miércoles, 4 de febrero de 2009

EL SEÑOR DE LAS MOSCAS, de WILLIAM GOLDING


Acabo de terminar EL SEÑOR DE LAS MOSCAS: en su día vi la película (la de los ‘90s, no la de PETER BROOK de 1963), pero nunca me había animado con el libro. Me ha gustado mucho. Decir que es muy bueno o tratar de analizarlo parece completamente superfluo, porque hay ya tantísimo escrito que no seré capaz de decir nada mínimamente original. En cualquier caso quiero dejar constancia en selecciónARTE de la novela de GOLDING (premio Nobel de Literatura en 1983, por cierto), aunque me repita más que el ajo.

Un comentario previo es que he leído uno de esos tomos encuadernados en piel marrón de la Biblioteca de Autores Modernos, de Aguilar, publicado en 1969 (el original es de 1954), y me parece que la traducción es muy muy mejorable: hay momentos en los que se entiende mal; usa palabras extrañas, de esas que a veces te preguntas si de verdad estarán en el diccionario de la RAE (¿selvatiquez?); hay construcciones gramaticales bastante forzadas ... He estado tentado de buscar el texto en inglés, pero finalmente he sido un cómodo y no lo he hecho.

Al terminar la lectura –en realidad desde las primeras páginas, pero vaya- el lector se pregunta sobre lo que ha leído. ¿Cuál es ese tema que GOLDING trata de desarrollar? Buen ejercicio intentar aclararlo en pocas palabras. Yo diría que la necesidad de las normas para posibilitar la convivencia. Por más que se empeñe J-J. ROUSSEAU, el hombre no es bueno por naturaleza, y por lo tanto o hay unas normas admitidas por todos y vividas también por todos, o hasta los más inocentes se convierten en animales, en completos salvajes. A partir de aquí uno se puede hacer cientos de preguntas interesantes, pero eso no se recoge en el libro y nos llevaría muy lejos, así que el paso siguiente se lo dejo a cada uno: ¿Quién define esas normas? ¿El estado? ¿La cultura de cada lugar? ¿Dios? ¿Qué obligación tengo de cumplirlas? ¿Qué pasa si el legislador se equivoca? Las respuestas pueden ser variadísimas, pero no cabe duda que ni el pasotismo, ni la falsa naturalidad ni el subjetivismo tan de moda parecen el mejor camino.

En seguida el lector también se hace otra consideración, más “literaria”: el desequilibrio entre lo bien que están descritas las personalidades y lo maravillosamente bien que desarrolla la evolución de los chicos, y en cambio lo difícil que es hacerse cago de otras circunstancias por las que uno razonablemente se pregunta. No sabemos con claridad de dónde salen los chicos, únicamente que son ingleses; no sabemos porque están viajando en avión; no sabemos dónde van; no sabemos cómo es el accidente ni porqué sucede; no sabemos cuáles son sus consecuencias (¿Cuántos han muerto? ¿No volaba ningún adulto? ¿No hay restos del avión?); los paisajes y la geografía de la isla no resultan nada claros (no es, ni mucho menos, un punto capital en la historia, pero llama la atención); y así muchas cuestiones. Seguramente el motivo de estos vacíos es que a GOLDING le interesa desarrollar un tema muy concreto, y para hacerlo plantea una situación consumada -un grupo de chicos en una isla desierta- donde los sucesos previos no tienen importancia: sólo se dice lo justo para que la situación sea creíble. Únicamente se echa de menos alguna aclaración temporal, que sí tiene más interés: ¿cuánto tiempo transcurre desde el accidente de avión hasta el rescate? ¿cuánto tardamos los hombres en volvernos animales?

GOLDIN utiliza con maestría cada personaje de EL SEÑOR DE LAS MOSCAS para ilustrar su idea: Ralph es el orden, la vida desde lo práctico; Jack es lo animal, la vida desde el instinto; Piggy es la inteligencia, la vida desde lo científico y empírico; Simon es lo trascendente, la vida desde lo desconocido; Roger es la crueldad ... Y el fuego, como absoluto que hay que conservar, ese algo necesario que debe estar por encima de todo lo demás, un motivo importante que justifica la norma.

En fin, podría seguir diciendo cosas sobre el libro, pero prefiero dejarlo aquí (¡mi tendencia a alargarme es tremenda!) y recomendar a quienes no hayan leído EL SEÑOR DE LAS MOSCAS que no dejen de hacerlo: pienso que no defrauda.

2 comentarios:

  1. Me gustó. Tengo un gusto especial por los libros que muestras la naturaleza animal del ser humano.
    Un libro que trata un tema semejante es "La isla del doctor Moreau". El ser humano como un animal "civilizado a la fuerza" que vuelve a su estado de salvajismo cuando las fuerzas de la civilización no lo reprimen.
    Recién encontré tu blog, no sé si has escrito de él.

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  2. VALENTINA, desde luego esos libros que muestran nuestra parte menos racional son interesantes; también resultan siempre sobrecogedores, y quizá un poco exagerados, lo que no me parece mal tratándose de ficción: es una manera válida de contar ...

    Y no he leído LA ISLA DEL DOCTOR MOREAU, pero tomo nota de tu sugerencia.

    xG

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