Al reflexionar sobre el ECLECTICISMO es necesario caer en la cuenta de que no es un estilo que resulte de la mezcolanza descontrolada e insegura de los elementos de la gramática clásica, sino que supone la voluntad expresa de no atarse a una sola manera de hacer; implica una actitud intelectual precisa y voluntaria: la de valorar lo que tengo y elegir lo que me interesa para utilizarlo de forma absolutamente libre y consciente. De hecho el término tiene su origen en el verbo griego eklegein, que significa escoger. Para los eclécticos los códigos clásicos dejan de ser un absoluto y el artista –el arquitecto, en nuestro caso- posee la libertad de combinarlos según un gusto nuevo, una nueva estética. Podemos decir que ya no hay una verdad arquitectónica necesaria, una forma de componer predefinida: cada arquitecto crea sus reglas, cada obra tiene su código. Esta es una idea que surge como consecuencia del ECLECTICISMO filosófico de VÍCTOR COUSIN, que pretende tomar lo que hay de bueno en cada sistema de pensamiento. Cuando el pensamiento -y la arquitectura de su mano- andan este camino, va desapareciendo la objetividad que, a la larga, se sustituye por un lo-que-yo-decida, lo-que-me-dé-la-gana (situación en la que nos encontramos también hoy, aunque por motivos diferentes a los de finales del XIX ...).
A la vista de estas ideas cualquiera intuye el enorme riesgo del ECLECTICISMO: el arquitecto no puede justificar su obra más que en su propio buen hacer, en su genialidad; y, ya se sabe: a mayor libertad más riesgo. Esto, como todo, necesitaría mucho matiz, porque que la libertad implica riesgo hay que entenderlo como se debe (bienvenido sea siempre el riesgo que provoca la libertad), y porque la arquitectura generalmente tiene condicionantes que limitan una teórica libertad total del arquitecto: debe cumplir siempre una función, y por lo tanto ya tiene una necesidad previa que exige un buen funcionamiento; además hay que construirla; debe poder ser vivida; debe ajustarse a un solar concreto en un entorno concreto; debe convencer al propietario y ajustarse a sus necesidades y expectativas; la gran mayoría de las veces se ajusta a un presupuesto previo ... y así mil cuestiones más. Pero podemos decir que, al no haber reglas, hay mucho de “me gusta” o “no me gusta”. Los eclécticos hacen cosas estupendas, pero también hacen auténticos pastiches sin ningún interés, o construyen muchas cosas anodinas; demasiadas, y de ahí la mala opinión general sobre el ECLECTICISMO.
Esta falta de código que aporta al ECLECTICISMO una aparente libertad (ser libre no es únicamente hacer lo que me da la gana) será también la trampa que estrangule el propio estilo, y a principios del XX se levantarán voces que reclamarán para el hacer arquitectónico una racionalidad y una lógica que el ECLECTICISMO no posee, y que le llevarán a vía muerta. Pero hasta que eso suceda, el ECLECTICISMO triunfará en las escuelas de Beaux-arts como estilo elegante y de moda. Es, por ejemplo, el lenguaje que se utilizará durante toda la segunda mitad del XIX para construir los ensanches de las grandes ciudades europeas.
En España ya hemos contado cuál era el discurso arquitectónico a finales del XIX y principios del XX: un regeneracionismo basado en la vuelta a los estilos más patrios o a los regionalismos más identificables como hispanos. Pero eso no quita para que muchos –la alta burguesía, las grandes firmas comerciales, los hoteles que pretenden gran lujo, o los bancos- miren a Europa y busquen en el ECLECTICISMO -ese estilo elegante y de moda en las otras grandes capitales- el camino para afirmar su modernidad y su internacionalidad.
Y, obviamente, encontramos edificios eclécticos en la GRAN VÍA madrileña ...
Ya he dedicado en selecciónARTE una entrada en exclusiva al EDIFICIO METRÓPOPLIS, con toda seguridad el ejemplo ecléctico de más interés que encontramos en la GRAN VÍA. Pero no es, de ninguna manera, el único.
Nada más superar el EDIFICIO METRÓPOPLIS, en el número 1 de la GRAN VÍA con vuelta a la Calle del Caballero de Gracia, encontramos un EDIFICIO DE VIVIENDAS Y OFICINAS que hoy podríamos llamar ROLEX, por el enorme rótulo que preside su fachada. Proyectado por ELADIO LAREDO Y CARRANZA y construido entre 1916 y 1917 es, en mi opinión, ejemplo singularísimo de eclecticismo. Y digo esto porque no es un edificio ecléctico a la europea, o a la francesa: yo lo veo como un edificio ecléctico a la española. Soy consciente de que otros analizan este edificio de otra manera, y que tiene elementos franceses (el remate de pizarra en forma de pirámide truncada del cuerpo que parte la facha en dos podría estar perfectamente en el HÔTEL DE VILLE de PARÍS, por ejemplo) e italianos (el doble templete que remata el cilindro principal podría aparecer en cualquier cuadro del renacimiento); pero el resto de su repertorio es absolutamente neoplateresco, combinado con azulejo levantino o –en el pasaje de acceso- talaverano. Eso sí, sin seguir para nada las reglas renacentistas, y de ahí su eclecticismo. No es un edificio que me entusiasme, y situado junto al METRÓPOLIS tiene una comparación muy difícil de soportar, pero desde el punto de vista “técnico” pienso que tiene mucho interés.
A continuación, en el número 5 de la GRAN VÍA nos encontramos otro edificio ecléctico, ahora sí que de un estilo claramente europeo: ¿quién no ha visto a sus primos hermanos en los CAMPOS ELÍSEOS de PARÍS o en el GRABEN de VIENA? Construido en 1914 por JOSÉ MONASTERIO ARRILLAGA, fue destinado en su origen a viviendas de alquiler.
Cruzando la calle, en el número 10 de la GRAN VÍA, está el edificio de SEGUROS LA ESTRELLA. Fue proyectado y construido por JERÓNIMO PEDRO MAHET RODRÍGUEZ entre 1916 y 1921, y no me paro a describir los elementos eclécticos porque me empezaría a repetir, pero pienso que aunque en algunos lugares señalan este edificio como neobarroco, a nadie se le escapa su filiación ecléctica. La fachada tiene en el centro un nicho con un conjunto escultórico de los hermanos MIGUEL y LUCIANO OSLÉ SÁENZ DE MEDRANO: aunque no es fácil de identificar (y menos desde la calle) podría tratarse de Pandora, con su caja en la mano, y a sus pies Vulcano (su modelador) y Venus. Las ménsulas y las cariátides que sustentan los miradores fueron realizadas por MIGUEL CASTAÑOS. En su origen remataba el cuerpo central un torreón de dos alturas, hoy desaparecido que pero que se puede ver con claridad en algunas fotografías de época (lo mismo le pasa, por cierto, a otros edificios de la GRAN VÍA, que también están desmochados: el doble templete circular del EDIFICIO ROLEX ha perdido un remate de forja que lo coronaba, que se ve en fotografías y que no debía ser muy afortunado. Desconozco –por ahora- el motivo de estas decapitaciones).
Un poco más arriba, en el número 13 de la GRAN VÍA, nos topamos con el CASINO MILITAR, actual Centro Cultural de los Ejércitos, que el arquitecto EDUARDO SÁNCHEZ EZNARRIAGA proyectó y construyó entre 1914 y 1916. Además de todo lo ya señalado sobre el estilo, sugiero valorar la diferente composición de sus tres fachadas –entre las que destaca sin duda la de la calle del Clavel, con su mirador en el piso principal y esos dos bonitos remates laterales en hierro y cristal- la marquesina de vidrio que protege el acceso por la esquina, y en general todo el trabajo de forja. En el interior, el patio central está cubierto a la altura de primera planta con otra estructura de hierro y cristal que también tiene interés. En mi opinión resulta dudoso todo lo que hay en la esquina GRAN VÍA/Calle del CLAVEL por encima de la marquesina, especialmente el torreón de remate de planta rectangular –casi todos los demás de la GRAN VÍA tienen planta circular- con esas ventanas que se abren en medios arcos no coincidentes, por no hablar de las cajas de persiana que han instalado ... A pesar de este comentario mío, en 1918 el edificio consiguió una mención honorífica en los premios de arquitectura que concedía el Ayuntamiento.
En el número 16 de la GRAN VÍA con vuelta a la calle del Clavel, otro ejemplo ecléctico: el antiguo EDIFICIO DE VIVIENDAS Y OFICINAS DE DON RAFAEL SÁNCHEZ (1914-1916), del arquitecto JULIO MARTÍNEZ-ZAPATA RODRÍGUEZ. Como refleja alguna foto de época, D. Rafael abrió en los bajos del edificio unos almacenes que se anunciaban con un gigantesco rótulo –ALMACENES RAFAEL SÁNCHEZ- en el toldo. También esté ha perdido algunos elementos decorativos en las partes más altas.
Por último quería citar el HOTEL ATLÁNTICO, en el número 38 de la GRAN VÍA con vuelta a la calle de Concepción Arenal (originalmente fue un EDIFICIO DE VIVIENDAS PARA EL MARQUÉS DE FALCES), del arquitecto JOAQUÍN SALDAÑA LÓPEZ, proyectado y construido entre 1920 y 1923. Ligeramente posterior a los que hemos citado y construido ya en la segunda parte de la GRAN VÍA (lo que debía ser el Bulevar) es una apoteosis ecléctica: no le falta de nada, y todo se combina de forma completamente aleatoria. Eso sí, con poca fortuna: en mi opinión le falta la armonía compositiva que consiguen otros edificios, y en éste todo resulta excesivamente vertical y falto de proporción entre sus partes.
Quedaría quizá comentar la fachada que el arquitecto CARLOS LUQUE superpuso en 1916 al ábside del ORATORIO DEL CABALLERO DE GRACIA, en el número 17 de la GRAN VÍA, pero eso lo dejamos para el mes que viene.
12 comentarios:
Está claro que tengo que imprimirme tus artículos sobre la Gran Vía y leermelos con calma. Además de algún que otro libro sobre arquitectura que ¿Podrías recomendarme?
Como no me libro de mi tendencia divagatoria, me viene a la cabeza algo que ya había pensado a raiz de otra de estas entradas. La vinculación en mi concejo (laboral) (donde controlo más esos asuntos) los principales edificios estaban ligados a la burguesía comerciante y a la industrial que era la que tenía dinero para pagar a un arquitecto; y, por ello, muchos edificios incluían el comercio en la planta baja y había una comunicación interior.
Omito los comentarios, al menos por ahora, sobre lo de la "funcionalidad" que debe tener el edificio y las limitaciones y condicionamientos de los solares donde se edifica.
LAMMERMOOR, ya perdonaréis que las entradas me queden largas larguísimas, pero me lo paso tan bien leyendo y escribiendo y sacando fotos, que al final ...
¿Un libro sobre arquitectura? Difícil cuestión, la verdad: los sencillos me parecen demasiado elementales y los más específicos o monográficos pueden no dar una visión global. Pensaré algo, a ver qué se me ocurre.
En cuanto al destino comercial de los bajos, lo que dices es cierto en un elevado porcentaje de los casos: aunque no se pueden hacer –en casi nada- reglas absolutas, en las zonas de ensanche de las ciudades (y la Gran Vía tiene que ver con ellas) fue la burguesía quien se asentó, y en muchos casos los inmuebles tenían un dueño que establecía su comercio a la altura de calle y la vivienda en el principal, comunicados. Y en cuanto a esos comentarios que omites, sospecho que aflora cierta visión profesional relacionada con normativas y ordenanzas ...
xG
Tengo algunos (en el trabajo) pero son referidos a Asturias. Y me vendrían bien porque tenía un proyecto que era estudiar la evolución urbanística del concejo con el hilo conductor de los arquitectos municipales.
NO seré yo quién diga nada de la extensión de las entradas, pero en concreto estas de arquitectura, me piden lectura pausada y relectura. Para esto estaría bien un e-book. Será cosa de empezar a pensar en comprar uno.
Estoy como Lamermoor, acabo de imprimirme el artículo para leerlo con calma.
LAMMERMOOR, entiendo que lo que tienes referidos a Asturias son algunos libros, lo que confirma de nuevo esas sospechas mías (por cierto, me gusta lo de Concejo, porque aquí en lo madriles de eso no usamos). Libros tengo unos cuantos en la cabeza: unos tratan cuestiones teóricas bastante puntuales o sobre periodos históricos concretísimos, y otros son monografías de arquitectos, con su obra explicada en detalle. Pero me cuesta dar con títulos ... digamos generalistas, que pueda recomendar con seguridad a una persona interesada y culta pero no profesional, especialmente si busco algo que no sea historia de la arquitectura. Y te advierto que esto me está dando que pensar: si concluyo algo, os lo contaré.
LOQUE, sin ninguna prisa (ni ninguna obligación, claro!)
xG
Hola XGaztelu,
estoy con Lammermor y Loque, en lo de imprimir tus entradas.
Cada vez encuentro más paralelismos con el ensanche bilbaíno (salvando las distancias), y me quedo pensando en lo dificil que es aquí encontrar un material escrito como es debido, que trate precisamente estas etapas, neos, regionalismos, eclecticismo.
Ya te comentaba en otra ocasión, que las versiones de los arquitectos y de los de historia del arte no son ni parecidas, por lo que a veces uno es cauto al calificar un edificio y sus influencias.
En algunos de los primeros edificios de la Gran Vía en Bilbao, los pisos bajos eran para los dueños, mientras que los sirvientes ocupaban los pisos más altos, más estrechos y con más calor, los comercios llegaron más tarde...
Interesante tu reflexión sobre los edificios desmochados, hay mucho que descubrir y debatir...
Un saludo ;-)
Vale, ya lo he hecho, impreso y leído.
Muy interesante, como la primera parte, el otro día estuve cerca y con las hojas en la mano, pero al final no fui porque fui a una exposición, a la de Fascinados por Oriente, que ahora paso a comentar en el post conveniente.
MARIBEL, aunque entiendo lo que dices, confío que alguna relación sí que haya entre historiadores y arquitectos que hablan de lo mismo: si no, menudo lío. Ven lo mismo desde ángulos distintos, y por lo tanto en lo básico deben coincidir y en lo parcial de su óptica pueden no hacerlo. A demás, está el famoso tema de los grises ... Pero hablando de esa objetividad que en ocasiones se pierde, sí te puedo asegurar -aunque sea tirar piedras contra mis propias entradas- que a veces el rigor brilla por su ausencia: a medida que leo cosas sobre la Gran Vía veo que los datos bailan de un “historiador/arquitecto” a otro con enorme facilidad. Es verdad que las diferencias son pequeñas y en asuntos de muy poca trascendencia –para lo que nos ocupa, que un edificio se construyera en 1914 ó 1915 es irrelevante- pero es una pena. Y digo lo de las piedras contra mí mismo porque, como no estoy haciendo una tesis doctoral, yo tampoco estoy matándome por el rigor: me quedo con el dato que me parece más razonable o que se repite más, pero no voy más allá. Así que selecciónARTE también colabora con el caos.
LOQUE, me alegra que te haya gustado: la elección de FASCINADOS POR ORIENTE es buena: la GV no se va a mover de su sitio: siempre habrá otra ocasión ...
xG
Amigo mío, que risa me da leer que colaboras con el caos.... arquitectos frente a historiadores; difícil elección, aunque yo, claro, debo ponerme del lado de los segundos, jajajja.
Por fin he tenido la oportunidad de reflexionar sobre lo que nos cuentas.
Tu introducción al Eclecticismo, así como la explicación del porqué de su mala fama, creo que en absoluto contribuyen al caos, sino todo lo contrario. Aclara los conceptos, y no le sobra ni una línea.
Me resulta curioso el desmochamiento de los edificios. Aquí, como sabrás, cuando las guerras carlistas y banderizas, la mayoría de las casas-torre de la burguesía y nobleza vizcaína se desmocharon, truncando así tanto su estética como su función defensiva, y hoy se antoja extraña su vista a lo largo de las calles del Casco Viejo bilbaíno.
Obviamente, el caso de los edificios de la Gran Vía madrileña es diferente, y tal vez tenga más relación con nuestro más reciente caso: la Iglesia del Sagrado Corazón, negótica libre, cuyos pináculos debieron demolerse por el deterioro alarmante que presentaban y el riesgo de derrumbe.
El resto de los edificios que comentas tendremos que repasarlos "in situ", algo que estamos deseando!
Un abrazo!
Ante una elección difícil ¡se ecléctico!: quédate con lo bueno de cada uno (si es que los arquitectos tienen algo bueno, que ya sabes cómo son ...) En cuanto a las “decapitaciones”, pienso que debe ser por problemas de mala conservación y falta de seguridad, pero seguiré investigando.
Muchas gracias por tu comentario,
xG
Gracias por tu generosidad al compartir con nosotros este artículo en Internet. Le creo muy acertado y clarificador de las ideas que en aquellos años de construcción de la Gran Vía circulaban por España y como hemos apreciado en otras capitales europeas.
El INDIVIDUALISMO, pese a la potencia de las teorías sociales de entonces tuvo su expresión en ese ECLECTICISMO del que nos hablas y explicas. La gran suerte es advertirlo en paseos por la Gran Vía.
Ayer por la mañana, hice ese paseo y hoy al leer tu artículo he sentido una gran emoción.
ANÓNIMO, gracias a ti por tu comentario: la verdad es que es una maravilla encontrar gente con gustos similares a los tuyos/mios. Y poder pasear por la GRAN VÍA, un lujazo: esa suerte tenemos los madrileños!
xG
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