La última entrada en este blog es del 4 de julio de 2020: casi cuatro años...
Desde entonces he leído títulos estupendos, visitado exposiciones magníficas, recorrido ciudades interesantísimas, conocido edificios de primer orden... ¡Y me da por comentar esta novela!
El argumento está resumido en mil sitios, así que me/os lo ahorro. Solo dejo aquí algunas notas como recuerdo de esta lectura.
Novela completamente de su momento, un momento -esos años largos de la posguerra española- que tiene gran interés y gran literatura.
Unos personajes fantásticos, un poco como los Alvear de Los cipreses. Ignacio está construido de manera portentosa, y el resto también.
Un ambiente de virtudes, ideales y religión que explican maravillosamente toda una época, que ayuda a entender lo que pasaba entonces: la potencia de los jesuitas, su altísima calidad humana, educativa... y su extraordinario manejo de la juventud
La excesiva presencia de la religión a lo largo del texto hace -puede hacer- que la novela resulte anticuada (y así es), incluso poco creíble, pero con total seguridad entonces una parte de la sociedad era exactamente así (otra por supuesto que no).
Emocionante en muchos momentos, clava literalmente la evolución de la adolescencia.
Un gran elogio de la amistad: Pancho es un gran secundario. Y Cheché, y Mito, y Juanje, y Héctor, y Patri... y Karin, claro.
Los adultos también dan envidia: un padre exigente y a la vez cariñoso y a la vez preocupado por la formación de su hijo, que habla claro, acompaña, exige, explica, da razones y alguna bofetada, conversa de tú a tú, comparte diversión y deporte con sus hijos. Una madre sensible y sabia, muy madre y muy de su momento; el padre Urquiola que guía y apoya, que tiene la palabra justa, acertada, equilibrada, que sabe dar a cada situación y suceso su peso justo y la proyección adecuada, que orienta y forja una personalidad sin forzarla y sin salirse de su sitio, dando las herramientas para avanzar y crecer ya la vez respetando la libertad del interesado, dosificando con sabiduría los consejos a medida que se pueden asumir, abriendo los ojos de Ignacio cuando a él todavía le falta experiencia para entender las situaciones...
Aunque en algún momento La vida sale al encuentro me ha parecido exagerada, y he dudado de la calidad del libro, al final la valoración es alta, muy alta. Es de esos libros que dejan huella, marca. Piensas que son personajes reales, amigos que te hubiera gustado tener.
En algún sitio leí sobre cierta "homosexualidad latente": en mi opinión, una estupidez soberana, de quien quiere ver lo que le interesa y "juzga fuera del tiesto". Y soy consciente de la evolución posterior del autor.
Ningún comentario político: es un tema que no se trata, no hay "causa".
No tengo seguridad de que sea aconsejable para cualquiera, pero a muchos les puede gustar más de lo previsto, como me ha pasado a mí. ¡Y conste que no tengo ninguna relación con los jesuitas!
xG