martes, 30 de septiembre de 2008
domingo, 28 de septiembre de 2008
TOMBUCTÚ, de PAUL AUSTER
He terminado de leer TOMBUCTÚ: lo he encontrado muy AUSTER (azar y soledad en elevadas dosis), pero con poco fuste. Como el autor es un mago genial, escribe páginas y páginas con maestría (el libro no es largo, en cualquier caso), pero sobre poco: la historia es discreta, en el sentido de que da poco de sí. Podría perfectamente haber sido una de esas historias que sabe meter dentro de otras historias con más aire ...
Desde luego, la novela –¿o mejor el relato?- se lee muy bien. El personaje de MISTER BONES es originalísimo (un perro que es bastante perro y a la vez bastante persona), pero el resto de los protagonistas, regular: Willy G. Christmas resulta en ocasiones un poco pesado, largo; y a los otros no les da tiempo a crecer. El texto tiene pocas cosas más: las imágenes o ideas que pretenden ir un poco más allá no me parece que lleguen a ningún sitio, quizá porque realmente no lo pretenden ...
En cualquier caso, un libro entretenido para los que nos gusta AUSTER.
Desde luego, la novela –¿o mejor el relato?- se lee muy bien. El personaje de MISTER BONES es originalísimo (un perro que es bastante perro y a la vez bastante persona), pero el resto de los protagonistas, regular: Willy G. Christmas resulta en ocasiones un poco pesado, largo; y a los otros no les da tiempo a crecer. El texto tiene pocas cosas más: las imágenes o ideas que pretenden ir un poco más allá no me parece que lleguen a ningún sitio, quizá porque realmente no lo pretenden ...
En cualquier caso, un libro entretenido para los que nos gusta AUSTER.
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libros,
literatura norteamericana
jueves, 25 de septiembre de 2008
SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS (y VIII)
Acabo hoy con las entradas sobre PARÍS, tratados ya todos los temas que anoté al regresar, hace más de un mes. Creo que constituyen un buen reflejo de lo que han sido esos días, estupendos. Para quien visite la ciudad no le servirán como sustituto de una buena guía –o de un/a buen/a guía- pero desde luego le pueden dar muchas pistas sobre lo que vale la pena no dejar de ver. Lo personal (dónde alojarse, dónde cenar, dónde tomar unas copas, dónde lo que sea) lo dejo para que cada uno busque y decida: aunque pensé comentar algo en selecciónARTE, ahora veo que mi experiencia en esos campos tiene un interés relativo, que todos somos distintos y vivimos de manera distinta con gustos diferentes.
Termino con la célebre frase de CASABLANCA: SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS. Siempre nos quedará PARÍS en el recuerdo –es una ciudad que no se olvida- y siempre nos quedará PARÍS para el futuro –como dije al comenzar estos comentarios, es una ciudad inabarcable donde en cada visita se descubren cosas nuevas e interesantes.
Un propósito firme: volver a PARÍS.
Termino con la célebre frase de CASABLANCA: SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS. Siempre nos quedará PARÍS en el recuerdo –es una ciudad que no se olvida- y siempre nos quedará PARÍS para el futuro –como dije al comenzar estos comentarios, es una ciudad inabarcable donde en cada visita se descubren cosas nuevas e interesantes.
Un propósito firme: volver a PARÍS.
miércoles, 24 de septiembre de 2008
PARÍS VII: LOS ALREDEDORES
La verdad es que no salimos mucho de París, pero sí dedicamos varias jornadas a visitar algunos lugares singulares más o menos cercanos. Nos centramos en el gótico, y repasamos (con la ayuda de un arquitecto francés que además de ser expertísimo en la materia es un apasionado del siglo XIII) las principales catedrales del entorno. Aunque son cosas muy sabidas, comento ahora lo que más me llamó la atención de cada edifico, que coincide –lógicamente- con lo que podría decir cualquier guía.
En CHARTRES tienen mucho interés las vidrieras, y a mí me sorprendió lo “románica” que todavía es la fábrica; el propio pueblo, pequeño y cuidado, también tiene encanto. AMIENS es un edificio de lo más correcto, del gótico más puro, como uno supone que debe –o debía- ser el gótico. REIMS es, en mi opinión, la joya de las catedrales góticas: absolutamente sorprendente, rica, con una escultura abundantísima y buena, con volumen en la fachada, profundidad y transparencia. El interior, altísimo, también es de primera. Al visitarla, que nadie se pierda las vidrieras de MARC CHAGAL de la capilla central de la girola (también me gustaron las de quien entendí que fue su mujer). La más alta de todas las catedrales quiso ser la de BEAUVAIS (52 metros de altura, si no recuerdo mal), pero tal audacia se paga y tuvieron que parar de construir en el transepto, porque se les venían partes abajo cada dos por tres. Eso da al edificio un aspecto muy llamativo porque, al faltarle la nave, la altura de la cabecera todavía se enfatiza más. Lo de la nave que falta no es verdad del todo: no tiene nave gótica, pero conserva la nave de una catedral anterior, carolingia, mucho más baja y que está muy restaurada; la yuxtaposición de las dos construcciones ayuda, en cualquier caso, a visualizar el proceso medieval de sustitución de un templo por otro. En REIMS también visitamos SAINT REMÍ, donde se mezclan románico y gótico; la fachada, restaurada de forma extraña y con partes muy posteriores, resulta chocante por no decir desafortunada. En SOISSONS nos tuvimos que conformar con una visita-express, porque llegamos cuando estaban a punto de cerrar. No cito aquí el gótico de PARÍS, del que ya hable al referirme a las iglesias de la ciudad. En cualquiera de todas estas catedrales, si uno va con tiempo es divertido dedicar un rato a la escultura de las arquivoltas en los pórticos: imaginación al poder, supongo que gran cantidad de catequesis, y alguna sorpresa que ya me gustaría que me explicaran.
La otra gran visita de estos días fuera de PARÍS, y fuera del circuito de catedrales, fue a VERSALLES. Los jardines, inacabables, son un auténtico espectáculo, maravillosos, vayas por donde vayas son bonitos. En mi opinión, mucho más interesantes que el palacio, que es muy grande pero poco más Este comentario puede ser un poco simplón, porque es verdad que las piezas principales son apantallantes: a mí me pareció que lo mejor es la capilla de palacio, por fuera y por dentro, y también es muy bueno el gran salón de los espejos y sus dos antecámaras. Pero el resto ... Además, las inevitables obras deformaban mucho la imagen del edificio hacia la ciudad. GRAND TRIANON y PETIT TRIANON también tienen su encanto.
Vimos algunos otros sitios, de relativo interés. Yo me quedé con muchas ganas de conocer VAUX LE VICOMTE, del que tanto me habían hablado y, en otro orden de visitas, EURODISNEY que –en su genero, insisto- debe ser la bomba.
En CHARTRES tienen mucho interés las vidrieras, y a mí me sorprendió lo “románica” que todavía es la fábrica; el propio pueblo, pequeño y cuidado, también tiene encanto. AMIENS es un edificio de lo más correcto, del gótico más puro, como uno supone que debe –o debía- ser el gótico. REIMS es, en mi opinión, la joya de las catedrales góticas: absolutamente sorprendente, rica, con una escultura abundantísima y buena, con volumen en la fachada, profundidad y transparencia. El interior, altísimo, también es de primera. Al visitarla, que nadie se pierda las vidrieras de MARC CHAGAL de la capilla central de la girola (también me gustaron las de quien entendí que fue su mujer). La más alta de todas las catedrales quiso ser la de BEAUVAIS (52 metros de altura, si no recuerdo mal), pero tal audacia se paga y tuvieron que parar de construir en el transepto, porque se les venían partes abajo cada dos por tres. Eso da al edificio un aspecto muy llamativo porque, al faltarle la nave, la altura de la cabecera todavía se enfatiza más. Lo de la nave que falta no es verdad del todo: no tiene nave gótica, pero conserva la nave de una catedral anterior, carolingia, mucho más baja y que está muy restaurada; la yuxtaposición de las dos construcciones ayuda, en cualquier caso, a visualizar el proceso medieval de sustitución de un templo por otro. En REIMS también visitamos SAINT REMÍ, donde se mezclan románico y gótico; la fachada, restaurada de forma extraña y con partes muy posteriores, resulta chocante por no decir desafortunada. En SOISSONS nos tuvimos que conformar con una visita-express, porque llegamos cuando estaban a punto de cerrar. No cito aquí el gótico de PARÍS, del que ya hable al referirme a las iglesias de la ciudad. En cualquiera de todas estas catedrales, si uno va con tiempo es divertido dedicar un rato a la escultura de las arquivoltas en los pórticos: imaginación al poder, supongo que gran cantidad de catequesis, y alguna sorpresa que ya me gustaría que me explicaran.
La otra gran visita de estos días fuera de PARÍS, y fuera del circuito de catedrales, fue a VERSALLES. Los jardines, inacabables, son un auténtico espectáculo, maravillosos, vayas por donde vayas son bonitos. En mi opinión, mucho más interesantes que el palacio, que es muy grande pero poco más Este comentario puede ser un poco simplón, porque es verdad que las piezas principales son apantallantes: a mí me pareció que lo mejor es la capilla de palacio, por fuera y por dentro, y también es muy bueno el gran salón de los espejos y sus dos antecámaras. Pero el resto ... Además, las inevitables obras deformaban mucho la imagen del edificio hacia la ciudad. GRAND TRIANON y PETIT TRIANON también tienen su encanto.
Vimos algunos otros sitios, de relativo interés. Yo me quedé con muchas ganas de conocer VAUX LE VICOMTE, del que tanto me habían hablado y, en otro orden de visitas, EURODISNEY que –en su genero, insisto- debe ser la bomba.
lunes, 22 de septiembre de 2008
TOLEDO
Hace unos días estuve en TOLEDO, para visitar la ciudad. Ya había estado en otras ocasiones, y aunque nos dejamos cosas fuera de circuito porque no tuvimos muchísimo tiempo para recorrerla y (salimos de Madrid a primera hora y estábamos de vuelta a media tarde), sí fue suficiente para recordar lo maravillosa que es.
Vimos con detenimiento SAN JUAN DE LOS REYES, que es una preciosidad. Aunque sea una anécdota dentro de un conjunto grandioso, me hicieron mucha gracia algunas gárgolas de la parte alta del claustro: el frailecillo de rodillas con la barba de punta, o el individuo dando una voltereta con las piernas estiradas. Visitamos la SINAGOGA DE SANTA MARÍA LA BLANCA, donde la sensación de contradicción es constante: un edificio de aspecto musulmán dedicado en su día al culto judío y hoy con nombre cristiano. También es muy interesante ver como con una planta tan sencilla se puede conseguir una riqueza espacial tan notable. Callejeamos hasta SANTO TOMÉ, y nos asomamos a la iglesia, pero no vimos el cuadro de EL GRECO: ya lo conocíamos y aquello estaba lleno de gente haciendo cola. De allí a la Plaza del Ayuntamiento (donde vimos la primera boda del día, civil me dio la impresión) y a LA CATEDRAL (donde también había boda, por la iglesia y como Dios manda). Igual que en BURGOS, la visita está muy bien planteada y el edifico estupendamente restaurado. Como era previsible, tuvimos la clásica discusión sobre “coro en el centro de la nave sí o no”, en la que mi posición es siempre la misma: los edificios están hechos para usarse, y no para verse. Si los canónigos deciden que ése es su sitio (y reconozcamos que es bastante bueno para lo que tenían que hacer) no parece razonable que siglos después nos quejemos de no ver bien. Además, la “contaminación” de un edificio vivo, que va creciendo con distintos estilos y distintas manos o que se reforma a medida que necesita actualizarse, es un valor y no un defecto, supone un enriquecimiento a lo largo del tiempo. Y tiene tanto interés como la limpieza y pureza del estilo perfecto. El TRANSPARENTE siempre llama la atención, siempre. La SACRISTÍA también, con EL EXPOLIO presidiendo (no recordaba, por cierto, el SAN JUAN BAUTISTA de CARAVAGGIO). Después nos acercamos a ZOCODOVER, donde comimos en un restaurancito que se acercaba más a tasquilla. De ahí, sin llegar al ALCAZAR ni al HOSPITAL DE SANTA CRUZ, bajamos hasta la PUERTA DE BISAGRA pasando por la PUERTA DEL SOL y con una vistas magníficas hacia el barrio de EL ARRABAL y el HOSPITAL DE TAVERA. Acabamos nuestro recorrido subiendo las larguísimas –e inteligentes- escaleras mecánicas para bajar bordeando la tapia del Carmelo hasta la PUERTA DEL CAMBRÓN, desde donde habíamos arrancado unas horas antes.
Además de todo lo dicho, me pareció estupendo el urbanismo de ciudad, antiguo, recogido y misterioso, de calles estrechas y ventanas curiosas, calles sin perspectivas y entradas audaces y sabias; estupendo el aspecto general y el esfuerzo por conservar el aire de la ciudad; y estupenda la cantidad de gente que había en todos los sitios: lo que en ocasiones puede ser (y es) una gaita, en TOLEDO resultó divertido, variopinto.
Vimos con detenimiento SAN JUAN DE LOS REYES, que es una preciosidad. Aunque sea una anécdota dentro de un conjunto grandioso, me hicieron mucha gracia algunas gárgolas de la parte alta del claustro: el frailecillo de rodillas con la barba de punta, o el individuo dando una voltereta con las piernas estiradas. Visitamos la SINAGOGA DE SANTA MARÍA LA BLANCA, donde la sensación de contradicción es constante: un edificio de aspecto musulmán dedicado en su día al culto judío y hoy con nombre cristiano. También es muy interesante ver como con una planta tan sencilla se puede conseguir una riqueza espacial tan notable. Callejeamos hasta SANTO TOMÉ, y nos asomamos a la iglesia, pero no vimos el cuadro de EL GRECO: ya lo conocíamos y aquello estaba lleno de gente haciendo cola. De allí a la Plaza del Ayuntamiento (donde vimos la primera boda del día, civil me dio la impresión) y a LA CATEDRAL (donde también había boda, por la iglesia y como Dios manda). Igual que en BURGOS, la visita está muy bien planteada y el edifico estupendamente restaurado. Como era previsible, tuvimos la clásica discusión sobre “coro en el centro de la nave sí o no”, en la que mi posición es siempre la misma: los edificios están hechos para usarse, y no para verse. Si los canónigos deciden que ése es su sitio (y reconozcamos que es bastante bueno para lo que tenían que hacer) no parece razonable que siglos después nos quejemos de no ver bien. Además, la “contaminación” de un edificio vivo, que va creciendo con distintos estilos y distintas manos o que se reforma a medida que necesita actualizarse, es un valor y no un defecto, supone un enriquecimiento a lo largo del tiempo. Y tiene tanto interés como la limpieza y pureza del estilo perfecto. El TRANSPARENTE siempre llama la atención, siempre. La SACRISTÍA también, con EL EXPOLIO presidiendo (no recordaba, por cierto, el SAN JUAN BAUTISTA de CARAVAGGIO). Después nos acercamos a ZOCODOVER, donde comimos en un restaurancito que se acercaba más a tasquilla. De ahí, sin llegar al ALCAZAR ni al HOSPITAL DE SANTA CRUZ, bajamos hasta la PUERTA DE BISAGRA pasando por la PUERTA DEL SOL y con una vistas magníficas hacia el barrio de EL ARRABAL y el HOSPITAL DE TAVERA. Acabamos nuestro recorrido subiendo las larguísimas –e inteligentes- escaleras mecánicas para bajar bordeando la tapia del Carmelo hasta la PUERTA DEL CAMBRÓN, desde donde habíamos arrancado unas horas antes.
Además de todo lo dicho, me pareció estupendo el urbanismo de ciudad, antiguo, recogido y misterioso, de calles estrechas y ventanas curiosas, calles sin perspectivas y entradas audaces y sabias; estupendo el aspecto general y el esfuerzo por conservar el aire de la ciudad; y estupenda la cantidad de gente que había en todos los sitios: lo que en ocasiones puede ser (y es) una gaita, en TOLEDO resultó divertido, variopinto.
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viernes, 19 de septiembre de 2008
PARÍS VI: EL RACIONALISMO
En la visita que hice hace tres años a París visité con cierto detalle algunas obras de LE CORBUSIER: la VILLA SAVOYA (excepcional), la CIUDAD REFUGIO DEL EJERCITO DE SALVACIÓN, el PABELLÓN SUIZO y la CASA DEL BRASIL en la ciudad universitaria, y el TALLER DEL PINTOR OZENFANT (sólo los exteriores, o lo que queda de ellos, porque han desmochado los lucernarios).
Entonces, aunque me alojé a muy pocos metros de la VILLA LAROCHE-JEANNERET, ahora FUNDACIÓN LE CORBUSIER, no la visité, y en agosto era uno de mis planes previstos. Pero como el hombre propone y Dios dispone, en agosto acababan de empezar obras en profundidad en el edificio y no se puede visitar hasta dentro de dos años: me he vuelto a quedar sin verla ¡qué mala fortuna!
En cambio, además de volver a visitar la VILLA SAVOYA, donde siempre se aprende y se disfruta, busqué -con la ayuda de un GPS y del dependiente de una gasolinera ¡la dirección que señalan en el sitio web de la FLC está equivocada!- la VILLA STEIN en GARCHES, a la que tanto tiempo dediqué en uno de mis primeros cursos de carrera; la encontramos después de dar bastantes vueltas, y aunque sólo la vimos por el exterior (procurando no molestar) y algunas partes desde lejos y a través de vegetación, valieron la pena los mil rodeos que dimos: magnífico edificio.
En la visita de 2005 me contaron que LC había diseñado un barco para el Ejercito de Salvación, entendí que como alojamiento no recuerdo para quién. Investigué ligeramente ese asunto, pero no concluí nada y dudé de mi fuente. Este verano, navegando por el SENA, descubrí un barco ya viejito del Ejercito de Salvación (lo ponía con letras muy grandes: ARMEE DU SALUT) amarrado bajo el puente que sale de la estación de AUSTERLITZ, con sus paños de pavés y todo. La historia era verdad: allí está el ASILE FLOTTANT, un barco construido en hormigón –por lo que he podido ver en Internet- deteriorado pero todavía en uso (reconozco que no se cuál: habrá que investigarlo en el próximo viaje, si llega).
Casi de rebote, porque no era lo que teníamos en la cabeza, una mañana nos acercamos a ver el inmueble en PORTE MOLITOR, donde LE CORBUSIER tenía su estudio personal de pintura y su vivienda: muy interesante y muy LE CORBUSIER. Del apartamento-estudio, quizá lo que más me llamó la atención no fue la arquitectura, ya conocida, sino lo reducido y elemental que es todo: el genio, contrariamente a lo que se podría pensar, vivía de forma sencillísima; del resto del inmueble y de cómo parece estar construido (fuente segura de incomodidades para sus habitantes: ruidos, falta de aislamiento térmico, entradas de agua ...) sacamos como conclusión –un poco pedante, desde luego- que “el manifiesto exige una radicalidad que no es compatible con lo burgués”.
Cambiando de tercio, la figura de ROBERT MALLET-STEVENS ha sido un auténtico descubrimiento en este viaje. No tenía noticia de su existencia, y me ha parecido imperdonable, porque es verdaderamente interesante: en su obra parece que “manifiesto” y “lo burgués” sí son compatibles. Sólo vi la RUE MALLET-STEVENS, pero me impresionó tanto que estoy tratando de profundizar con cierto detalle en su “vida y obras”. En Internet he encontrado www.malletstevens.com, con buena información: vale la pena asomarse, a pesar de que sólo esta en francés.
Entonces, aunque me alojé a muy pocos metros de la VILLA LAROCHE-JEANNERET, ahora FUNDACIÓN LE CORBUSIER, no la visité, y en agosto era uno de mis planes previstos. Pero como el hombre propone y Dios dispone, en agosto acababan de empezar obras en profundidad en el edificio y no se puede visitar hasta dentro de dos años: me he vuelto a quedar sin verla ¡qué mala fortuna!
En cambio, además de volver a visitar la VILLA SAVOYA, donde siempre se aprende y se disfruta, busqué -con la ayuda de un GPS y del dependiente de una gasolinera ¡la dirección que señalan en el sitio web de la FLC está equivocada!- la VILLA STEIN en GARCHES, a la que tanto tiempo dediqué en uno de mis primeros cursos de carrera; la encontramos después de dar bastantes vueltas, y aunque sólo la vimos por el exterior (procurando no molestar) y algunas partes desde lejos y a través de vegetación, valieron la pena los mil rodeos que dimos: magnífico edificio.
En la visita de 2005 me contaron que LC había diseñado un barco para el Ejercito de Salvación, entendí que como alojamiento no recuerdo para quién. Investigué ligeramente ese asunto, pero no concluí nada y dudé de mi fuente. Este verano, navegando por el SENA, descubrí un barco ya viejito del Ejercito de Salvación (lo ponía con letras muy grandes: ARMEE DU SALUT) amarrado bajo el puente que sale de la estación de AUSTERLITZ, con sus paños de pavés y todo. La historia era verdad: allí está el ASILE FLOTTANT, un barco construido en hormigón –por lo que he podido ver en Internet- deteriorado pero todavía en uso (reconozco que no se cuál: habrá que investigarlo en el próximo viaje, si llega).
Casi de rebote, porque no era lo que teníamos en la cabeza, una mañana nos acercamos a ver el inmueble en PORTE MOLITOR, donde LE CORBUSIER tenía su estudio personal de pintura y su vivienda: muy interesante y muy LE CORBUSIER. Del apartamento-estudio, quizá lo que más me llamó la atención no fue la arquitectura, ya conocida, sino lo reducido y elemental que es todo: el genio, contrariamente a lo que se podría pensar, vivía de forma sencillísima; del resto del inmueble y de cómo parece estar construido (fuente segura de incomodidades para sus habitantes: ruidos, falta de aislamiento térmico, entradas de agua ...) sacamos como conclusión –un poco pedante, desde luego- que “el manifiesto exige una radicalidad que no es compatible con lo burgués”.
Cambiando de tercio, la figura de ROBERT MALLET-STEVENS ha sido un auténtico descubrimiento en este viaje. No tenía noticia de su existencia, y me ha parecido imperdonable, porque es verdaderamente interesante: en su obra parece que “manifiesto” y “lo burgués” sí son compatibles. Sólo vi la RUE MALLET-STEVENS, pero me impresionó tanto que estoy tratando de profundizar con cierto detalle en su “vida y obras”. En Internet he encontrado www.malletstevens.com, con buena información: vale la pena asomarse, a pesar de que sólo esta en francés.
miércoles, 17 de septiembre de 2008
PARÍS V: ARQUITECTURA CONTEMPORANEA
No es del todo correcto el título, porque hoy pensaba hablar de la arquitectura que tuve ocasión de visitar desde las grandes exposiciones universales hasta ahora, y dejar de lado el racionalismo para tratarlo otro día: por lo tanto, arquitectura relativamente contemporánea ...
Por un lado, las exposiciones universales: la poca experiencia que tengo es que, si dejan algo, siempre hay alguna cosa buena y el resto regular tirando a malo. En París, lo bueno es GRAND y PETIT PALAIS, y la TOUR EIFFEL. Lo regular, el resto: CHAILLOT, TOKYO, etc. Destaca, lógicamente, la torre EIFFEL, una audacia que ha conseguido convertirse en símbolo de la ciudad, y que realmente lo es. En esta ocasión no he subido up to the top –ya lo hice en algún viaje anterior- pero he pasado mil veces por debajo y por sus alrededores, llenísimos de gente haciendo cola para subir, por cierto. Con motivo de la presidencia francesa de la Comunidad Europea le han puesto doce estrellas amarillas, y sobre todo por las noches la iluminan con luz azul consiguiendo un efecto francamente bueno.
Por otro lado, arquitectura del siglo XX. Salvo honrosas excepciones, creo que en París no tiene mucho que ver, y así lo demuestra la guía de arquitectura contemporánea que ya he citado: al repasarla muy pocas cosas llamaron mi atención. Vimos alguna obra de PERRET, poco reseñable. La MAISON DE VERRE, de PIERRE CHAREAU, en cambio, me fascinó, y eso que sólo vimos el exterior, gracias a una mujer que nos permitió entrar en el patio donde se encuentra. No pude ir a la residencia universitaria de DUDOK, aunque me hubiera gustado: desde que descubrí su obra en HILVERSUM me ha interesado todo lo que ha caído en mis manos relacionado con él. Una tarde subimos a MONTMARTRE a ver la casa que ADOLF LOOS construyó para el poeta TRISTAN TZARA: la fachada es todo lo que encontramos, pero me pareció que valió la pena el rato que dedicamos a buscarla (también encontramos ese día el MOULIN DE LA GALETTE, el BATEAU LAVOIR y AU LAPIN AGILE: bien para nostálgicos, pero poco más).
Mirando más cerca, conviene ver con ojos de arquitecto –y no solo de turista,- la PIRAMIDE DEL LOUVRE, de PEI: otra operación audaz y acertada, que crea un ámbito de ingreso adecuado al museo, en mi opinión respetuoso con el entorno y del tamaño justo (sin afán de ser pedante, cuando voy al nuevo MUSEO DEL PRADO y entro por JERÓNIMOS, recuerdo el LOUVRE y pienso que a MONEO –o a la propiedad- le faltó un poco de audacia, o de magnificencia, para conseguir que el espacio de entrada refleje adecuadamente la grandiosa colección que uno está a punto de ver). Del CENTRE POMPIDOU ya he hablado, pero no puedo dejar de citarlo al hablar de arquitectura contemporánea de París: muy bien, muy audaz, muy interesante. La plaza que tiene delante, con esa pendiente tan conseguida, se convierte realmente en un espacio donde estar (la vida y los personajes que la llena también hacen mucho, claro). Hicimos la obligada visita a LA DEFENSE: interesante el concepto y la escala, pero con poco interés muchas de las piezas que lo configuran. De nuevo la magnanimidad francesa hace muy vistoso algo que analizado con detalle no es para tanto. LA GRANDE ARCHE desde lejos tiene fuerza, pero a medida que te acercas la va perdiéndola hasta acabar en una colección de piezas (ventanas, pérgolas, estructuras, cápsulas de ascensores ...) que no le ayudan. Las pantallas verticales de vidrio que supongo han colocado para controlar el viento sí están conseguidas.
De JEAN NOUVEL estuve en el INSTITUTO DEL MUNDO ÁRABE, que me gustó. Es una lástima que sólo se vea el gran hueco de las escaleras-ascensores y no se pueda llegar hasta le cilindro del extremo. Los famosísimos paneles-diafragma de la fachada sur son tremendamente llamativos vistos de lejos y por el exterior, y de cerca y desde dentro, que es como se descubren todas las tripas y mecanismos; por desgracia, parece que no funciona ni uno. Además de la propia arquitectura, el edificio está bien colocado y sirve de remate adecuado a un punto singular del ciudad. La FONDATION CARTIER también me pareció acertada, quizá más que el IMA: encontré sobresalientes el juego de planos y de reflejos, y las fachadas que se prolongan para crea un fuera- dentro interesante; la exposición de CESAR que había esos día, floja floja. En cambio, el MUSEE BRANLY me defraudó completamente: la última vez que estuve en París estaba en obras, y tenía auténticas ganas de verlo: encontré un edifico bastante anecdótico, lleno de cositas más o menos acertadas, pero sin unidad, repitiendo fórmulas de otros edificios que aquí no funcionan (el cerramiento de vidrio, por ejemplo, que tanto sentido tiene en CARTIER y tan poco aquí) y con algunos elementos muy superfluos (esos vidrios impresos). Quizá lo mejor el cuerpo que contiene las oficinas, en la parte que no da al SENA, y el jardín.
Otro nombre que hay que citar es DOMINIQ PERRAULT. Vimos con detalle la BIBLIOTHÈQUE NATIONALE DE FRANCE, que es todo un edificio, sin duda una de las cosas que más me han llamado la atención de este viaje: ¡es magnífico! Todo resulta acertado: los cuatro bloques en altura, el bosque de pinos, los interiores completamente diseñados, las grandes salas de lectura, el mobiliario, la pasarela que cruza el SENA ... Todo: un diez. Además, en el POMPIDOU hay –o había en agosto- una exposición de proyectos de PERRAULT muy interesante.
Dejo constancia de la visita a BERCY, con su espantoso PALAIS OMNISPORTS y la actual filmoteca francesa (antiguo Centro de Cultura Americana), de GEHRY: más de lo que ya conocemos. Vimos muchas otras cosas de las que se podría hablar, pero que dejaremos en el tintero sin ninguna preocupación de olvidar lo importante (alguna obra de R. MEYER, la OPERA nacional PARIS-BASTILLE, el PARC ANDRÉ CITROËN, la TOUR MONTPARNASSE –a al que sí subí y que tiene unas vistas espectaculares ...) y dejé de ver algunas que seguramente habrían interesado (el PARC DE LA VILLETTE, por ejemplo).
Acabo con el FORUM LES HALLES: lo peor; más malo que el sebo; ningún interés; completamente prescindible.
Por un lado, las exposiciones universales: la poca experiencia que tengo es que, si dejan algo, siempre hay alguna cosa buena y el resto regular tirando a malo. En París, lo bueno es GRAND y PETIT PALAIS, y la TOUR EIFFEL. Lo regular, el resto: CHAILLOT, TOKYO, etc. Destaca, lógicamente, la torre EIFFEL, una audacia que ha conseguido convertirse en símbolo de la ciudad, y que realmente lo es. En esta ocasión no he subido up to the top –ya lo hice en algún viaje anterior- pero he pasado mil veces por debajo y por sus alrededores, llenísimos de gente haciendo cola para subir, por cierto. Con motivo de la presidencia francesa de la Comunidad Europea le han puesto doce estrellas amarillas, y sobre todo por las noches la iluminan con luz azul consiguiendo un efecto francamente bueno.
Por otro lado, arquitectura del siglo XX. Salvo honrosas excepciones, creo que en París no tiene mucho que ver, y así lo demuestra la guía de arquitectura contemporánea que ya he citado: al repasarla muy pocas cosas llamaron mi atención. Vimos alguna obra de PERRET, poco reseñable. La MAISON DE VERRE, de PIERRE CHAREAU, en cambio, me fascinó, y eso que sólo vimos el exterior, gracias a una mujer que nos permitió entrar en el patio donde se encuentra. No pude ir a la residencia universitaria de DUDOK, aunque me hubiera gustado: desde que descubrí su obra en HILVERSUM me ha interesado todo lo que ha caído en mis manos relacionado con él. Una tarde subimos a MONTMARTRE a ver la casa que ADOLF LOOS construyó para el poeta TRISTAN TZARA: la fachada es todo lo que encontramos, pero me pareció que valió la pena el rato que dedicamos a buscarla (también encontramos ese día el MOULIN DE LA GALETTE, el BATEAU LAVOIR y AU LAPIN AGILE: bien para nostálgicos, pero poco más).
Mirando más cerca, conviene ver con ojos de arquitecto –y no solo de turista,- la PIRAMIDE DEL LOUVRE, de PEI: otra operación audaz y acertada, que crea un ámbito de ingreso adecuado al museo, en mi opinión respetuoso con el entorno y del tamaño justo (sin afán de ser pedante, cuando voy al nuevo MUSEO DEL PRADO y entro por JERÓNIMOS, recuerdo el LOUVRE y pienso que a MONEO –o a la propiedad- le faltó un poco de audacia, o de magnificencia, para conseguir que el espacio de entrada refleje adecuadamente la grandiosa colección que uno está a punto de ver). Del CENTRE POMPIDOU ya he hablado, pero no puedo dejar de citarlo al hablar de arquitectura contemporánea de París: muy bien, muy audaz, muy interesante. La plaza que tiene delante, con esa pendiente tan conseguida, se convierte realmente en un espacio donde estar (la vida y los personajes que la llena también hacen mucho, claro). Hicimos la obligada visita a LA DEFENSE: interesante el concepto y la escala, pero con poco interés muchas de las piezas que lo configuran. De nuevo la magnanimidad francesa hace muy vistoso algo que analizado con detalle no es para tanto. LA GRANDE ARCHE desde lejos tiene fuerza, pero a medida que te acercas la va perdiéndola hasta acabar en una colección de piezas (ventanas, pérgolas, estructuras, cápsulas de ascensores ...) que no le ayudan. Las pantallas verticales de vidrio que supongo han colocado para controlar el viento sí están conseguidas.
De JEAN NOUVEL estuve en el INSTITUTO DEL MUNDO ÁRABE, que me gustó. Es una lástima que sólo se vea el gran hueco de las escaleras-ascensores y no se pueda llegar hasta le cilindro del extremo. Los famosísimos paneles-diafragma de la fachada sur son tremendamente llamativos vistos de lejos y por el exterior, y de cerca y desde dentro, que es como se descubren todas las tripas y mecanismos; por desgracia, parece que no funciona ni uno. Además de la propia arquitectura, el edificio está bien colocado y sirve de remate adecuado a un punto singular del ciudad. La FONDATION CARTIER también me pareció acertada, quizá más que el IMA: encontré sobresalientes el juego de planos y de reflejos, y las fachadas que se prolongan para crea un fuera- dentro interesante; la exposición de CESAR que había esos día, floja floja. En cambio, el MUSEE BRANLY me defraudó completamente: la última vez que estuve en París estaba en obras, y tenía auténticas ganas de verlo: encontré un edifico bastante anecdótico, lleno de cositas más o menos acertadas, pero sin unidad, repitiendo fórmulas de otros edificios que aquí no funcionan (el cerramiento de vidrio, por ejemplo, que tanto sentido tiene en CARTIER y tan poco aquí) y con algunos elementos muy superfluos (esos vidrios impresos). Quizá lo mejor el cuerpo que contiene las oficinas, en la parte que no da al SENA, y el jardín.
Otro nombre que hay que citar es DOMINIQ PERRAULT. Vimos con detalle la BIBLIOTHÈQUE NATIONALE DE FRANCE, que es todo un edificio, sin duda una de las cosas que más me han llamado la atención de este viaje: ¡es magnífico! Todo resulta acertado: los cuatro bloques en altura, el bosque de pinos, los interiores completamente diseñados, las grandes salas de lectura, el mobiliario, la pasarela que cruza el SENA ... Todo: un diez. Además, en el POMPIDOU hay –o había en agosto- una exposición de proyectos de PERRAULT muy interesante.
Dejo constancia de la visita a BERCY, con su espantoso PALAIS OMNISPORTS y la actual filmoteca francesa (antiguo Centro de Cultura Americana), de GEHRY: más de lo que ya conocemos. Vimos muchas otras cosas de las que se podría hablar, pero que dejaremos en el tintero sin ninguna preocupación de olvidar lo importante (alguna obra de R. MEYER, la OPERA nacional PARIS-BASTILLE, el PARC ANDRÉ CITROËN, la TOUR MONTPARNASSE –a al que sí subí y que tiene unas vistas espectaculares ...) y dejé de ver algunas que seguramente habrían interesado (el PARC DE LA VILLETTE, por ejemplo).
Acabo con el FORUM LES HALLES: lo peor; más malo que el sebo; ningún interés; completamente prescindible.
lunes, 15 de septiembre de 2008
PARÍS IV: siglos XVI, XVII, XVIII Y XIX (UN POCO DE HISTORIA)
Cuentan que el origen de París se remonta al siglo III antes de Cristo, cuando unos celtas (los Parisii, si no recuerdo mal) se asentaron en la isla de la Cité y llamaron LUTECIA a su ciudad. Después pasaron por allí los romanos, y después los francos. En el siglo IX París comienza a ser la capital del reino, y a partir de entonces en la ciudad se van construyendo edificios que hoy todavía permanecen en pie ... Pero no me interesa tanto hacer un resumencito de la historia de la ciudad (que se puede encontrar en cualquier sitio), como dejar constancia de la arquitectura que tuve ocasión de ver. Así como para anteriores comentarios me han bastado las fotos, en esta ocasión me he molestado en repasar las guías para refrescar algunos datos (los años de construcción de las cosas, que señalo sin excesivo afán de ajustar al milímetro), porque de otra manera no sería capaz de recordarlos.
Junto con las iglesias góticas de las que ya he hablado, en París encontré buenos ejemplos de arquitectura gótica civil: en LE MARAIS, el Hotel de SENS (construido hacia 1500), la casa de JEAN HÉROUÉT (1510); y en la otra margen del río, el Hotel de CLUNY (también hacia 1500) que alberga el mueso de la edad media. Ya plenamente renacentista es la FUENTE DE LOS INOCENTES (1550), muy cerca del POMPIDOU.
De nuevo en LE MARAIS, y adelantando alrededor de un siglo en el tiempo para llegar al XVII (o casi), se puede ver el Hotel de LAMOIGNON (1584), aunque en mi opinión tienen más interés el Hotel de SULLY (1625) y el Hotel CARNAVALET (1655), con su museo del que ya hablé. Desde el Hotel de SULLY se puede acceder a la maravillosa PLACE DES VOSGUES, construida alrededor de 1615: es uno de los sitios que más se ponderan de París, y realmente hay motivos para hacerlo, aunque en mi opinión la alta vegetación dificulta la adecuada comprensión de un espacio de enorme calidad. Lo mismo pasa con la PLACE del PALAIS ROYAL (ya del XVIII, si no me equivoco), sensacional pero llena de cosas que no ayudan: desde las esculturas-fustes de columna-tocones de tala (tirando a feas), hasta los árboles demasiado altos (no digo nada de las gradas que estaban instaladas, porque entiendo que son temporales para algún espectáculo veraniego). Por acabar con las plazas de este siglo, visité la PLACE DAUPHINE (1607) en la isla de la Cite, tangente a la PONT-NEUF (que paradójicamente es el puente más antiguo de París que aún cruza el SENA) y por supuesto la PLACE VENDOME (proyectada en 1680, aunque construida ya en el XVIII): todo lo que se diga será poco. Increíblemente proporcionada, serena, acertada en sus fachadas ... Otro gran edificio del XVII es el PALACIO DE LUXEMBURGO, construido hacia 1620 con aire florentino por empeño de la reina MARÍA de MEDICIS. Los jardines son deliciosos.
Del siglo XVIII pude asomarme en LE MARAIS al patio del Hotel de ROHAN (1705), del que enseguida nos echaron, y al Hotel de SOUBISE (1709), espectacular con su doble columnata. La gran plaza del XVIII es la CONCORDE, con sus reminiscencias a la guillotina, su obelisco, sus fuentes y los dos magníficos edificios de GABRIEL, el Hotel CRILLON y Hotel de la MARINE.
El LOUVRE, como edificio, recorre gran parte de la historia de París, con sucesivas ampliaciones y reconstrucciones de la fortaleza inicial del año 1200. El resultado es bastante desigual: enorme, tremendamente monumental, pero no siempre afortunado. Lo mejor, quizá la columnata de LE VAU que cierra el edificio por el este, de la época de LUIS XIV.
Entre las obras del siglo XIX –que no es precisamente santo de mi devoción, pero que debo reconocer que tiene cosas de enorme interés- desatacaría la OPERA de GARNIER (inaugurada en 1875). Vimos el inevitable ARC DE TRIOMPHE (acabado en 1836) impresionante por su tamaño y por su situación (qué maravillosos los CHAMPS ELYSEES) pero ligeramente cabezón. Ya he hablado del palacio JACQUEMART-ANDRÉ, y por eso no insistiré más ...
Sé que me dejo mil cosas por contar (otro día hablaré del siglo XX), pero no es posible reseñar todo lo visto, y estas son las que ahora me vienen a la cabeza. En cualquier caso, lo mejor de París no son todos estos edificios –que sin duda son interesantísimos- sino el callejear de un sitio a otro para verlos. En este caso, además, callejear no quiere decir necesariamente ir por callejas: unas veces sí, pero otras –muchas- son maravillosas avenidas y grandes bulevares con largas perspectivas y construcciones de enorme envergadura, que quizá no vayan a salir señaladas en las guías por su singularidad, pero que desde luego son dignísimas y conformadoras de una ciudad muy muy seria. A pesar de todas las críticas a la operación realizada por el BARON HAUSSMANN, que entiendo, creo que el resultado le ha salido de primera.
Junto con las iglesias góticas de las que ya he hablado, en París encontré buenos ejemplos de arquitectura gótica civil: en LE MARAIS, el Hotel de SENS (construido hacia 1500), la casa de JEAN HÉROUÉT (1510); y en la otra margen del río, el Hotel de CLUNY (también hacia 1500) que alberga el mueso de la edad media. Ya plenamente renacentista es la FUENTE DE LOS INOCENTES (1550), muy cerca del POMPIDOU.
De nuevo en LE MARAIS, y adelantando alrededor de un siglo en el tiempo para llegar al XVII (o casi), se puede ver el Hotel de LAMOIGNON (1584), aunque en mi opinión tienen más interés el Hotel de SULLY (1625) y el Hotel CARNAVALET (1655), con su museo del que ya hablé. Desde el Hotel de SULLY se puede acceder a la maravillosa PLACE DES VOSGUES, construida alrededor de 1615: es uno de los sitios que más se ponderan de París, y realmente hay motivos para hacerlo, aunque en mi opinión la alta vegetación dificulta la adecuada comprensión de un espacio de enorme calidad. Lo mismo pasa con la PLACE del PALAIS ROYAL (ya del XVIII, si no me equivoco), sensacional pero llena de cosas que no ayudan: desde las esculturas-fustes de columna-tocones de tala (tirando a feas), hasta los árboles demasiado altos (no digo nada de las gradas que estaban instaladas, porque entiendo que son temporales para algún espectáculo veraniego). Por acabar con las plazas de este siglo, visité la PLACE DAUPHINE (1607) en la isla de la Cite, tangente a la PONT-NEUF (que paradójicamente es el puente más antiguo de París que aún cruza el SENA) y por supuesto la PLACE VENDOME (proyectada en 1680, aunque construida ya en el XVIII): todo lo que se diga será poco. Increíblemente proporcionada, serena, acertada en sus fachadas ... Otro gran edificio del XVII es el PALACIO DE LUXEMBURGO, construido hacia 1620 con aire florentino por empeño de la reina MARÍA de MEDICIS. Los jardines son deliciosos.
Del siglo XVIII pude asomarme en LE MARAIS al patio del Hotel de ROHAN (1705), del que enseguida nos echaron, y al Hotel de SOUBISE (1709), espectacular con su doble columnata. La gran plaza del XVIII es la CONCORDE, con sus reminiscencias a la guillotina, su obelisco, sus fuentes y los dos magníficos edificios de GABRIEL, el Hotel CRILLON y Hotel de la MARINE.
El LOUVRE, como edificio, recorre gran parte de la historia de París, con sucesivas ampliaciones y reconstrucciones de la fortaleza inicial del año 1200. El resultado es bastante desigual: enorme, tremendamente monumental, pero no siempre afortunado. Lo mejor, quizá la columnata de LE VAU que cierra el edificio por el este, de la época de LUIS XIV.
Entre las obras del siglo XIX –que no es precisamente santo de mi devoción, pero que debo reconocer que tiene cosas de enorme interés- desatacaría la OPERA de GARNIER (inaugurada en 1875). Vimos el inevitable ARC DE TRIOMPHE (acabado en 1836) impresionante por su tamaño y por su situación (qué maravillosos los CHAMPS ELYSEES) pero ligeramente cabezón. Ya he hablado del palacio JACQUEMART-ANDRÉ, y por eso no insistiré más ...
Sé que me dejo mil cosas por contar (otro día hablaré del siglo XX), pero no es posible reseñar todo lo visto, y estas son las que ahora me vienen a la cabeza. En cualquier caso, lo mejor de París no son todos estos edificios –que sin duda son interesantísimos- sino el callejear de un sitio a otro para verlos. En este caso, además, callejear no quiere decir necesariamente ir por callejas: unas veces sí, pero otras –muchas- son maravillosas avenidas y grandes bulevares con largas perspectivas y construcciones de enorme envergadura, que quizá no vayan a salir señaladas en las guías por su singularidad, pero que desde luego son dignísimas y conformadoras de una ciudad muy muy seria. A pesar de todas las críticas a la operación realizada por el BARON HAUSSMANN, que entiendo, creo que el resultado le ha salido de primera.
jueves, 11 de septiembre de 2008
BURGOS
Aprovechando la fiesta que el Ayuntamiento de Madrid nos ha regalado a los madrileños, el martes pasado me fui a BURGOS. Hacía tiempo –años- que sólo veía la ciudad desde la N-I, y preparamos una visita sencilla que nos salió bastante bien, a pesar de la intensísima lluvia que cayó hacia las siete de la tarde, cuando ya estábamos de recogida.
Pudimos ver con detalle la CARTUJA DE MIRAFLORES, que no conocía –o de la que no recordaba nada- y que encontré espectacular: de una sencillez arquitectónica maravillosa, el retablo de GIL DE SILOE es fantástico, tremendamente singular con su gran círculo central de ángeles y su profusión de imágenes, y riquísimos los sepulcros de JUAN II e ISABEL DE PORTUGAL. Todo, además, muy bien restaurado. El sepulcro del INFANTE ALFONSO, también rico e interesante.
Visitamos la CATEDRAL. No se cuándo ha terminado la restauración, pero me parece afortunada en cuanto a la arquitectura –a pesar de lo rechupada que queda la fábrica- y menos acertada en los retablos y la decoración de algunas capillas, excesivamente colorista. Despampanantes, como siempre, el CIMBORRIO, la ESCALERA DORADA de DIEGO DE SILOE, el CORO y la CAPILLA DE LOS CONDESTABLES, de los COLONIA. Todas la bóvedas caladas –hay muchas- tienen un toque muy especial. Además, el recorrido que ahora se plantea, con el ÁREA DE INTERPRETACIÓN en parte final, me pareció acertadísimo.
Nos acercamos al MONASTERIO DE SANTA MARÍA LA REAL DE HUELGAS (de toda la vida, LAS HUELGAS), donde nos sumamos a una visita guiada. Bien, pero sin lanzar cohetes. Es una visita excesivamente fragmentada, en la que enseñan cosas (locales, sepulcros, claustros, capillas, imágenes) pero en la que no es fácil hacerse una idea general del edificio, de su importancia ni de sus dimensiones ni de organización. Quizá tenga que ver que se trata de un convento de monjas “en activo”, y eso fuerza una visita en la que muchas cosas se quedan necesariamente en la clausura. Muy interesante, incluso para profanos del tema como yo, la exposición de telas y tejidos que se puede ver al final del recorrido.
Además de lo anterior, que fueron los platos fuertes del día, pudimos recorrer la ciudad y asomarnos a otros lugares clásicos: la Casa del Cordón, el Paseo del Espolón, la Puerta de Santa María ... Queda para otra ocasión ATAPURECA, una visita distinta, pero que también debe tener gran interés.
Pudimos ver con detalle la CARTUJA DE MIRAFLORES, que no conocía –o de la que no recordaba nada- y que encontré espectacular: de una sencillez arquitectónica maravillosa, el retablo de GIL DE SILOE es fantástico, tremendamente singular con su gran círculo central de ángeles y su profusión de imágenes, y riquísimos los sepulcros de JUAN II e ISABEL DE PORTUGAL. Todo, además, muy bien restaurado. El sepulcro del INFANTE ALFONSO, también rico e interesante.
Visitamos la CATEDRAL. No se cuándo ha terminado la restauración, pero me parece afortunada en cuanto a la arquitectura –a pesar de lo rechupada que queda la fábrica- y menos acertada en los retablos y la decoración de algunas capillas, excesivamente colorista. Despampanantes, como siempre, el CIMBORRIO, la ESCALERA DORADA de DIEGO DE SILOE, el CORO y la CAPILLA DE LOS CONDESTABLES, de los COLONIA. Todas la bóvedas caladas –hay muchas- tienen un toque muy especial. Además, el recorrido que ahora se plantea, con el ÁREA DE INTERPRETACIÓN en parte final, me pareció acertadísimo.
Nos acercamos al MONASTERIO DE SANTA MARÍA LA REAL DE HUELGAS (de toda la vida, LAS HUELGAS), donde nos sumamos a una visita guiada. Bien, pero sin lanzar cohetes. Es una visita excesivamente fragmentada, en la que enseñan cosas (locales, sepulcros, claustros, capillas, imágenes) pero en la que no es fácil hacerse una idea general del edificio, de su importancia ni de sus dimensiones ni de organización. Quizá tenga que ver que se trata de un convento de monjas “en activo”, y eso fuerza una visita en la que muchas cosas se quedan necesariamente en la clausura. Muy interesante, incluso para profanos del tema como yo, la exposición de telas y tejidos que se puede ver al final del recorrido.
Además de lo anterior, que fueron los platos fuertes del día, pudimos recorrer la ciudad y asomarnos a otros lugares clásicos: la Casa del Cordón, el Paseo del Espolón, la Puerta de Santa María ... Queda para otra ocasión ATAPURECA, una visita distinta, pero que también debe tener gran interés.
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lugares
miércoles, 10 de septiembre de 2008
PARÍS III: LAS IGLESIAS
París está lleno de magníficas iglesias. Supongo que todas muy reconstruidas después de la revolución, que no debió dejar (y nunca mejor dicho) títere con cabeza. He intentado investigar qué quedaba de esos edificios en, por ejemplo, 1840, pero no he encontrado datos ni pistas significativas, sospecho que porque he buscado poco y en sitios muy obvios ... Uno piensa en lo que debió hacer VIOLLET-LE-DUC, e intuye –es más que una intuición, claro- que el gótico que ahora admiramos es bastante bastante del XIX. En cualquier caso, y sin entrar el polémicas sobre teoría de la restauración –¡cuánto hemos pedaleado durante la estancia en París!- lo que hoy vemos tiene mucho interés.
SAINT GERMAIN DES PRES pasa por ser la iglesia más antigua de París, aunque de la fábrica del siglo XI sólo queden la torre de acceso y parte del palacio de la abadía que allí hubo.
SAINT DENIS, edificio levantado por el abad SUGER en el que el románico empieza a ser muy gótico, es impresionante e interesantísimo. La exposición de tumbas –no se puede llamar de otra manera- de la zona del transepto y girola, que pretende ser un remedo del panteón real que hubo (y que fue machacado durante la revolución, por supuesto), no resulta del todo afortunado.
NOTRE DAME de París tiene mucha historia encima, y también mucha novela. Es un edifico de interés muy singular, pero no me ha llamado especialmente la atención, quizá por la saturación de gente que la llena a todas horas, o quizá por el resto de las catedrales góticas que he visitado –despampanantes- de las que hablaré otro día.
SAINT CHAPELLE, construida a mitad del siglo XIII por orden de SAN LUIS REY para custodiar reliquias traídas de los santos lugares, es una maravilla. Muchas de las reliquias y relicarios se perdieron (durante la revolución, por supuesto) y las que quedan ahora se conservan en otro lugares. El espacio de la capilla superior es sobrecogedor. La luz de colores, la bóveda celeste que flota sobre la luz, las vidrieras y las esculturas ... Todo vale la pena. Es otra visita obligada, en un día soleado y si es posible a última hora de la mañana o primera de la tarde.
SAINT EUSTACHE y SAINT ETIENNE son otros dos templos de quitar el hipo. El primero, bellísimo. El segundo, con su balconada corrida a media altura a lo largo de toda la iglesia, tiene un sabor muy especial. SAINT SEVERIN, en el barrio latino, tiene una magnífica girola y las vidrieras del claustro también son muy buenas. SAINT SULPICE, a pesar de todo su esplendor, me dijo menos (además, la fachada estaba en obras de importancia y todo el entorno en plena operación asfalto, lo que indudablemente le quita gracia). En VAL DE GRACE y la iglesia de la universidad de LA SORBONNE no pudimos entrar. Las dos iglesias del conjunto de LES INVALIDES valen la pena, especialmente el (o la) DOME, la construcción encargada por LUIS XIV a Jules HARDOUIN-MANSARD (hay varios Mansard en la historia de París) y donde ahora está enterrado NAPOLEÓN I. Sobre esta intervención, lógicamente posterior a la construcción de la iglesia, se pueden decir dos cosas: por un lado, es un acierto que la tumba se haya excavado, de manera que el espacio de MANSARD apenas queda modificado; por otro, del propio sarcófago y la arquitectura que lo acompaña, lo mejor que se puede decir es que son de gran tamaño ... a partir de aquí todo serían comentarios negativos. Es interesante cómo se conectan los dos espacios –las dos iglesias- por sus cabeceras mediante transparencias.
La riqueza espacial de EL PANTHEON de SOUFLOTT es interesantísima y hace que valga la pena dedicar un rato largo a circular por el interior; el péndulo de FOUCAULT que está en le centro de la planta, puramente anecdótico; la cripta, sin interés y –si no eres francés- con muy poco que ver. Llama la atención lo fría que resulta la iglesia, tan poco templo. Eso sí, las vistas de la ciudad desde el tambor de la cúpula –que tanto recuerda al que CHRISTIOPHER WREN proyectó un siglo antes para la catedral de San Pablo, en LONDRES- valen la pena.
LA MADELEINE, con su rotundidad de templo romano perfecto y su posición en las perspectivas desde algunos bulevares y desde la PLACE DE LA CONCORDE, es de lo más vistoso de Paris, que no quiere decir de lo más interesante desde el punto de vista arquitectónico.
Hay, además, otras mil iglesias en la ciudad, todas con su cosa: Saint Gervais-Saint Protais, St Julien le Pouvre, St Merry, la Tour Saint Jaques (aunque justo lo que no queda es la iglesia), Notre Dame des Blancs Manteaux, Saint Louis en l’isle, Saint Paul, Saint Pierre en Montmartre, incluso la Medalla Milagrosa, tan poco bonita y a la vez tan vivida, tan llena de gente variadísima ...
Acabo con la basílica del SACRE COEUR en MONTMARTRE. Tiene, es verdad, un enorme aire a decorado, como todo lo demasiado historicista y neo-algo. Pero también es verdad que por lo que sea –la fama, el emplazamiento sobre la ciudad, las vistas, el ambiente del exterior, la decoración interior: no sé qué es- resulta un lugar definitivamente atractivo.
SAINT GERMAIN DES PRES pasa por ser la iglesia más antigua de París, aunque de la fábrica del siglo XI sólo queden la torre de acceso y parte del palacio de la abadía que allí hubo.
SAINT DENIS, edificio levantado por el abad SUGER en el que el románico empieza a ser muy gótico, es impresionante e interesantísimo. La exposición de tumbas –no se puede llamar de otra manera- de la zona del transepto y girola, que pretende ser un remedo del panteón real que hubo (y que fue machacado durante la revolución, por supuesto), no resulta del todo afortunado.
NOTRE DAME de París tiene mucha historia encima, y también mucha novela. Es un edifico de interés muy singular, pero no me ha llamado especialmente la atención, quizá por la saturación de gente que la llena a todas horas, o quizá por el resto de las catedrales góticas que he visitado –despampanantes- de las que hablaré otro día.
SAINT CHAPELLE, construida a mitad del siglo XIII por orden de SAN LUIS REY para custodiar reliquias traídas de los santos lugares, es una maravilla. Muchas de las reliquias y relicarios se perdieron (durante la revolución, por supuesto) y las que quedan ahora se conservan en otro lugares. El espacio de la capilla superior es sobrecogedor. La luz de colores, la bóveda celeste que flota sobre la luz, las vidrieras y las esculturas ... Todo vale la pena. Es otra visita obligada, en un día soleado y si es posible a última hora de la mañana o primera de la tarde.
SAINT EUSTACHE y SAINT ETIENNE son otros dos templos de quitar el hipo. El primero, bellísimo. El segundo, con su balconada corrida a media altura a lo largo de toda la iglesia, tiene un sabor muy especial. SAINT SEVERIN, en el barrio latino, tiene una magnífica girola y las vidrieras del claustro también son muy buenas. SAINT SULPICE, a pesar de todo su esplendor, me dijo menos (además, la fachada estaba en obras de importancia y todo el entorno en plena operación asfalto, lo que indudablemente le quita gracia). En VAL DE GRACE y la iglesia de la universidad de LA SORBONNE no pudimos entrar. Las dos iglesias del conjunto de LES INVALIDES valen la pena, especialmente el (o la) DOME, la construcción encargada por LUIS XIV a Jules HARDOUIN-MANSARD (hay varios Mansard en la historia de París) y donde ahora está enterrado NAPOLEÓN I. Sobre esta intervención, lógicamente posterior a la construcción de la iglesia, se pueden decir dos cosas: por un lado, es un acierto que la tumba se haya excavado, de manera que el espacio de MANSARD apenas queda modificado; por otro, del propio sarcófago y la arquitectura que lo acompaña, lo mejor que se puede decir es que son de gran tamaño ... a partir de aquí todo serían comentarios negativos. Es interesante cómo se conectan los dos espacios –las dos iglesias- por sus cabeceras mediante transparencias.
La riqueza espacial de EL PANTHEON de SOUFLOTT es interesantísima y hace que valga la pena dedicar un rato largo a circular por el interior; el péndulo de FOUCAULT que está en le centro de la planta, puramente anecdótico; la cripta, sin interés y –si no eres francés- con muy poco que ver. Llama la atención lo fría que resulta la iglesia, tan poco templo. Eso sí, las vistas de la ciudad desde el tambor de la cúpula –que tanto recuerda al que CHRISTIOPHER WREN proyectó un siglo antes para la catedral de San Pablo, en LONDRES- valen la pena.
LA MADELEINE, con su rotundidad de templo romano perfecto y su posición en las perspectivas desde algunos bulevares y desde la PLACE DE LA CONCORDE, es de lo más vistoso de Paris, que no quiere decir de lo más interesante desde el punto de vista arquitectónico.
Hay, además, otras mil iglesias en la ciudad, todas con su cosa: Saint Gervais-Saint Protais, St Julien le Pouvre, St Merry, la Tour Saint Jaques (aunque justo lo que no queda es la iglesia), Notre Dame des Blancs Manteaux, Saint Louis en l’isle, Saint Paul, Saint Pierre en Montmartre, incluso la Medalla Milagrosa, tan poco bonita y a la vez tan vivida, tan llena de gente variadísima ...
Acabo con la basílica del SACRE COEUR en MONTMARTRE. Tiene, es verdad, un enorme aire a decorado, como todo lo demasiado historicista y neo-algo. Pero también es verdad que por lo que sea –la fama, el emplazamiento sobre la ciudad, las vistas, el ambiente del exterior, la decoración interior: no sé qué es- resulta un lugar definitivamente atractivo.
sábado, 6 de septiembre de 2008
AL VOLVER LA ESQUINA, de CARMEN LAFORET
CARMEN LAFORET escribió una trilogía en la que investigaba sobre los resortes de la memoria y la forma de funcionar de los recuerdos en nuestras cabezas. La componían tres novelas: LA INSOLACIÓN, AL VOLVER LA ESQUINA, Y JAQUE MATE. Contaban la vida de Martín Soto en tres décadas distintas, los años cuarenta, los cincuenta y los sesenta. Ella misma dice que la primera que escribió es JAQUE MATE, obra que se perdió y nunca ha sido publicada. En selecciónARTE ya comenté LA INSOLACIÓN. Ahora acabo de terminar de leer AL VOLVER LA ESQUINA.
En esta segunda novela, Martín Soto narra en primera persona su nuevo encuentro con los Corsi, aproximadamente 10 años después del último pasaje de LA INSOLACIÓN. El personaje se presenta con 24 años, vive en Madrid, de pensión en pensión, es pintor. Cuando se inicia el relato, el 15 de abril de 1950, Martín acaba de volver de Alicante: ha muerto su abuela, y regresa con una buena suma recibida como herencia. El protagonista no está viviendo en presente lo que cuenta: el lector entiende que está escribiendo sus recuerdos muchos años después de que sucedieran (concretamente, en 1973) como una misteriosa terapia recomendada por la también misteriosa doctora Leutari y por un motivo misterioso que no se llega a descubrir. De hecho, Martín intercala en su propio texto fragmentos de otros textos que ha encontrado después, tampoco se sabe cómo ni porqué: el diario policiaco escrito por Luis López, y el Cuento de Soledad.
La novela se divide en dos grande bloques: “La noche toledana” y “...Y lo demás”. La primera parte es muy fragmentaria, con recuerdos a veces poco conectados y en varias ocasiones con la cronología alterada, de forma que hasta que uno no avanza en el texto no termina de entender lo que lee. El azar y la casualidad son las fuerzas que mueven el principio de la historia, como en las novelas de PAUL AUSTER, a las que recuerda en muchas ocasiones. Todo sucede como en una película de cine, entre el sueño y la realidad, como en un espejismo donde las cosas se confunden. En la segunda parte la narración es más lineal, menos experimental. También es mucho más sólida en cuanto a definición de personajes y de sentimientos, que van creciendo a medida que la novela se acerca al final. En las últimas páginas, la intensidad es grande, y remata estupendamente un desarrollo narrativo muy bien medido. Por algunos comentarios del editor, parece que la obra no fue corregida por la autora en su versión final: en varios puntos del texto se señala que el manuscrito es incomprensible.
El arranque de la historia se hace con un fragmento del diario de D. Luis López, donde cuenta que Martín Soto ha desaparecido sin dejar ningún rastro y desde hacer tres meses no se sabe nada de él. A partir de ahí, Martín va poniendo por escrito los recuerdos que conserva de lo que ha pasado durante ese periodo (la novela abarca más o menos ocho meses, desde abril a noviembre): como se marcha a Toledo por motivos profesionales en compañía de Soli, la hija de un compañero de una de las pensiones donde había vivido, para estar allí un fin de semana y después vuelta a Madrid para seguir normalmente con su vida. Pero la noche de la llegada encuentra a Anita Corsi, que está acompañando a unas amigas; una de ellas, la sudamericana Zoila, está casada con un actor de cine de cierto renombre, Alexis, que en seguida se descubre que no es otro que Carlos Corsi. En ese momento, el Señor Corsi, en Madrid, sufre un ataque de apendicitis y Martín regresa rápidamente con Anita y Soli para atenderle. La operación no presenta dificultades, y mientras don Carolo se va recuperando Martín y Soli se instalan el la casa madrileña de los Corsi, junto al parque del Retiro. Al poco llega Doña Froilana, que habíamos conocido en LA INSOLACIÓN como Frufrú.
A partir de ese momento, con el arranque de la segunda parte del libro, la vida de todos se va hilvanando, se va mezclando y se van presentando nuevos personajes (el doctor Tarro, el señor Pérez –padre de Soli- el matrimonio Valina, Ítalo Rilcki, el profesor Jiménez Din y su hija Beatriz...). Poco a poco revive con fuerza la antigua amistad entre Martín y Anita, atracción que ninguno de los dos considera amor, o por lo menos no amor físico ni sexual; se trata de un enorme cariño, de una gran conexión, de necesidad mutua, de coincidencia de ideas y de deseos. En el fondo, de una profunda relación fraterna. Finalmente, después de encuentros, desencuentros e incluso proposiciones de matrimonio, Anita y Martín siguen sus caminos, se separan con la seguridad de que nada podrá romper el lazo que les une. La historia tiene momentos brillantes con puntos de surrealismo; divertidos, como la cena en casa de los Corsi en la que se presenta Mademoiselle Brigitte, Kikú, subdita de Nguma; o tensos, como la cena en la casa de Ítalo.
La historia -escrita con maestría- engancha, aunque es verdad que al principio no hay que dejarse vencer por el desconcierto. Es una pena que no podamos conocer la tercera parte, JAQUE MATE, porque la historia pide un final: esta novela, a pesar de su autonomía –empieza y acaba con sentido- deja muchos cabos sueltos que al lector le encantaría dejar atados: no sabemos qué pasa con doña Froilana y monsieur Dupont, qué pasa con Carlos y Zoila, qué pasa con el señor Corsi y la marquesa, con Anita y el doctor Tarro, con Martín y Beatriz, con Soli ... En cualquier caso, una excelente novela.
AL VOLVER LA ESQUINA. Ediciones Destino. Colección Destinolibro, volumen 486.
En esta segunda novela, Martín Soto narra en primera persona su nuevo encuentro con los Corsi, aproximadamente 10 años después del último pasaje de LA INSOLACIÓN. El personaje se presenta con 24 años, vive en Madrid, de pensión en pensión, es pintor. Cuando se inicia el relato, el 15 de abril de 1950, Martín acaba de volver de Alicante: ha muerto su abuela, y regresa con una buena suma recibida como herencia. El protagonista no está viviendo en presente lo que cuenta: el lector entiende que está escribiendo sus recuerdos muchos años después de que sucedieran (concretamente, en 1973) como una misteriosa terapia recomendada por la también misteriosa doctora Leutari y por un motivo misterioso que no se llega a descubrir. De hecho, Martín intercala en su propio texto fragmentos de otros textos que ha encontrado después, tampoco se sabe cómo ni porqué: el diario policiaco escrito por Luis López, y el Cuento de Soledad.
La novela se divide en dos grande bloques: “La noche toledana” y “...Y lo demás”. La primera parte es muy fragmentaria, con recuerdos a veces poco conectados y en varias ocasiones con la cronología alterada, de forma que hasta que uno no avanza en el texto no termina de entender lo que lee. El azar y la casualidad son las fuerzas que mueven el principio de la historia, como en las novelas de PAUL AUSTER, a las que recuerda en muchas ocasiones. Todo sucede como en una película de cine, entre el sueño y la realidad, como en un espejismo donde las cosas se confunden. En la segunda parte la narración es más lineal, menos experimental. También es mucho más sólida en cuanto a definición de personajes y de sentimientos, que van creciendo a medida que la novela se acerca al final. En las últimas páginas, la intensidad es grande, y remata estupendamente un desarrollo narrativo muy bien medido. Por algunos comentarios del editor, parece que la obra no fue corregida por la autora en su versión final: en varios puntos del texto se señala que el manuscrito es incomprensible.
El arranque de la historia se hace con un fragmento del diario de D. Luis López, donde cuenta que Martín Soto ha desaparecido sin dejar ningún rastro y desde hacer tres meses no se sabe nada de él. A partir de ahí, Martín va poniendo por escrito los recuerdos que conserva de lo que ha pasado durante ese periodo (la novela abarca más o menos ocho meses, desde abril a noviembre): como se marcha a Toledo por motivos profesionales en compañía de Soli, la hija de un compañero de una de las pensiones donde había vivido, para estar allí un fin de semana y después vuelta a Madrid para seguir normalmente con su vida. Pero la noche de la llegada encuentra a Anita Corsi, que está acompañando a unas amigas; una de ellas, la sudamericana Zoila, está casada con un actor de cine de cierto renombre, Alexis, que en seguida se descubre que no es otro que Carlos Corsi. En ese momento, el Señor Corsi, en Madrid, sufre un ataque de apendicitis y Martín regresa rápidamente con Anita y Soli para atenderle. La operación no presenta dificultades, y mientras don Carolo se va recuperando Martín y Soli se instalan el la casa madrileña de los Corsi, junto al parque del Retiro. Al poco llega Doña Froilana, que habíamos conocido en LA INSOLACIÓN como Frufrú.
A partir de ese momento, con el arranque de la segunda parte del libro, la vida de todos se va hilvanando, se va mezclando y se van presentando nuevos personajes (el doctor Tarro, el señor Pérez –padre de Soli- el matrimonio Valina, Ítalo Rilcki, el profesor Jiménez Din y su hija Beatriz...). Poco a poco revive con fuerza la antigua amistad entre Martín y Anita, atracción que ninguno de los dos considera amor, o por lo menos no amor físico ni sexual; se trata de un enorme cariño, de una gran conexión, de necesidad mutua, de coincidencia de ideas y de deseos. En el fondo, de una profunda relación fraterna. Finalmente, después de encuentros, desencuentros e incluso proposiciones de matrimonio, Anita y Martín siguen sus caminos, se separan con la seguridad de que nada podrá romper el lazo que les une. La historia tiene momentos brillantes con puntos de surrealismo; divertidos, como la cena en casa de los Corsi en la que se presenta Mademoiselle Brigitte, Kikú, subdita de Nguma; o tensos, como la cena en la casa de Ítalo.
La historia -escrita con maestría- engancha, aunque es verdad que al principio no hay que dejarse vencer por el desconcierto. Es una pena que no podamos conocer la tercera parte, JAQUE MATE, porque la historia pide un final: esta novela, a pesar de su autonomía –empieza y acaba con sentido- deja muchos cabos sueltos que al lector le encantaría dejar atados: no sabemos qué pasa con doña Froilana y monsieur Dupont, qué pasa con Carlos y Zoila, qué pasa con el señor Corsi y la marquesa, con Anita y el doctor Tarro, con Martín y Beatriz, con Soli ... En cualquier caso, una excelente novela.
AL VOLVER LA ESQUINA. Ediciones Destino. Colección Destinolibro, volumen 486.
Etiquetas:
libros,
literatura española
miércoles, 3 de septiembre de 2008
PARÍS II: LOS MUSEOS
Por empezar por algún sitio, hoy dejo por escrito lo que me han parecido los muesos de París. Lo primero que hay que decir es que hay muchos, muchísimos. No todos igual de interesantes, pero todos prácticamente igual de caros y de llenos. A pesar de este cometario un punto ácido, reconozco cuanto antes que muchos sí que valen la pena. Allá van algunos comentarios breves sobre los que he visto.
El MUSÉE du LOUVRE me pareció inabarcable; tan grande que hacen falta muchas sesiones para verlo con cierto detalle. Yo, a pesar de que ya lo conocía, le dediqué un día completo –casi ocho horas: sé que no es manera- y acabé cansado, confundido y sin haber visto todo (por supuesto, solo puede ver con calma obras contadas). Pienso que harían un favor al museo si retirasen cosas –no todas son de primera calidad- y pusieran en valor lo realmente bueno: qué pena da, por ejemplo, la situación de los dos VEERMER. El gran museo se queda un poco –o un mucho- en un gran almacén.
El MUSÉE d’ORSAY me parece una visita imprescindible. Hay mucho y bueno y de gran interés, a pesar del edificio, quizás opinable. A mí, la verdad, no me parece mal, a pesar del caos de recorridos que se organiza. Que nadie se pierda la colección KAGANOVICH.
La colección del CENTRE POMPIDOU me pareció buena pero justa: eché de menos autores claves del siglo XX, aunque no se si es una ausencia temporal o permanente. Eso sí, el contenedor es mítico, un edificio interesantísimo que vale la pena ver con detalle.
El MUSÉE de l’ORANGERIE, una auténtica joya, tanto por las NYMPHEAS (nuestro nenúfares), que son maravillosos, como por la colección de JEAN WALTER y PAUL GUILLAUME, muy interesante. El edificio está bien concebido y cuidado.
No puedo alabar, en cambio, el MUSÉE MARMOTTAN MONET: me pareció un desastre. La colección de cuadros de MONET es muy buena, pero está lamentablemente presentada, como el resto de las obras. Para nota es la presentación de IMPRESSION, SOLEIL LEVANT: el cuadro que da nombre al movimiento impresionista, mascarón de proa del museo, está colocado en un lugar desafortunado, justo la bajar una escaleras, dentro de un cajón de metacrilato absolutamente tremendo. El edificio en general está poco cuidado, y –al menos el día que yo fui, que no era especialmente caluroso (en la calle estaba lloviendo)- dentro hacía un calor de muerte. Parece que como el público lo tienen asegurado, no hacen el más mínimo esfuerzo en mejorar aquello. Una auténtica pena.
PETIT PALAIS y PALAIS de TOKYO, museos de Beaux-Arts y de arte contemporáneo de la Villa de París, discretos, especialmente el segundo.
CARNAVALET, museo de la historia de París, interesante sin más (siempre son difíciles los museos de historia de una ciudad, aunque podrían ser apasionantes). El Hotel donde está instalado sí vale la pena, como tantos otros de ese barrio, LE MARAIS.
El gran descubrimiento de esta estancia en París en lo que a museos se refiere ha sido el MUSÉE JACQUEMART-ANDRÉ: una sorpresa verdaderamente afortunada. No lo conocía, me lo recomendaron con la boca pequeña, y fuimos a verlo. Toda una suerte. Es el palacio que un coleccionista sin ninguna dificultad económica se construye a finales del siglo XIX como residencia, y donde va colgando las obras que adquiere a lo largo de su vida. Un edificio interesantísimo (el espacio de la escalera es maravilloso) con una magnífica colección de obras de arte. Aunque pueda parecer un poco excesivo, esta visita resulta obligada, es un must.
Por fin, dejar constancia que el NISSIM DE CAMONDÓ se quedó en el tintero ...
Los visitantes se merecen un último comentario. El 90 % -quizá me quedo corto- no ve los cuadros: los fotografía, o se fotografía con ellos de fondo. Entiendo que les guste llevarse el recuerdo, pero la foto debería llegar siempre después de haber disfrutado la obra, no en lugar de disfrutarla. Es una pena, también porque a los que tenemos interés nos impiden ver las cosas. Paradigmático es el caso de la MONA LISA: la gente hace colas para sacar la foto, y varias cintas y una legión de empleados del mueso te impiden acercarte al cuadro. Esperpéntico.
El MUSÉE du LOUVRE me pareció inabarcable; tan grande que hacen falta muchas sesiones para verlo con cierto detalle. Yo, a pesar de que ya lo conocía, le dediqué un día completo –casi ocho horas: sé que no es manera- y acabé cansado, confundido y sin haber visto todo (por supuesto, solo puede ver con calma obras contadas). Pienso que harían un favor al museo si retirasen cosas –no todas son de primera calidad- y pusieran en valor lo realmente bueno: qué pena da, por ejemplo, la situación de los dos VEERMER. El gran museo se queda un poco –o un mucho- en un gran almacén.
El MUSÉE d’ORSAY me parece una visita imprescindible. Hay mucho y bueno y de gran interés, a pesar del edificio, quizás opinable. A mí, la verdad, no me parece mal, a pesar del caos de recorridos que se organiza. Que nadie se pierda la colección KAGANOVICH.
La colección del CENTRE POMPIDOU me pareció buena pero justa: eché de menos autores claves del siglo XX, aunque no se si es una ausencia temporal o permanente. Eso sí, el contenedor es mítico, un edificio interesantísimo que vale la pena ver con detalle.
El MUSÉE de l’ORANGERIE, una auténtica joya, tanto por las NYMPHEAS (nuestro nenúfares), que son maravillosos, como por la colección de JEAN WALTER y PAUL GUILLAUME, muy interesante. El edificio está bien concebido y cuidado.
No puedo alabar, en cambio, el MUSÉE MARMOTTAN MONET: me pareció un desastre. La colección de cuadros de MONET es muy buena, pero está lamentablemente presentada, como el resto de las obras. Para nota es la presentación de IMPRESSION, SOLEIL LEVANT: el cuadro que da nombre al movimiento impresionista, mascarón de proa del museo, está colocado en un lugar desafortunado, justo la bajar una escaleras, dentro de un cajón de metacrilato absolutamente tremendo. El edificio en general está poco cuidado, y –al menos el día que yo fui, que no era especialmente caluroso (en la calle estaba lloviendo)- dentro hacía un calor de muerte. Parece que como el público lo tienen asegurado, no hacen el más mínimo esfuerzo en mejorar aquello. Una auténtica pena.
PETIT PALAIS y PALAIS de TOKYO, museos de Beaux-Arts y de arte contemporáneo de la Villa de París, discretos, especialmente el segundo.
CARNAVALET, museo de la historia de París, interesante sin más (siempre son difíciles los museos de historia de una ciudad, aunque podrían ser apasionantes). El Hotel donde está instalado sí vale la pena, como tantos otros de ese barrio, LE MARAIS.
El gran descubrimiento de esta estancia en París en lo que a museos se refiere ha sido el MUSÉE JACQUEMART-ANDRÉ: una sorpresa verdaderamente afortunada. No lo conocía, me lo recomendaron con la boca pequeña, y fuimos a verlo. Toda una suerte. Es el palacio que un coleccionista sin ninguna dificultad económica se construye a finales del siglo XIX como residencia, y donde va colgando las obras que adquiere a lo largo de su vida. Un edificio interesantísimo (el espacio de la escalera es maravilloso) con una magnífica colección de obras de arte. Aunque pueda parecer un poco excesivo, esta visita resulta obligada, es un must.
Por fin, dejar constancia que el NISSIM DE CAMONDÓ se quedó en el tintero ...
Los visitantes se merecen un último comentario. El 90 % -quizá me quedo corto- no ve los cuadros: los fotografía, o se fotografía con ellos de fondo. Entiendo que les guste llevarse el recuerdo, pero la foto debería llegar siempre después de haber disfrutado la obra, no en lugar de disfrutarla. Es una pena, también porque a los que tenemos interés nos impiden ver las cosas. Paradigmático es el caso de la MONA LISA: la gente hace colas para sacar la foto, y varias cintas y una legión de empleados del mueso te impiden acercarte al cuadro. Esperpéntico.
lunes, 1 de septiembre de 2008
MÁQUINAS&ALMAS en el MNCARS
Me invitaron a ver la muestra MÁQUINAS Y ALMAS (ARTE DIGITAL Y NUEVO MEDIOS, se subtitula) en el Reina. Fui con muy pocas expectativas, porque lo del arte digital lo tengo sin trabajar y porque había consultado la página web y decía “La exposición tiene vocación de esbozar una cartografía que permita desplazarse por los (sic) principales estrategias y direcciones conceptuales que configuran hoy el vasto e híbrido territorio de los nuevos medios”. Ante una frase así –y es sólo un ejemplo- pensé que aquello no tenía buena pinta. Pero la verdad es que me pareció interesante, y divertido. Es verdad que todo lo que hay es un poco número de feria -feria sofisticada y tecnológica, por supuesto- pero vale la pena acercarse: dura hasta el 13 de octubre. Me llamaron especialmente la atención las instalaciones que exploran efectos de luz, y encontré especialmente soso el dibujo por ordenador. El robot que canta es inquietante, y es una pena que las máquinas-bicho no funcionen más que en el vídeo ...
Otro asunto a tener en cuenta es que desde primeros de agosto se puede subir a las TERRAZAS –o mejor, a parte de las terrazas- de la planta alta de la ampliación. Otra perspectiva del edificio de NOUVEL, con la cubierta tan a mano y tan llena de reflejos de ciudad.
Etiquetas:
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