Nacido en 1571 seguramente en CARAVAGGIO, aunque también podría ser Milán, MICHELANGELO MERISI pasa sus primeros años entre estas dos ciudades, y a los trece se queda definitivamente –establecerse me suena demasiado para un tipo de esa edad, con toda la vida por delante- en Milán para estudiar pintura. En 1593 está Roma, donde vive como puede y trabaja con el CAVALIER D’ARPINO; allí continúa su formación, imbuido en los últimos coletazos del manierismo y aprendiendo a pintar naturalezas muertas del natural. A finales de siglo realiza sus primeros temas religiosos, y es entonces cuando le llega el encargo para la iglesia de SAN LUIS DE LOS FRANCESES, la CAPILLA CONTARELLI. El éxito es inmediato, pero a la vez su vida se va complicando (peleas, riñas, juicios), los encargos empiezan a retrasarse (los dos lienzos para la CAPILLA CERASI en SANTA MARÍA DEL POPOLO se acaban cinco meses después de lo pactado) y finalmente, en 1606, debe huir de Roma, dejando un muerto detrás. Comienza entonces un recorrido largo por varias ciudades (Nápoles; La Valetta en Malta; Siracusa, Mesina y Palermo en Sicilia; de nuevo Nápoles) y, de regreso a Roma, MICHELANGELO MERISI muere en Porto Ercole el 18 de julio de 1610, enfermo de unas misteriosas fiebres malignas. Seguramente no había cumplido los 39 años.
Cuando hay que aprovechar una oportunidad dicen eso de la ocasión la pintan calva. No entiendo muy bien qué sentido tiene, pero el IV centenario de la muerte de CARAVAGGIO es un motivo más que suficiente para adentrarse en su obra; y estando en Roma las posibilidades son abundantes. No llegué a tiempo para la macro-exposición que se organizó hasta mediados de junio, y que tenía una pinta más que buena, pero algunas cosas sí he visto.
Podría extenderme (¡otra vez!) sobre la pintura de CARAVAGGIO, pero hoy me quedo simplemente –ya lo he hecho más veces en selecciónARTE- con las notas que tomé en Roma. Son cuestiones conocidísimas pero que llaman poderosamente la atención cuando uno tiene la suerte de estar cara a cara con MICHELANGELO MERISI: la técnica, sin duda excepcional; el movimiento y las posturas, conseguidísimas, logradas, muchas veces forzadas y siempre sorprendentes; la luz, a veces matizada y casi siempre contrastada, en claroscuro; los personajes, tan de verdad, tan de la calle, tan de Roma, con la ropa arrugada, los pies sucios y el pelo sin peinar; la actitud naturalista en exceso en un momento donde el decoro es clave: esos desnudos demasiado desnudos; y esos jovencitos para mi un poco demasiado sensiblones, demasiado jovencitos, que tan poco me gustan.
Estando en Roma alguno me comentó que CARAVAGGIO era el número uno. Yo no le contesté, porque la pregunta sobre la posición en el top-ten (¿el número uno? ¿el dos? ¿el cinco?) seguramente es una tontería, un planteamiento simplón; seguramente no se puede saber quién es el número uno; y seguramente CARAVAGGIO no lo sería. Pero, ocupe en la lista el número que ocupe, no cabe duda de que estamos ante un genio.
He pensado publicar varias entradas seguidas con imágenes de CARAVAGGIO. Hoy me quedo con algunos cuadros que vi en agosto y que ilustran –más o menos: la calidad de las fotos no es espectacular- lo dicho: en la Virgen de los Palafreneros, que me parece magistral, descubrimos el naturalismo (ese Niño Jesús tan niño y tan desnudo, que hizo que el cuadro se quitara del altar de la Basílica Vaticana para el que estaba pintado a los poquísimos días de su colocación) y la presencia de personajes populares (Santa Ana es una vieja como cualquiera de las que andarían entonces por el Trastevere); en la Virgen de Loreto, los peregrinos se ven recién llegados de una larga caminata, desaliñados: casi huelen (mal, claro); el joven del cesto reconoceréis que tiene cara de pánfilo, pero el conjunto de las frutas es maravilloso; San Jerónimo tiene una un técnica sensacional; y el bueno de San Juan Bautista ... ¿qué diría desde el cielo al verse así de fresco?
VIRGEN DE LA SERPIENTE (VIRGEN DE LOS PALAFRENEROS). Óleo sobre lienzo. 292 X 211 cm. Galería Borghese, Roma.
VIRGEN DE LOS PEREGRINOS (VIRGEN DE LORETO). Óleo sobre lienzo. 260 x 150 cm. 1603/05. Iglesia de San Agustín, Roma.
MUCHACHO CON CESTO DE FRUTA. Óleo sobre lienzo. 70 x 67 cm. 1593/94. Galería Borghese, Roma.
SAN JERÓNIMO. Óleo sobre lienzo. 112x 157 cm. Galería Borghese, Roma. SAN JUAN BAUTISTA. Óleo sobre lienzo. 132 x 97 cm. 1597/98. Museos capitolinos, Roma.
Ya que no pertenezco al "selecto club neoyorkino" al menos puedo decir que estuve allí (en la galería Borghese)
ResponderEliminarY por cierto, que no había demasiada gente; se podía disfrutar de los cuadros.
P.D: ¡qué ganas me están entrando de volver a Roma!
Hablando de los cuadros la Galería Borghese -entre nosotros, los que (todavía) no podemos hablar de los de la FRICK- ¿te acuerdas, LAMMERMOOR, del RETRATO DE HOMBRE JOVEN de ANTONELLO da MESSINA: increíble! Otro motivo para regresar a Roma …
ResponderEliminarxG
joooo!, que yo lo quería era poner los enlaces y que nos visitases XGaztelu, como decías que Lammermor te acababa de enseñar a incluirlos...
ResponderEliminarMe he reído con lo del joven que tiene cara de pánfilo, ya que son de los que no me gustan del pintor. Buena idea lo de la serie...
;-)
Es que, MARIBEL, reconocerás que a ese chico le podría estar pasando cualquier cosa: no se sabe si quiere seducirnos, si la cesta pesa más de lo que puede soportar su enclenque cuerpo, o … vaya usted a saber! También pintó algún tañedor de laúd es esa misma situación, y unos músicos (que habrá visto LOQUE en el METROPOLITAN).
ResponderEliminarxG