martes, 6 de octubre de 2009

UNA LECTORA NADA COMÚN, de ALAN BENNETT


Con motivo de una sugerente entrada de EL GUISANTE VERDE PROJECT sobre 84 CHARING CROSS ROAD, he leído UNA LECTORA NADA COMÚN, y me ha parecido un descubriemiento interesante. Es verdad que ya tenía refernecias –buenas- del libro, y estaba en mi lista de pendientes, pero he necesitado ese empujón para ponerme manos a la obra ...

ALAN BENNETT nos cuenta cómo la reina de Inglaterra (no una reina teórica: la mismísima Isabel II, que además sale bastante bien parada del asunto) empeiza a leer por pura casualidad y resulta fascinada por la lectura hasta el punto de reorientar su vida. Con un argumento así de sencillo, UNA LECTORA NADA COMÚN es un pequeño pozo de ideas –sencillas y conocidas, pero no por eso menos interesantes- sobre el placer de la lectura y de las consecuencias que puede tener ser seducido por ella. Además, es una novela ingeniosa, divertida e irónica, que se lee muy bien.

En un primer momento, al recorrer las primeras páginas del libro, me pareción un auténtico hayazgo; después, a medida que seguía leyendo, la novela se puso más en su sitio: no creo que pase a la historia como una de las grandes novelas sobre libros (84 CHARING CROSS ROAD, que estoy acabando y comentaré cualquier día en selecccióARTE, sí que lo ha hecho), pero desde luego es un libro que vale la pena. Animo a todo el que le guste leer a que se lance: es muy breve e, insisto, jugoso en ideas; ideas sabidas pero de esas que a uno le gusta ver escritas. Me ha parecido –lo acabo de sugerir- que tiene dos partes distintas, y la segunda está menos conseguida que la primera, pero eso no le quita encanto.

He copiado varias frases de UNA LECTORA NADA COMÚN que ilustran algunas de esas ideas de siempre: aquí las dejo por si alguno se anima. Es verdad que fuera de contexto resultan menos expresivas, y que resultan un poco largas: la entrada extensísima y no es obligatorio seguir ...

Leer vs hacer algo, esa sensación de muchos de que leer no es hacer algo útil: “Nunca le había interesado mucho la lectura. Leía, por supuesto, como todo el mundo, pero el gusto por los libros era algo que dejaba a los demás. Era un hobby, y la naturaleza de su trabajo entrañaba no tener hobbies. El jogging, cultivar rosas, el ajedrez o escalar, el aeromodelismo y decorar tartas. No. Las aficiones suponían preferencias y había que evitar las preferencias: excluían a gente. No tenía preferencias. Su trabajo consistía en mostrar interés, pero no en interesarse. Y además leer no era hacer algo. Ella hacía cosas.”

La necesidad de saber elegir libros, de dejarse aconsejar, de leer cada libro en el momento oportuno: “A la caza del amor resultó ser una elección afortunada y, a su manera, memorable. Si Su Majestad hubiera escogido otro tostón, una de las primeras obras de George Eliot, pongamos, o una de las últimas de Henry James, lectora novata como era, habría podido abandonar la lectura para siempre y no habría aquí historia que contar. Habría pensado que los libros dan trabajo.”

Libros que llevan a otros libros: “Lo que asimismo estaba descubriendo era que un libro llevaba a otro, nuevas puertas se abrían dondequiera que mirase y los días no eran lo bastante largos para leer todo lo que ella quería.”

La lectura como placer contagioso, que hay que dar a conocer: “Tras haber descubierto los placeres de leer, a Su Majestad le encantaba transmitírselos a los demás”

Empeñarse en leer, encontrar el tiempo para la lectura, aprovechar ratos: “—¿Leer, señora? —¿Libros? —Cuando tengo ocasión, señora. Casi nunca encuentro tiempo. —Es lo que dice mucha gente. Hay que encontrarlo. Por ejemplo, esta mañana. Va a estar esperándome sentado delante del ayuntamiento. Podría leer entonces.”

La idea equivocada de que la lectura es un asunto rancio, de gente aburrida o sin otras posibilidades: “La lectura, sin embargo, le incomodaba. —Creo, señora, que aunque no exactamente elitista, transmite una mala onda. Tiende a excluir. —¿Excluir? Pero si casi todo el mundo sabe leer… —Sabe leer, señora, pero no estoy seguro de que lo hagan. —Entonces, Sir Kevin, les estoy dando un buen ejemplo.” “—Leer es retraerse. No estar disponible. Sería más fácil de asimilar —dijo Sir Kevin— si fuera una actividad menos… egoísta. —¿Egoísta? —Quizá debería decir solipsista. —Quizá.”

El enriquecimiento que supone la lectura, su utilidad: “...había leído tan poco de lo que habían escrito que no se le ocurría nada que decir, y ellos, por supuesto, no le habían dicho nada interesante. Qué desperdicio. Cometió el error de mencionarle esto a Sir Kevin. —Pero a Su Majestad, sin duda, debieron de aleccionarla. —Desde luego —dijo la reina—, pero aleccionar no es leer. De hecho es la antítesis de la lectura. Aleccionar es sucinto, concreto y pertinente. Leer es desordenado, disperso y siempre incitante. El aleccionamiento cierra un tema, la lectura lo abre.” “—¿Pasatiempo? —dijo la reina—. Los libros no hablan de pasar el tiempo. Hablan de otras vidas. Otros mundos. En vez de querer que el tiempo pase, Sir Kevin, ojalá dispusiéramos de más. Si quisiéramos un pasatiempo, podríamos irnos a Nueva Zelanda.” “—Sí. Es exactamente eso. Un libro es un artefacto para encender la imaginación.”

El método de lectura, cómo hay que leer: “al principio leía con temor y cierta desazón. La propia infinitud del número de libros era un desafío y no sabía por dónde continuar; no leía con método, sino que un libro conducía a otro y a menudo leía dos o tres al mismo tiempo. La fase siguiente fue cuando empezó a tomar notas, y a partir de entonces leía siempre con un lápiz a mano, no para resumir el texto sino simplemente para transcribir pasajes que le gustaban. Sólo al cabo de un año, más o menos, de leer y tomar notas se aventuró a apuntar algunos pensamientos propios. «Considero la literatura», escribió, «un vasto país que estoy recorriendo, pero a cuyos confines más lejanos no llegaré nunca. Y he empezado muy tarde. Nunca me pondré al día.» Más adelante (una idea sin relación con la anterior): «El protocolo puede ser malo, pero es peor una situación embarazosa.»”

Libertad para leer, no al imperio de los culturetas, de las modas, de los intelectualoides; cada uno lee lo que quiere, lo que le gusta (me vino a la cabeza la biografía de Britney Spears que alguna ha leído hace poco): “pudiera pasar tan fácilmente de la autobiografía de una protagonista del mundo del espectáculo a los últimos días de una poeta suicida podía denotar incongruencia y a la vez falta de percepción. Pero lo cierto es que al principio para ella todos los libros eran iguales y, como con sus asuntos, se sentía en la obligación de acercarse a ellos sin prejuicios. Los libros instructivos no existían, eran países inexplorados y, por lo menos al principio, no hacía distinciones. Con el tiempo empezó a discriminar, pero aparte de los ocasionales consejos de Norman nadie le decía qué debía leer y qué no. Lauren Bacall, Winifred Holtby, Sylvia Plath…, ¿quiénes eran ésos? Sólo leyendo lo averiguaría.”

Leyendo se aprende a leer, a juzgar, a tener criterio sobre literatura, a hacer crítica: “Era el afán de recuperar el tiempo perdido lo que la impulsaba a leer tan deprisa y, de paso, a hacer cada vez con más frecuencia (y más aplomo) comentarios de su cosecha, aplicando a lo que, en efecto, era crítica literaria el mismo talante franco con que afrontaba otras facetas de su vida. No era una lectora benévola, y muchas veces deseaba haber tenido delante a los autores para cantarles las cuarenta. «¿Soy la única», escribió, «que querría echar un rapapolvo a Henry James?»”

La lectura nos hace más humanos, mejores: “En el momento no se le ocurrió pensar que aquel arranque de consideración tuviese algo que ver con los libros y hasta con el perpetuamente irritante Henry James. Pero más adelante sí lo pensaría, y en una de sus últimas notas escribió: «Creo que quizá me estoy convirtiendo en un ser humano. No estoy segura de que sea una evolución bien recibida.» Y a continuación se le ocurrió poner la fecha.”

Podría añadir algun cita más, y quizá las haya mejores, pero paro aquí. Hace pocos meses vi en una de esas entrevistas de contarportada del suplemento donimical de algún periodico, cómo le preguntaban a un conocido futbolista qué libro de los que había leído le había gustado más. La pregunta parecía hecha con mala baba, y el pobre, cogido en falta, contestó diciendo: “Yo soy más de revistas”. Mientras leía UNA LECTORA NADA COMÚN me ha venido a la cabeza varias veces esa contestación –toda una actitud, pero reconozcamos que a ese individuo no le pagan por leer sino por meter goles- pensando en lo que se pierden los que no leen ...

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Has sucumbido a este libro, me encanta, yo lo leí hace tiempo y lo tengo puesto en mi blog, lo recomiendo a todo el mundo y lo regalo, acierto siempre.
Es una pequeña joya, llena de humor, inteligencia y sutileza.
Me alegro de que lo haya leído
Un saludo
Teresa

xGaztelu dijo...

Creo, TERESA, que usas la palabra justa: sucumbir. Uno empieza a leer UNA LECTORA NADA COMÚN y sucumbe ante su encanto, no puede parar. He visto tu entrada sobre le libro, y coincido con todo lo que dices (¿No estabas en Méjico?...).

xG

loquemeahorro dijo...

Fue una de las primeras reseñas que leí en el blog de Teresa y quizá por eso le tengo un cariño especial.
Después los Guisantes, y ahora tú, que la verdad es que le has hecho una reseña que se nota que has escrito con cariño.
De acuerdo con tantas cosas de las que menciona, como que unas lecturas te llevan a otras, o lo de leer sin orden, sin obligaciones, etc...
Los futbolistas en general, son "más de revistas", pero yo creo que porque no conocen realmente (y nunca mejor dicho) la lectura, que tiene para todos los gustos y niveles intelectuales.

En fin, que yo también quiero "evangelizar" al personal con el placer por la libros.

Hablando de primeras reseñas, yo conocí tu blog por una Henry James, verdad?

El Guisante Verde Project dijo...

Hola Gaztelu! Gracias por el enlace. Me alegro de que el nuestro haya sido el último empujón, ejejejee.
Lo tuyo sí es una reseña en toda regla de este pequeño libro. Y las citas, como dice Loque, muestran que lo has leído con auténtico interés.

Creo que 84 de Charing Cross es un libro más emotivo, que tiene a su favor ser una historia real, ocurrió en una época que gran parte de la población europea recordaba y en la que se vio inmersa, convirtiéndose así en un símbolo de la lucha contra la desazón de la guerra. Por eso pasará a la historia.


Saludos!

Ion Egúzkiza dijo...

Mucho mejor 84, Charing. En mi opinión Bennettt es inferior. O quizá el registro frívolo que utiliza me despistó y me hizo perderme algo (las citas de xG muestran que el tipo dice cosas serias). Que no me gustó mucho, vaya.

xGaztelu dijo...

LOQUEMEAHORRO, realmente no recuerdo si fue Henry quien nos presentó ... Pero si fue él, que no te inquiete la cita negativa que incluí en mi entrada: a pesar de esa y otras lindezas que BENNET/Isabel II dedican a Henry James, la reina acaba congraciándose con él (y copio de nuevo de UNA LECTORA NADA COMÚN): “... la reina empezó a coger cada vez más libros de sus propias bibliotecas, en especial de la de Windsor, que tenía un número de autores modernos limitado pero en cuyos anaqueles abundaban ediciones de los clásicos, algunos, por supuesto, autografiados: obras de Thackeray, Balzac, Turguéniev, Dickens, Trollope, George Eliot, Hardy, que en otro tiempo habría juzgado inaccesibles, pero que ahora recorría de principio a fin, con el lápiz siempre a mano, y reconciliándose en el proceso incluso con Henry James, cuyas divagaciones a estas alturas le parecían bien. «Al fin y al cabo», anotó en su libreta, «las novelas no se escriben en línea recta.»” Ahí queda eso.

GUISANTES (supongo que os molesta: lo digo con todo cariño), gracias a vosotros por la “pista definitiva”. También he terminado ya 84 CCR –lo comentaré un día de estos- y he vuelto a comprobar que es un grandísimo libro; estoy completamente de acuerdo con lo que apuntáis.

ION, nadie discute que 84 CCR está en otro nivel: yo, desde luego, lo tengo clarísimo. Pero en mi opinión –y veo que en la de más gente- UNA LECTORA NADA COMÚN tiene el mérito de decir cosas interesantes sobre los libros y la lectura de forma atractiva para muchos (trama, lenguaje, desarrollo ...). Yo no la tacharía de novela frívola, aunque efectivamente hace alguna concesión a la galería. De todas maneras, ya lo dice la reina de Inglaterra: ¡libertad de gustos! Ya se ve que tú, como le pasa a Isabel II con Henry James, desearías haber tenido delante a BENNETT para cantarle las cuarenta ...

xG

Ion Egúzkiza dijo...

Bueno, tanto como cantarle las 40... La verdad es que cuando lo leí no me fijé en que decía tantas cosas sobre libros/lecturas: andaría mirando para otro lado o buscando otra cosa.

xGaztelu dijo...

ION, eso pasa –qué te voy a contar que no sepas: de cada libro, cada quien se queda con cosas distintas. O sencillamente no conecta, por lo que sea, y tampoco pasa más ...

xG