es que no tengo presente haber visto (o no conscientemente) ninguno de sus edificios. Será cosa de fijarme la próxima vez que visite Austria.
Ahora mismo no puedo escribir nada porque estoy babeando de la envídia, en primer lugar por haber hecho la visita y en segundo por haber tenido la oportunidad de hacerlo en ese "tète a tète"
ELENA, sí que es una pena, sí. Las fotos ayudan mucho a recordar lo visto, pero también a pensarlo, más en casos así: como no es simplemente un paisaje pintoresco, sino que se trata –aunque suene pedante- de algo más intelectual, mientras recorres la VILLA recibes mucha información que primero hay que disfrutar, pero luego hay que dejar reposar, para confirmar o rechazar opiniones y conclusiones; y unas buenas fotografías ayudan un montón a no repasar la visita solamente de memoria, muchas veces traicionera. Pero qué le vamos a hacer! Hablando de otra cosa, aprovecho para decirte que Blogger está contra mi, de nuevo: intenté –en varias ocasiones- comentar en tu blog la entrada sobre el insomnio pero no hubo manera: mis comentarios desaparecieron una y otra vez, fue completamente imposible (he visto que has publicado algo sobre Jane A, pero aún no he tenido tiempo de leerlo: intentaré comentar de nuevo, aunque sólo sea para comprobar si ha desaparecido la maldición).
LAMMERMOOR, fue una suerte. La guía era una mujer joven, sospecho que norteamericana, que lo sabía todo sobre la VILLA y que me la enseñó estupendamente. La primera impresión fue extraña (tanta historia y tanta cita previa y tanta pega para ver aquello, y al final no hay nadie …), pero luego resultó interesantísimo: algo así como si quien me enseñaba la VILLA fuera la mismísima dueña de casa.
xG
Siempre me ha gustado la arquitectura, y por eso me interesa conocer obras de distintos países. En este momento me encuentro en mi Alquiler departamento
Rio de Janeiro, y también disfruto de las excelentes maravillosas arquitectónicas que hay en dicha ciudad
CRISTIAN, gran ciudad, Río de Janeiro.
xG
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