Ahora, después de estar allí unos días y de pasear la ciudad a conciencia, en profundidad –unos paseos larguísimos y deliciosos-, ya puedo decir cómo es PRAGA. O, al menos, como es mi PRAGA, la que yo he visto, la que he caminado y he pensado, la que tratado de entender y sobre la que pienso escribir algunas entradas en seleccciónARTE.
Imagino que después de esta introducción más de uno y más de dos estaréis sospechando que algo pasa … y sí, sí que pasa. Le he puesto algún pero a la ciudad más bonita de Europa. Y lo voy a explicar en dos entradas: empezó siendo sólo una, pero el texto resultaba largo y pesado (muchos ya me conocéis), así que he preferido partirla en dos.
PRAGA, digámoslo cuanto antes, es efectivamente una ciudad preciosa. Pasear por casi cualquier rincón de la zona histórica es delicioso: MALÁ STRANA –quizá el barrio que más me ha gustado de PRAGA- es fantástica; la Ciudad Vieja (STARÉ MĚSTO) está llena de vida; el Barrio Judío (JOSEFOV) tiene un punto mágico; el Castillo de PRAGA y su entorno (HRADČANY) están llenos de tesoros; pasar por el Puente de Carlos (KARLŮV MOST) a cualquier hora del día o de la noche es divertido. Incluso la Ciudad Nueva (NOVÉ MĚSTO), mucho más sosa que el resto, tiene rincones agradables y cervecerías de primera.
PRAGA es una ciudad para mirar, para los ojos: vayas por donde vayas, te asomes donde te asomes, subas a la torre que subas, descubres unas vistas que son siempre singulares, pintorescas (en mi opinión pintoresca es una de las palabras que describen estupendamente la ciudad). Imágenes vistosas –muchas veces vistosísimas- por todos los sitios: una fachada profusamente decorada, una perspectiva entre soportales, un reflejo en el Río Moldava (VLTAVA), un parque de vegetación densa, unas escaleras interminables que parece que llevan al cielo, el tranvía que cruza una plaza, una banda de Jazz … Imágenes que todos intentamos constantemente llevarnos en la cabeza y, para que no se nos olviden, en la cámara de fotos. He hecho cientos de fotos de PRAGA, y estoy encantado de haberlas hecho, a pesar de que alguna persona me haya tachado de japonés. Sí, en esto soy como los japoneses, fotografío todo lo que me gusta sin ningún rubor (y después tiro –también sin ningún problema- todas las imágenes que sobran: no sé si lo harán los japoneses).
PRAGA está llena de detalles. Mientras la recorría pensé que es una ciudad para ver al menos dos veces, o mejor, de dos maneras. Una mirando de frente, disfrutando de la PRAGA que uno ve a la altura de los ojos, de las primeras impresiones de una ciudad impresionante. Y otra más tranquila mirando hacia arriba, descubriendo los mil detalles que llenan las fachadas (detalles barrocos, neoclásicos, historicistas, nouveau, déco, cubistas …) y los esgrafiados que decoran sus paños ciegos o sus cornisas y remates. PRAGA es también una ciudad llena de estatuas (Atlantes, Cariátides, Santos, Vírgenes, animales) y de símbolos, esas imágenes que identifican cada casa: una llave dorada, dos osos, una langosta verde, un carnero, tres violines, un sol negro, la cabeza de medusa, tres plumas blancas … Una ciudad riquísima en detalles ornamentales, que uno puede no apreciar a la primera y sin duda aportan notablemente a su belleza.
PRAGA está llena de vida: restaurantes, cerveza (PIVO, dicen ellos), conciertos en cada iglesia, puestos de láminas y acuarelas por las esquinas, chiringuitos de recuerdos, vendedores de bisutería, tiendas de cristal de Bohemia, caricaturistas, músicos callejeros, negros vestidos de marinero (blanco inmaculado y ribete azul) que ofrecen recorridos fluviales, algunos checos (que supongo que también habrá), y sobre todo turistas. Infinitos turistas que atiborramos las calles, las plazas, los puentes, las cervecerías … y eso me parece estupendo. Yo me incluyo entre todos esos turistas, procuro no creerme de una clase selecta –a algunos les pasa- más culta, que opina de todo y a todo saca pegas (no me gustaría ser así, a pesar de la conclusión que he sacado de PRAGA). Es verdad que no he ido en un gran grupo, con guía a la cabeza que lleva una antena levantada con pañuelo atado en el extremo para que nadie se pierda; es verdad que he visto encantado varias veces los mismos sitios, sin limitarme a ir tachando en una lista lo que las guías de viaje recomiendan; es verdad que he procurado enterarme con algo de detalle de lo que iba a visitar, para sacarle más jugo que el que se saca sin más de un vistazo rápido. Pero también es verdad que he disfrutado cruzándome con la gente (auténticas masas), oyendo idiomas no identificables ni comprensibles (por cierto, el checo es endiablado), teniendo que parar para dejar pasar o cambiar de camino para evitar auténticos atascos. Y por supuesto que me he apiñado delante del reloj de la torre del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja (STAROMĚSTKÁ RADNICE) para ver cómo se asoman los apóstoles y he aplaudido al individuo que, desde arriba, toca la trompeta.
En PRAGA he descubierto, además, arquitectura de interés de la que hablaré en selecciónARTE con algo de detalle. El tiempo nos ha acompañado: no hemos tenido siempre sol radiante, e incluso algún día cayeron cuatro gotas, pero tampoco ha hecho calor y hemos caminado cómodamente por PRAGA. Los precios son razonables, aunque es verdad que uno acaba cansado de pagar por absolutamente todo. Hemos encontrado pocas obras en las calles y en los edificios (lástima del andamio en el arranque de las torres de Nuestra Señora de TÝN, CHRÁM PANNY MARIE PŘED TÝNEM). Y los checos a los que he conocido son tremendamente simpáticos.
Entonces, si todo lo dicho sobre PRAGA es tan maravilloso, ¿dónde está el problema? Seguro que los que habéis estado allí lo detectaríais igual que yo, pero en cualquier caso os lo contaré enseguida.
7 comentarios:
¿la pega es que es una ciudad demasiado turística? no sé, me has dejado con la intriga, yo no he estado aún y eso que tengo muchas ganas de conocerla, iba a ir este verano pero al final no ha podido ser. Las fotos son preciosas. Un abrazo
Espero tu siguiente entrada para saber qué pega le pones a Praga. A mí me pareció fascinante, aunque un poco maleada por el turismo; me refiero no tanto a la cantidad de turistas (yo estuve en invierno y no era tan grave), como a que todo está muy orientado al turista y uno acaba preguntándose dónde está la verdadera vida praguense, la de los checos. Bueno, como pasa en tantos otros sitios, me temo que es inevitable.
¿Se puede tener nostalgia de un sitio donde no has estado? (suspiro)
Yo suponía que la pega sería esas masas humanas, que según me han comentado a veces no te dejan ni andar, como el archiconocido Puente de Carlos.
Yo también veo un poco ridículos los que van por la vida de "yo no soy turista".
Una vez conocí a una pareja que no paraba de contarnos lo superiores que se creían porque no reservaban los hoteles desde España sino que los buscaban directamente en el país de destino.
Incómodo (pierdes mucho tiempo buscándolos) y peligroso (a veces no encuentras plaza en ninguna parte), lo sé porque lo he vivido en mis carnes. Pero eso sí ¡Qué guay eran!
CAROL, ELENA, quizá ya lo habéis leído: efectivamente por ahí van los tiros, aunque no es tanto que la ciudad esté muy volcada al turismo o haya muchos turistas, que eso no me parece mal, como que para conseguirlo la ciudad pierda autenticidad y acabe resultando falsa, teatral. También es verdad que esto tiene su lado bueno: los que conocieron Praga en 1990 me dicen que entonces aquello era una auténtica pena. Urbanísticamente (o arquitectónicamente) no es difícil de imaginar, porque a medida que te alejas del centro de la ciudad todavía quedan muchos edificios, calles, y plazas sin arreglar: te das cuenta de lo descuidado debía ser todo. Además, a eso se debía sumar una situación social de pobreza –precariedad, al menos- que ahora ya no se ve.
LOQUE, sí que se puede nostalgia: a mi me pasa. Hay ciudades que “de tantas ganas de ir” nos sabemos casi de memoria, en las que “ya hemos estado” y a las que tenemos auténticas “ganas de volver”. Sobre los no-turistas he oído algunas teorías este verano: mamarrachadas, en mi opinión ¿Qué tiene de malo ser turista?
xG
Para mí, la mayor pega -aunque la ciudad me pareció preciosa- es el exceso de turistas. Por momentos tuve la sensación de que TODOS los turistas del mundo habían escogido la misma semana y destino que yo. También,consecuencia de lo anterior, la poca "naturalidad" de la ciudad, claramente enfocada al ellos (nosotros)
Quizás por eso me gustó perderme por la ciudad nueva que al ser "más sosa" tenía menos carga turística. O eso me pareció por las calles en que anduve
LAMMERMOOR, completamente cierto: algunas partes de la ciudad están de bote en bote. Aunque reconozco que en ocasiones eso le daba también cierto encanto ... ¿El PUENTE DE CARLOS sería el mismo si estuviera vacío? seguramente no.
xG
Nunca he ido a Europa pero todos mis amigos que han ido dicen que en Praga están los mejores paisajes. Yo este verano he decidido descansar en Uruguay y por eso estoy buscando un alquiler de casas en Montevideo. Seguramente el próximo año decida ir a Europa, pero necesitare juntar un poco de plata
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