En este año que acaba han pasado un montón de cosas.De las que han aparecido en selecciónARTE no sabría decir cuáles han sido las más interesantes: quizá la visita al MUSEO DE ESCULTURA DE VALLADOLID; quizá la posibilidad de ver en Madrid EL DESCENDIMIENTO DE CRISTO, de CARAVAGGIO; quizá la lectura de LAS UVAS DE LA IRA; quizá la exposición de ANTONIO LÓPEZ o los textos de CLAUDIO MAGRIS. No lo sé, la verdad …
Lo que sí tengo claro es que uno de los acontecimientos 2011 de los que personalmente guardo mejor recuerdo es de mis días veraniegos en PRAGA.
2011 ha sido EL AÑO DE PRAGA. Mucho he dicho ya sobre la ciudad, su belleza, sus obras de arte, sus parques, su interesantísima arquitectura (¡el cubismo checo!). Vi mucho, fotografié mucho, he hablado mucho de PRAGA, tanto que algunas personas se ríen de mí y comparan mis fotos mil veces enseñadas con las del viaje de novios de una pareja pelmaza. Y precisamente dando la lata con el tema, varios me han asegurado que cuando de verdad hay que ver PRAGA es en Navidad: entonces sí que está radiante. Bien, pues por pura casualidad hace un par de semanas me llegó una de esas presentaciones de PowerPoint que circulan indiscriminadamente por la red con una fotos espectaculares (quizá alguno la hayáis recibido también). La mayoría de los correos de ese estilo que recibo los borro sin más, sin abrir siquiera; pero en este caso el remitente me aseguraba que disfrutaría, y le hice caso: eché un vistazo, y valió la pena. Así que, con el permiso supuesto del fotógrafo (no tengo ni idea de quién puede ser), aquí os las dejo: una forma estupenda de acabar un año, EL AÑO DE PRAGA, y de empezar a soñar en los destinos del próximo … ¡FELIZ 2012!














No quiero entrar hoy a valorar la Catedral: prefiero no hablar de su arquitectura, ni de su decoración, ni de sus obras de arte. Eso sí, me alegré mucho al saber que se habían realizado cambios en la Capilla del Santísimo, y más al saber que su autor era RUPNIK, un artista del que oí hablar hace años con motivo de la decoración de otra
Como algún otro año, en diciembre adelanto la entrada de la cabecera del mes para desearos a todos, con esta imagen tan propia, MUY FELIZ NAVIDAD.



EL HERMITAGE EN EL PRADO me ha parecido una exposición interesante y que no hay que perderse. Aunque, en mi opinión, hay que ir no tanto –o no sólo- para ver las obras que se ven (algunas son muy buenas, aunque seguramente lo mejor se ha quedado en casa), como para darse cuenta del museazo que debe ser el HERMITAGE: una institución de primerísimo orden, completísima a pesar de las vueltas que le ha dado la vida (el primer capítulo del catálogo explica muy bien la creación y desarrollo del museo y sus colecciones). De lo que ahora se puede ver en Madrid me atrajeron especialmente las piezas de orfebrería, clásica (el oro de los Escitas) y menos clásica (el florerito de FABERGÉ, sencillísimo, es impresionante); me llamaron poderosamente la atención el pequeño modelo del ÉXTASIS DE SANTA TERESA, de GIAN LORENZO BERNINI, y la MAGDALENA PENITENTE, de ANTONIO CANOVA; las vistas de SAN PETERSBURGO y de las estancias de los palacios que hay al comienzo me resultaron muy interesantes; algunas pinturas son sensacionales: SAN SEBASTIÁN de TIZIANO, un BODEGÓN de ANTONIO PEREDA, o el RETRATO DE HOMBRE de FRANS HALS, por ejemplo. Pero contra todo pronóstico el cuadro que más impresión me causó fue COMPOSICIÓN VI, de VASILY KANDINSKY, que está al final del recorrido: espectacular.
Disfruté mucho en la exposición, la recorrí despacio, valoré lo que debió ser la corte de Pedro I el Grande y de Catalina II … Pero sobre todo acabé con una ganas tremendas, casi necesidad, de ir cuanto antes a SAN PETERSBURGO!
Y para acabar, una sugenrencia: con motivo de EL HERMITAGE EN EL PRADO y del año ESPAÑA-RUSIA, el PRADO ha traído del MUSEO PUSHKIN de MOSCÚ un cuadro de PICASSO sensacional: 
La Pasarela es el elemento singular que desde la calle trata de invitarnos a pasar, un reclamo contemporáneo potente en un entrono urbano clásico (muy próximo, por cierto, al CUARTEL DEL CONDE DUQUE y al CONVENTO DE LAS COMENDADORAS DE SANTIAGO). Una envolvente de celosía blanca que contiene una caja de vidrio donde se aloja la cafetería. Un extremo es el acceso desde la calle, y el otro –cerrado el día de mi visita, no sé en otras ocasiones- parece que es la primera planta del propio Museo.
Esta larga pieza configura un hueco muy apaisado –ancho y bajo- que nos permite pasar al patio. Patio que el MUSEO ABC comparte con unas viviendas vecinas, un patio que es bifronte, tiene dos caras: el propio Museo (la primera cara) se resuelve con una fachada metálica donde las piezas de acero pavonado y los huecos de vidrio mateado de formas triangulares van multiplicándose de forma irregular hasta cubrirla por completo. Las viviendas (la segunda cara) ocupan dos fachadas. Son construcciones anodinas y con poco interés, y se han pintado en un naranja intenso que, desde luego, no dejará a nadie indiferente: seguramente da demasiada importancia a algo que no debería tenerla, pero a la vez consigue distinguir, sin lugar a dudas, al Museo de sus vecinos. El cuarto frente está ocupado por la caja de vidrio encerrada en su celosía metálica. El suelo del patio (que las viviendas naranjas juegan a no tocar) se ha pavimentado repitiendo el esquema de la fachada, como si fuera su reflejo. Y ese mismo diseño, aunque en otros materiales, lo encontramos de nuevo –más reflejos- en el techo de la sala de exposiciones temporales de planta -2 que está justo debajo del patio.

Repito que me faltan elementos de juicio, pero lo que pude ver del edificio del
Una visita, en cualquier caso, que no está mal si uno recorre con tiempo esa zona de Madrid: los dibujos (la ilustración en general) siempre son entretenidos de ver, y ABC debe tener auténticas joyas.








Primero, muy bien TEMPOLISZT, una jornada completísima en la que disfruté –de verdad- de varios mini-conciertos de piano. Y bien también el interior del edificio: las circulaciones, las relaciones espaciales, los acabados, la luz y los materiales están conseguidos. Es verdad que es un edificio pequeño, y eso se nota: todo resulta un poco justo, falta amplitud, y se echa de menos algún espacio más generoso propio de este tipo de usos; pero eso es un condicionante de proyecto (supongo que el suelo que había era el que había, y no se pudo ganar más), que además se resuelve con acierto. Quizá lo que me pareció más flojo son los muros ciegos del cerramiento exterior: los lucernarios superiores no consiguen meter suficiente luz, y el resultado es pesado e insulso. Seguramente no hubiera venido mal algo más del color exterior en el interior, alguna referencia al rojo y al negro de fuera que les diera carácter e interés (el color se reserva para las salas principales: la sala verde y la sala roja). 
Pienso que el edificio de los TEATROS DEL CANAL no es el no-va-más, pero sin duda es un edificio de calidad. Me volvieron a venir a la cabeza algunas imágenes y mecanismos de proyecto del gran ALVAR AALTO, al que ya cité en la entrada anterior (por desgracia aún no conozco en directo la obra del Finlandés –únicamente he visto un edificio suyo en Uppsala que no me entusiasmó- pero no pierdo la esperanza).
