Casi con total seguridad lo primero que todos los lectores de LA IMPORTANCIA DE LAS COSAS habremos leído es que la pacífica existencia de Mario Menkell – un tímido profesor universitario autor de una única y exitosa novela – cambia de golpe cuando tiene que hacerse cargo de los efectos personales de su inquilino, Fernando Montalvo, que acaba de suicidarse. El atribulado Menkell descubrirá que el piso del que es propietario está abarrotado de los objetos más variopintos: una colección de vitolas de puros, un lote de gramolas antiguas, porcelanas, miniaturas, huchas de cerámica, soldados de plomo... Tras el desconcierto inicial, Menkell entenderá que las cosas de Montalvo pueden ser un generoso guiño del destino, que por una vez parece haberse puesto de su parte. Ayudado por Beatriz, la mujer a la que ama en secreto desde hace años, Mario Menkell será capaz de reconstruir la misteriosa existencia de Fernando Montalvo y encontrará así una historia excepcional que puede brindarle la gran oportunidad de su vida. Es el texto de la contraportada, que resume el libro sin descubrir lo que no debe.
La última novela de MARTA RIVERA DE LA CRUZ me ha gustado. Tiene, como la mayoría de los libros, cosas buenas y cosas no tan buenas.
Entre las cosas buenas, un tono general amable que se agradece, con un final a lo “comieron perdices” siempre animante y algunos personajes atractivos y bien construidos (me ha gustado Anna Livia Schzerny). Entre las malas, la perdida de elegancia respecto a otras obras suyas. Yo sospecho que RIVERA DE LA CRUZ ha pretendido huir del ambiente ñoño y provinciano (dicho en el mejor de los sentidos) de novelas anteriores, y para eso se ha pasado al palabro y a lo socialmente correcto: sin que sea especialmente molesto, sí da un poco pena, la verdad. Es como si quisiera evitar a toda costa que alguien le pueda identificar con la profesora Dorinda García, uno de los personajes de la novela que enseñaba Introducción a la Literatura del Siglo xx y estaba tan chapada a la antigua que se ruborizaba al hablar de Bukowski o de Henrry Miller. Carga la mano de manera exagerada con los alumnos de la Universidad Luis de Camoens: vale que sean pijos, y que deba quedar claro, pero de ahí a insistir hasta la nausea hay un recorrido en el que uno (una, en este caso) debe saber parar a tiempo; vale que los universitarios dicen tacos; pero de ahí a tener que escribirlos todos hay un recorrido en el que uno ... Hay más ejemplos, quizá mejores que los señalados, pero paro: como ya he dicho, LA IMPORTANCIA DE LAS COSAS me ha gustado, y no quiero cargar la mano en aspectos que aunque haya que decirlos no son –ni mucho menos- los más significativos de la novela.
En cuanto a la estructura del texto, MARTA RIVERA DE LA CRUZ recurre de nuevo a dos historias que se desarrollan en paralelo, de forma parecida a lo que hizo en EN TIEMPO DE PRODIGIOS (mucho más relacionas ahora que entonces). La escritura es más fresca, actual e irónica que en obras anteriores. El argumento engancha y se lee muy bien. Es verdad que la novela tiene algún momento más flojete, que es previsible (aunque quizá este comentario no es del todo justo si se hace cuando uno ha terminado de leer el libro) y evidente: se le ve el plumero a la hora de manipular al lector para ponerle a favor o en contra de los personajes. En algún momento clave la autora rompe las reglas con las que ha jugado durante todo el texto y pasa a ser un dios que conoce todo: si hasta entonces la historia nos la cuentan –o la conocen- los propios personajes, de repente es MARTA RIVERA DE LA CRUZ la que explica acontecimientos importantes para la trama. Es muy libre de hacerlo, que para eso el libro es suyo, pero resulta un poco tramposo en una novela que pretende tener cierta intriga: Mario Menkell nunca hubiera podido conocer la historia de Fernando Montalvo como la conocemos nosotros con la ayuda de la autora.
Es la cuarta novela que leo de MARTA RIVERA DE LA CRUZ. Empecé con HOTEL ALMIRANTE, con la que disfruté mucho; luego vino QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA, que también me gustó aunque ya me sonó a conocido; después EN TIEMPO DE PRODIGIOS, semifinalista del Premio Planeta de 2006 (ese año ganó ÁLVARO POMBO, si no recuerdo mal), que tiene lo mejor que he leído de RIVERA DE LA CRUZ, la parte en la que Cecilia narra su situación con motivo de la reciente muerte de su madre: magnífico. Y ahora LA IMPORTANCIA DE LAS COSAS. No puedo negar que me gusta, y que considero que vale la pena seguir su trabajo.
La última novela de MARTA RIVERA DE LA CRUZ me ha gustado. Tiene, como la mayoría de los libros, cosas buenas y cosas no tan buenas.
Entre las cosas buenas, un tono general amable que se agradece, con un final a lo “comieron perdices” siempre animante y algunos personajes atractivos y bien construidos (me ha gustado Anna Livia Schzerny). Entre las malas, la perdida de elegancia respecto a otras obras suyas. Yo sospecho que RIVERA DE LA CRUZ ha pretendido huir del ambiente ñoño y provinciano (dicho en el mejor de los sentidos) de novelas anteriores, y para eso se ha pasado al palabro y a lo socialmente correcto: sin que sea especialmente molesto, sí da un poco pena, la verdad. Es como si quisiera evitar a toda costa que alguien le pueda identificar con la profesora Dorinda García, uno de los personajes de la novela que enseñaba Introducción a la Literatura del Siglo xx y estaba tan chapada a la antigua que se ruborizaba al hablar de Bukowski o de Henrry Miller. Carga la mano de manera exagerada con los alumnos de la Universidad Luis de Camoens: vale que sean pijos, y que deba quedar claro, pero de ahí a insistir hasta la nausea hay un recorrido en el que uno (una, en este caso) debe saber parar a tiempo; vale que los universitarios dicen tacos; pero de ahí a tener que escribirlos todos hay un recorrido en el que uno ... Hay más ejemplos, quizá mejores que los señalados, pero paro: como ya he dicho, LA IMPORTANCIA DE LAS COSAS me ha gustado, y no quiero cargar la mano en aspectos que aunque haya que decirlos no son –ni mucho menos- los más significativos de la novela.
En cuanto a la estructura del texto, MARTA RIVERA DE LA CRUZ recurre de nuevo a dos historias que se desarrollan en paralelo, de forma parecida a lo que hizo en EN TIEMPO DE PRODIGIOS (mucho más relacionas ahora que entonces). La escritura es más fresca, actual e irónica que en obras anteriores. El argumento engancha y se lee muy bien. Es verdad que la novela tiene algún momento más flojete, que es previsible (aunque quizá este comentario no es del todo justo si se hace cuando uno ha terminado de leer el libro) y evidente: se le ve el plumero a la hora de manipular al lector para ponerle a favor o en contra de los personajes. En algún momento clave la autora rompe las reglas con las que ha jugado durante todo el texto y pasa a ser un dios que conoce todo: si hasta entonces la historia nos la cuentan –o la conocen- los propios personajes, de repente es MARTA RIVERA DE LA CRUZ la que explica acontecimientos importantes para la trama. Es muy libre de hacerlo, que para eso el libro es suyo, pero resulta un poco tramposo en una novela que pretende tener cierta intriga: Mario Menkell nunca hubiera podido conocer la historia de Fernando Montalvo como la conocemos nosotros con la ayuda de la autora.
Es la cuarta novela que leo de MARTA RIVERA DE LA CRUZ. Empecé con HOTEL ALMIRANTE, con la que disfruté mucho; luego vino QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA, que también me gustó aunque ya me sonó a conocido; después EN TIEMPO DE PRODIGIOS, semifinalista del Premio Planeta de 2006 (ese año ganó ÁLVARO POMBO, si no recuerdo mal), que tiene lo mejor que he leído de RIVERA DE LA CRUZ, la parte en la que Cecilia narra su situación con motivo de la reciente muerte de su madre: magnífico. Y ahora LA IMPORTANCIA DE LAS COSAS. No puedo negar que me gusta, y que considero que vale la pena seguir su trabajo.
Para quien le interese, aquí dejo un link con su sitio web (lo poco que he leído del blog tiene gracia).
4 comentarios:
Otro autor (bueno, autora) que no he leído nunca. Veré a ver qué hay en la biblioteca de ella.
Este libro que comentas ya lo había visto en algún blog, por ser novedad, supongo.
Me ha hecho gracia lo de los tacos y el lenguaje; yo leí hace no mucho un libro de Irvine Welsh y me pareció lo mismo: tan tan tan desagradable... Bukowski desde luego no está en mi lista ni creo que lo esté nunca ;)
Leyendo tu comentario, ISI, pienso que quizá he cargado la mano: no es tremendo lo de los tacos, tampoco muy desagradable, ni muchísimo menos. LA IMPORTANCIA de las COSAS no es un festival de palabros, ni un catálogo. Sencillamente pienso que da pena que para ser moderno haya que perder elegancia, eso es todo.
xG
OK, entendido :))
Pues te recomiendo que NO leas a Irvine Welsh
Gracias, ISI: una buena no-recomendación puede ser tan valiosa como una buena recomendación ...
xG
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