Aunque empezar así puede dar impresión de que soy requeteviejo, conocí hace algunos años a una persona -ya murió- con un altísimo nivel intelectual y cultural, además de enorme simpatía, que con cierta frecuencia citaba el inicio de la primera ELEGÍA. Decía: “¿Quién, si yo gritara, me escucharía desde los órdenes de los ángeles?”. De aquel casi-grito-de-guerra (era mucho más) me surgió un interés grande por leer el poema de RILKE.
Tuve una primera oportunidad cuando cayó en mis manos un tomito bilingüe, con la versión alemana original y una traducción al español, de la que perfectamente recuerdo que tenía las tapas rojas. Comencé a leer (en riguroso castellano, claro: por desgracia para mí el alemán es lengua completamente desconocida) y no fui capaz. Lo dejé. Hace poco me propuse de nuevo esa empresa (con otro texto: el libro rojo se perdió), y ahora sí he llegado hasta el final de la décima elegía.
Como se puede leer en cualquier sitio, RILKE escribió las ELEGÍAS en un periodo largo de tiempo, entre 1912 y 1922; la primera la comenzó en el castillo de DUINO (de hay su nombre: no hay que ser muy perspicaz), propiedad de la condesa MARIE VON THURN UND TAXIS.
Las ELEGÍAS DE DUINO están compuestas por diez largos poemas en los que he podido entender lo siguiente (aunque es verdad que ya no sé qué he entendido yo y qué me han hecho entender los textos que he leído para tratar de desentrañar las ELEGÍAS): el hombre es un ser miserable que se debate entre su lamentable condición de ser casi nada y su afán de trascender el mundo material y permanecer, sin dejar de ser, no se sabe bien dónde. Tiene a los ángeles como referente (o meta, o imagen, o modelo, o ... ¿qué?). No son ángeles como los que la biblia nos enseña: son seres trascendentes, inmateriales, bellísimos, de una belleza que sobrepuja de tal manera al hombre que, de verla, llegaría a matarle. El hombre se mueve en un plano material y el ángel, en cambio, en un orden superior, inalcanzable. El hombre, en su afán de trascender intenta interiorizar el mundo que le rodea, poseerlo, hacerlo suyo. Sólo la fuerza del amor –los amantes- puede de alguna manera trascender la triste condición del hombre, aunque de forma fugaz y perecedera.
Todo esto dicho de una manera indudablemente bella, muy rica.
Soy consciente de que hablar de poesía habiendo leído sólo un texto traducido es arriesgado, y decir lo que voy a decir de las ELEGÍAS DE DUINO -una de las cumbres de la poesía del siglo XX- es seguramente audaz e incluso imprudente. Pero lo digo: he encontrado un texto tremendamente críptico, incomprensible en un altísimo porcentaje, que dibuja una situación pesimista y muy poco esperanzada. Parece como si RILKE, tratando de sustituir la verdad clásica de la trascendencia del hombre, construye toda una teoría, desde luego sugerente, pero también vacía e ineficaz. Es como si sustituyera a Dios, al Dios de toda la vida, por esos “ángeles”; y para que los hombres no se queden llenos de nada, propone lo de interiorizar el mundo que le rodea y da juego a la fuerza del amor. Algo de verdad hay en todo el planteamiento, claro, pero no llena, no convence.
¿Cómo sonarán en alemán las ELEGÍAS DE DUINO? ¿Qué ritmo tendrán? Por desgracia –ya lo señalé arriba- no puedo decirlo. Y eso es clave, lo sé. Pero pienso que lo cortés no quita lo valiente: sabiendo que mi comentario se queda muy cojo, todo lo apuntado es una verdad como un piano de cola.
Ilustro esta entrada con la lápida de la tumba de RILKE, que me permite meter de matute el archiconocido epitafio que el propio poeta se escribió:
Rosa, oh contradicción pura, placer,
ser el sueño de nadie bajo tantos
párpados.
Rose, oh reiner Widerspruch, Lust,
Niemandes Schlaf zu sein unter soviel
Tuve una primera oportunidad cuando cayó en mis manos un tomito bilingüe, con la versión alemana original y una traducción al español, de la que perfectamente recuerdo que tenía las tapas rojas. Comencé a leer (en riguroso castellano, claro: por desgracia para mí el alemán es lengua completamente desconocida) y no fui capaz. Lo dejé. Hace poco me propuse de nuevo esa empresa (con otro texto: el libro rojo se perdió), y ahora sí he llegado hasta el final de la décima elegía.
Como se puede leer en cualquier sitio, RILKE escribió las ELEGÍAS en un periodo largo de tiempo, entre 1912 y 1922; la primera la comenzó en el castillo de DUINO (de hay su nombre: no hay que ser muy perspicaz), propiedad de la condesa MARIE VON THURN UND TAXIS.
Las ELEGÍAS DE DUINO están compuestas por diez largos poemas en los que he podido entender lo siguiente (aunque es verdad que ya no sé qué he entendido yo y qué me han hecho entender los textos que he leído para tratar de desentrañar las ELEGÍAS): el hombre es un ser miserable que se debate entre su lamentable condición de ser casi nada y su afán de trascender el mundo material y permanecer, sin dejar de ser, no se sabe bien dónde. Tiene a los ángeles como referente (o meta, o imagen, o modelo, o ... ¿qué?). No son ángeles como los que la biblia nos enseña: son seres trascendentes, inmateriales, bellísimos, de una belleza que sobrepuja de tal manera al hombre que, de verla, llegaría a matarle. El hombre se mueve en un plano material y el ángel, en cambio, en un orden superior, inalcanzable. El hombre, en su afán de trascender intenta interiorizar el mundo que le rodea, poseerlo, hacerlo suyo. Sólo la fuerza del amor –los amantes- puede de alguna manera trascender la triste condición del hombre, aunque de forma fugaz y perecedera.
Todo esto dicho de una manera indudablemente bella, muy rica.
Soy consciente de que hablar de poesía habiendo leído sólo un texto traducido es arriesgado, y decir lo que voy a decir de las ELEGÍAS DE DUINO -una de las cumbres de la poesía del siglo XX- es seguramente audaz e incluso imprudente. Pero lo digo: he encontrado un texto tremendamente críptico, incomprensible en un altísimo porcentaje, que dibuja una situación pesimista y muy poco esperanzada. Parece como si RILKE, tratando de sustituir la verdad clásica de la trascendencia del hombre, construye toda una teoría, desde luego sugerente, pero también vacía e ineficaz. Es como si sustituyera a Dios, al Dios de toda la vida, por esos “ángeles”; y para que los hombres no se queden llenos de nada, propone lo de interiorizar el mundo que le rodea y da juego a la fuerza del amor. Algo de verdad hay en todo el planteamiento, claro, pero no llena, no convence.
¿Cómo sonarán en alemán las ELEGÍAS DE DUINO? ¿Qué ritmo tendrán? Por desgracia –ya lo señalé arriba- no puedo decirlo. Y eso es clave, lo sé. Pero pienso que lo cortés no quita lo valiente: sabiendo que mi comentario se queda muy cojo, todo lo apuntado es una verdad como un piano de cola.
Ilustro esta entrada con la lápida de la tumba de RILKE, que me permite meter de matute el archiconocido epitafio que el propio poeta se escribió:
Rosa, oh contradicción pura, placer,
ser el sueño de nadie bajo tantos
párpados.
Rose, oh reiner Widerspruch, Lust,
Niemandes Schlaf zu sein unter soviel
Lidern.
2 comentarios:
verdad será para tí.
TOUCHÉ! Tienes toda la razón, ANÓNIMO: la verdad no es ni para mi ni para ti, la verdad es verdad para todos, y lo que yo digo no es más que opinión. Opinión que mantengo, pero que puede estar completamente equivocada y que desde luego no tienes porqué compartir …
¿Tienes tú algunas claves que me sirvan para entender mejor las ELEGÍAS?
xG
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