jueves, 4 de noviembre de 2010
ROMA: IGLESIA DE DIOS PADRE MISERICORDIOSO, de RICHARD MEIER
Dentro del programa “50 iglesias para Roma” que el Vaticano puso en marcha motivo del año jubilar que la Iglesia Católica celebró en 2000, se organizó un concurso entre arquitectos de nombre para construir una de esas iglesias. Participaron TADAO ANDO, SANTIAGO CALATRAVA, FRANK GEHRY, PETER EISENMANN ... y fue RICHARD MEIER quien lo ganó. Tenía muchas ganas de conocer este templo, y una tarde –después de repasar en su sitio web el horario de misas para no coincidir ni encontrármelo cerrado- fui para allá.
Esto de ir, por cierto, se dice con gran facilidad, pero fue una pequeña odisea. La iglesia no está propiamente en Roma, sino a las afueras de Roma, en un barrio llamado TOR TRE TESTE. Repasé con detalle el camino, incluso lo imprimí –no tenía GPS- y para allá salimos. Suelo orientarme bien y todo iba estupendamente hasta que en un momento (intuíamos que ya debíamos estar muy cerca) vimos un cartel que indicaba –supuestamente- la dirección hacia la iglesia. Comentarios de felicitación al piloto –que era yo- y, maldición, hicimos caso al cartel de marras. Fue nuestra perdición: estaba girado y en lugar de aproximaros al objetivo nos mando a la quinta puñeta (sin perdón). Dimos más vueltas que un tonto hasta que al final, un matrimonio encantador – aprovecho para volver a agradecerles las indicaciones, aunque seguramente nunca leerán esto- nos explicó cómo llegar (hablamos en inglés, por cierto: el mito de que el italiano y el español se entienden estupendamente es ... eso: un mito). Seguimos sus pistas y acabamos de nuevo pasando por delante del maldito cartel, al que ya no hicimos caso: estaba a 500 metros escasos de la iglesia. Un consejo: si lo puedes evitar, NUNCA hagas caso de un cartel italiano (imagíneseme al dar este consejo como a JACK NICHOLSON en MEJOR IMPOSIBLE diciendo ¡A ESTA PUERTA, NO!: una escena realmente memorable).
En fin, historietas aparte, la IGLESIA DE DIOS PADRE MISERICORDIOSO es un proyecto muy interesante, que da pie a pensar un poco en lo que es la Arquitectura.
Conceptualmente el conjunto se forma con dos piezas distintas y complejas que se yuxtaponen para formar una unidad. Una de las piezas es un volumen sólido, masivo y regular (más o menos regular: estamos hablando de MEIER en el año 2000), que contiene los usos servidores: las dependencias parroquiales y seguramente la vivienda del párroco. La otra pieza está formada por planos alabeados, vidrio, y luz, mucha luz: es abierta, fragmentada, con las singulares formas de las tres grandes y conocidas conchas/velas de hormigón a un lado y una cuarta al otro. Entre unas y otra, como protegiéndolo (a mi no me cuesta imaginar esas formas como dos manos cóncavas resguardando algo delicado que descansa sobre un plano), se encierra el núcleo del proyecto, el templo con su usos principales: el espacio celebrativo, la capilla de diario, los confesonarios, el órgano.
La imagen exterior es potentísima, y manifiesta sobradamente su singularidad en el entramado urbano –de bloque abierto- en el que se encuentra: la identificación del templo como tal está lograda, muy por encima de la media.
El interior, en cambio, no me ganó con la misma rotundidad; es más, me planteó algunas dudas. Si se analiza el interior de la iglesia -en conjunto o por partes- desde el punto de vista de la arquitectura, todo son motivos de alabanza. Y la luz, abundantísima, es un espectáculo. Pero si uno lo mira con ojos de usuario, pienso que aquello no funciona del todo: una templo, por definición, es un sitio que debe estar claramente orientado hacia un punto, y los elementos que lo configuran –en este caso la luz es un elemento clave- deben focalizar la atención, ayudar al fiel a estar en lo que tiene que estar. Eso a MEIER no le sale: tanta luz –porque creo que el problema es, fundamentalmente, de descontrol de la luz- homogeniza el espacio en lugar de centrarlo hacia el altar, y esa impresión de espacio en bruto, sin cualificar, se acentúa por la indefinición de las paredes, en su mayoría blancas: cuando uno está dentro se siente un poco perdido, desorientado, sin saber dónde centrar su atención.
Es verdad que exagero, y que es evidente dónde está el altar. Cualquiera me puede decir que el espacio es claramente axial, que tienen un eje evidente dirigido hacia el presbiterio, o que el arquitecto empanela con madera uno de los paños seguramente para singularizarlo y orientarnos. Vale. Pero también es verdad la poca cualificación espacial y –sobre todo- de la luz; o que casi casi tienen la misma entidad el altar y el órgano. Yo creo que eso no es lo que se busca en una iglesia, al menos en una iglesia católica, que son las que conozco (en las catedrales, desde luego, no pasa ...).
A partir de aquí surge –como surgió entonces, al terminar la visita- la discusión edificio bueno vs edificio eficaz, que cumple su misión. Yo no quiero entrar aquí en temas religiosos, ni litúrgicos (el propio MEIER pretende cargar de sentido religioso su obra: dice, por ejemplo, que las velas de hormigón hacen referencia al barco en el que navega la gente de Dios, y que al ser tres sugieren un recuerdo a la Trinidad), sino sencillamente en cuestiones arquitectónicas. Si la iglesia de RICHARD MEIER fuese mi parroquia yo estaría encantado porque, ya lo he dicho, está muy muy por encima de la media. Pero insisto, no se trata de eso, sino de si es una buena iglesia, y si eso es premisa imprescindible para que sea buena Arquitectura. Radicalizando las cosas, la pregunta sería ¿puede ser realmente bueno un edificio que no sirve del todo para lo que se proyectó? En mi opinión, y con todos los matices que serían necesarios y no caben en un blog, la respuesta es no: ese edificio será manifiestamente mejorable. Lógicamente, no todos piensan –ni pensaron entonces- igual que yo.
Y que conste, para acabar, que el edificio me encantó: lo que acabo de plantear es –en este caso- una cuestión de matiz, porque el edificio de RICHARD MEIER sirve sobradamente como iglesia, y ya me gustaría que la mayoría de las iglesias de barrio de Madrid se parecieran un poco, aunque sólo fuera un poco, a la IGLESIA DE DIOS PADRE MISERICORDIOSO.
Buen post, sí señor, muy bueno. Conocía la iglesia, aunque nunca he estado en ella (cuando he estado en Roma, nunca me he animado a hacer una excursión a Tor Tre Teste), y alguna vez he mantenido con algún arquitecto la discusión edificio bueno-edificio eficaz. Coincido contigo en lo que dices. Creo que en el siglo XXI la construcción de iglesias es un tema peludo.
ResponderEliminarYo no soy religioso, pero creo que en este templo estaria más perdido que cuamdo he estado en alguno de los clasicos.
ResponderEliminarViendo el video del interior, como bien dices el esceso de luz te distrae la atencion y no te deja concentrarte en la oracion, algo para lo que estan, o deben estar hechos los tempos.
De arquitectura sabes que tengo escasos conocimientos, pero me parece un edificio bonito muy del siglo XXI, lo que no me parece es una iglesia.
Saludos saludos
Pero qué modellllno!
ResponderEliminarA mí las iglesias de este tipo no me gustan nada. Reconozco que es original y no entiendo de arquitectura, pero si tú dices que es una obra maestra, me lo creo.
Pero si yo quisiera ir a misa o a rezar, allí no podría. Quizás sea la costumbre de las igleisas más oscuras, pero si se supone que es un lugar de recogimiento, como que esta iglesia no ayuda...
Lo de las "velas" no se me había ocurrido (que fueran velas!) y me parece original, aunque me recuerda más al descubrimiento de América, por poner un ejemplo.
Además, ¿no es obligatorio que la iglesia, donde se dice misa, tenga forma de cruz? porque esa no tiene, verdad? (o igual está oculta y yo no me entero).
En fin, me ya cierro el pico, que soy muy ignorante en estos temas.
En mi barrio hay una iglesia "modelllna" (salvando las diferencias) que me parece horripilante, igual un día saco unas fotos y te la enseño. Me he acordado (aparte de por la modernidad) porque también es blanca.
Es verdad, ION, que es un tema peludo. Y a veces pienso que lo es porque, entre otras cosas, los que saben qué debe ser una iglesia no se atreven a hacer cosas actuales (algunos ejemplos hemos visto que dan mucha pena) y los que se atreven a hacerlas muchas veces no saben ni remotamente lo que debe ser una iglesia (porque no son asiduos, o por que tienen ideas más raras que un pez). Igual que nos salen tan bien los museos y los auditorios contemporáneos porque sabemos exactamente lo que queremos, podríamos hacer iglesias sensacionales … Ejemplos del siglo XX me vienen a la cabeza: desde la de San Leopoldo en Viena de Wagner hasta la de Ronchamp de LC, pasando por alguna de Siza o, sin ir más lejos, por las de Vicens de las que ya hemos hablado en alguna ocasión.
ResponderEliminarJULIO, yo creo que la sensibilidad de “lo religioso” ha cambiado, y que los sitios destinados a rezar –así, en general- no tiene que ser lúgubres. La luz es un elemento clave en toda la arquitectura, la de antes y la de ahora. A mí –que sí que las uso- me gusta que las iglesias tengan luz. Lo que pasa es que hay que saber manejarla, modelarla, para que aquello sirva para su función. Contestando a ION hablaba de los museos: si en un museo la luz no está controlada y produce reflejos en todas las obras, malísima cosa. En un iglesia, lo mismo: si la luz te centra, bien; pero si te distare, mal. Insito: manejo de la luz, no negación de la luz.
ISI, ya sabes lo que decían los vieneses de principios de XX: “A cada tiempo su arte, a cada arte su libertad”. Si las iglesias góticas son geniales es porque expresaban el sentir religioso de su tiempo. Las que hagamos en el XXI tienen que expresar el nuestro, que ya no puede ser ni gótico, ni románico, ni barroco. Tienen que ser de hoy, pero eso sí, lleno de sentido. No todo vale
al grito de “soy contemporáneo, mú modennnno”, y durante años, con esa excusa, se han hecho muchas obras de muy poca calidad (a lo mejor esa de tu barrio). Y no, las iglesias no tienen necesariamente que tener forma de cruz …
(Viendo lo que me alargo, cualquiera diría que es un tema que me gusta ...)
xG
Me gusta leer tus entradas sobre arquitectura porque son muy interesantes y aprendo pero me gusta además que incluyas en ellas estos "detalles ambientales"
ResponderEliminarLo de los carteles de DESorientación debería ser objeto de una tesis doctoral
Veo que asoma aquí lo de la Arquitectura versus arquitectura.
Estoy contigo (que chulería la mía) en que la arquitectura es hija de su época y no tendria sentido construir ahora una iglesia barroca (y no resultaría lo mismo)
También se me ocurría mientras leía ¿estará el problema en que el arquitecto no sea creyente?
En las iglesias me gusta la sensación de recogimiento. No sé explicarlo; esa atmosfera que parece que te serena.
Lo de los carteles, LAMMERMOOR, más bien debería ser motivo de una paliza soberana!
ResponderEliminarPlanteas un asunto interesante que yo no tengo del todo resuelto: la fe del artista a la hora de realizar la obra de arte. Pienso que si es creyente -de cualquier religión- tendrá más sencillo entender lo que tiene que hacer, porque lo vive. Esto pasa en todos los campos del arte, y desde luego en la arquitectura: ya hemos comentado mil veces que la arquitectura no es para verla –eso sería escultura- sino para usarla, para vivirla. Pero no termino de ver que ser creyente sea condición imprescindible: si lo fuera, empezaríamos a crear castas peligrosísimas … Más bien pienso que el artista tiene que ser lo suficientemente inteligente para saber quién le pide las cosas y para qué, y a partir de hay trabajar. Si le encargan una iglesia católica y es católico practicante, tendrá mucho ganado, desde luego. Si no lo es –y es buen profesional- tendrá que esforzarse más y dedicar más tiempo para acertar. Además, está la cabeza y la inteligencia de quien encarga: a veces se da el visto bueno a cosas -edificios, imágenes, objetos para el culto- que parecen hechas por tu peor enemigo ... En fin, ya ves que es un asunto que tengo que seguir pensando.
Y sobre el recogimiento y la serenidad, por supuesto que son necesarios, pero en mi opinión eso no va unido necesariamente la oscuridad. Seguramente tendrá más que ver con el orden de las partes, unas subordinadas a otras, y su cantidad: todo bien medido.
xG
Tocado. Tienes razón, la fe o su falta no debería influir en el trabajo del artista. Lo mismo, supongo, que se pueden diseñar cocinas sin saber cocinar. Es decir, que el buen profesional debe ponerse en el lugar de los usuarios a la hora de proyectar. Y sí, luego está la otra parte; las de quienes encargan los proyectos que a veces quieren algo más aparente que efectivo (me vienen a la cabeza unas cuantas administraciones españolas)
ResponderEliminarCuando escribía lo de la atmósfera de serenidad tenía en la cabeza San Miniato Al Monte -que no me pareció en absoluto una iglesia oscura.
Respecto a la cuestión quer plantea lammermoor, si un arquitecto creyente construye una iglesia, el resultado puede ser algo parecido a la Sagrada Familia de Barcelona. No comment. Lo que sí debe conocer el arquitecto, con independencia de sus creencias, es la función del templo religioso y las peculiaridades del ritual.
ResponderEliminarEl templo católico funciona de varias formas: como sala de conferencias (orador vs oyentes, residuo de las basílicas y los tribunales de justicia); como teatro (actores situados en un escenario con decorados, separados del público); como sala de conciertos (el órgano, el coro, la acústica); como espacio organizador de los feligreses según su grado de iniciación (esta función ha caído en desuso, pero aun persiste en algunas estructuras, como una barandilla con reclinatorios separando el presbiterio del cuerpo de la nave, residuo del iconostasio); como lugar de oración colectiva o privada, etc. Quizá alguna otra más.
Y sí que creo que la oración exige recogimiento y penumbra. Para rezar me parece más propio un ámbito como San Juan de Baños, antes que San Miniato al Monte, pero qué detalle de buen gusto el mencionarlo, lammermoor.
LAMMERMOOR, aunque no quiero ser pelma ni alargar esto hasta el infinito, reconozco que me parece interesante y me ayuda a pensar. Al leer lo que dices me surge una consideración: pienso que la fe sí debe influir en la obra del autor, como deben influir el resto de su pensamiento y sus ideas en todo lo que hace: desde su trabajo como artista, hasta su descanso, su familia o su pensamiento político: si no, menuda fe y menudas ideas … Pero, junto a eso, también pienso que no es una condición IMPRESCINDIBLE. Es lo que dices de las cocinas: no tengo que ser médico para proyectar un hospital, o catedrático para proyectar una universidad; eso sí, si lo soy tengo bastante terreno ganado.
ResponderEliminarENTANGLED, no se muy bien por dónde va tu comentario sobre GAUDÍ, pero me llega en un momento de desorientación: tenía la Sagrada Familia muy bien conceptuada, pero lo que he visto durante estos días me tiene desconcertado: el espacio parece espectacular, en cambio otros mil detalles … prefiero no valorar sin ver aquello en directo: tendré que ir a Barcelona. Ya ves que yo no comparto lo de la penumbra: la semioscuridad más bien me da sueño y me da pena. Pero entiendo perfectamente lo que dices: son sensibilidades, y cada uno tiene la suya.
Y, por desgracia, no conozco Florencia (¡otro de mis eternos pendientes!): no puedo hablar de San Miniato.
xG
Que animado está esto!, y no es para menos. El tema lo merece. Creo que la concepción de los edficios varía no solo con la época, sino que es cultural. Sí es cierto que nos puede confundir un exceso de luz en un lugar que debería estar hecho para el recogimiento y la meditación, pero ¿quien dice que la meditación y el recogimiento van unidos a la penumbra? Efectivamente, San Miniato es luminosa, abigarrada en su decoración, aunque sus líneas son las que esperamos en un templo católico, su atmósfera no lo es. Tampoco Santa María del Carmine con los frescos de Massaccio parece invitar mucho a la oración, y sin embargo es así.
ResponderEliminarLas mezquitas con ese espacio desconcertante para nosotros, circular, en el que sin información previa nos sentimos perdidos, o los monasterios de China o Tailandia, son lugares en los que se reza, se medita, y se está paz con uno mismo, y todos tratan de formas diferentes a la nuestra el espacio y la luz. Lógicamente, nosotros podemos sentirnos más a gusto en nuestras catedrales, pero es cultural, nada más.
Por cierto, esas velas, en especial la primera foto del anterior post, me parece estar viendo a Richard Serra... aunque igual no tiene nada que ver. ;-)
Un saludo!
ROBERTO, claro que es cultural. Más en el caso que nos ocupa, porque la religión sin estar ligada a una cultura concreta (hay católicos Japoneses, musulmanes alemanes, y budistas norteamericanos) sí que forma parte de la cultura: en mi opinión no es discutible que la cultura europea es cristiana (por poner un ejemplo que no busca polémica). Que yo entienda mejor una catedral que una mezquita me parece absolutamente normal; pero eso no quita para que pueda valorar, disfrutar e incluso rezar en un mezquita: es un edificio hecho para eso … Como ya hemos comentado en otras ocasiones, para entender la arquitectura, el arte en general, hay que hacer el ejercicio de ponerse en el punto de vista del otro (del artista, de la cultura en la que trabaja y crea) y no únicamente desde el propio: lo demás son prejuicios y una equivocada pretensión de prepotencia, de ser mejor que nadie, de ser “los más”. Me parece.
ResponderEliminarNo se me había ocurrido lo de SERRA, pero desde luego tiene sentido.
xG