Por empezar por algún sitio, hoy dejo por escrito lo que me han parecido los muesos de París. Lo primero que hay que decir es que hay muchos, muchísimos. No todos igual de interesantes, pero todos prácticamente igual de caros y de llenos. A pesar de este cometario un punto ácido, reconozco cuanto antes que muchos sí que valen la pena. Allá van algunos comentarios breves sobre los que he visto.
El MUSÉE du LOUVRE me pareció inabarcable; tan grande que hacen falta muchas sesiones para verlo con cierto detalle. Yo, a pesar de que ya lo conocía, le dediqué un día completo –casi ocho horas: sé que no es manera- y acabé cansado, confundido y sin haber visto todo (por supuesto, solo puede ver con calma obras contadas). Pienso que harían un favor al museo si retirasen cosas –no todas son de primera calidad- y pusieran en valor lo realmente bueno: qué pena da, por ejemplo, la situación de los dos VEERMER. El gran museo se queda un poco –o un mucho- en un gran almacén.
El MUSÉE d’ORSAY me parece una visita imprescindible. Hay mucho y bueno y de gran interés, a pesar del edificio, quizás opinable. A mí, la verdad, no me parece mal, a pesar del caos de recorridos que se organiza. Que nadie se pierda la colección KAGANOVICH.
La colección del CENTRE POMPIDOU me pareció buena pero justa: eché de menos autores claves del siglo XX, aunque no se si es una ausencia temporal o permanente. Eso sí, el contenedor es mítico, un edificio interesantísimo que vale la pena ver con detalle.
El MUSÉE de l’ORANGERIE, una auténtica joya, tanto por las NYMPHEAS (nuestro nenúfares), que son maravillosos, como por la colección de JEAN WALTER y PAUL GUILLAUME, muy interesante. El edificio está bien concebido y cuidado.
No puedo alabar, en cambio, el MUSÉE MARMOTTAN MONET: me pareció un desastre. La colección de cuadros de MONET es muy buena, pero está lamentablemente presentada, como el resto de las obras. Para nota es la presentación de IMPRESSION, SOLEIL LEVANT: el cuadro que da nombre al movimiento impresionista, mascarón de proa del museo, está colocado en un lugar desafortunado, justo la bajar una escaleras, dentro de un cajón de metacrilato absolutamente tremendo. El edificio en general está poco cuidado, y –al menos el día que yo fui, que no era especialmente caluroso (en la calle estaba lloviendo)- dentro hacía un calor de muerte. Parece que como el público lo tienen asegurado, no hacen el más mínimo esfuerzo en mejorar aquello. Una auténtica pena.
PETIT PALAIS y PALAIS de TOKYO, museos de Beaux-Arts y de arte contemporáneo de la Villa de París, discretos, especialmente el segundo.
CARNAVALET, museo de la historia de París, interesante sin más (siempre son difíciles los museos de historia de una ciudad, aunque podrían ser apasionantes). El Hotel donde está instalado sí vale la pena, como tantos otros de ese barrio, LE MARAIS.
El gran descubrimiento de esta estancia en París en lo que a museos se refiere ha sido el MUSÉE JACQUEMART-ANDRÉ: una sorpresa verdaderamente afortunada. No lo conocía, me lo recomendaron con la boca pequeña, y fuimos a verlo. Toda una suerte. Es el palacio que un coleccionista sin ninguna dificultad económica se construye a finales del siglo XIX como residencia, y donde va colgando las obras que adquiere a lo largo de su vida. Un edificio interesantísimo (el espacio de la escalera es maravilloso) con una magnífica colección de obras de arte. Aunque pueda parecer un poco excesivo, esta visita resulta obligada, es un must.
Por fin, dejar constancia que el NISSIM DE CAMONDÓ se quedó en el tintero ...
Los visitantes se merecen un último comentario. El 90 % -quizá me quedo corto- no ve los cuadros: los fotografía, o se fotografía con ellos de fondo. Entiendo que les guste llevarse el recuerdo, pero la foto debería llegar siempre después de haber disfrutado la obra, no en lugar de disfrutarla. Es una pena, también porque a los que tenemos interés nos impiden ver las cosas. Paradigmático es el caso de la MONA LISA: la gente hace colas para sacar la foto, y varias cintas y una legión de empleados del mueso te impiden acercarte al cuadro. Esperpéntico.
El MUSÉE du LOUVRE me pareció inabarcable; tan grande que hacen falta muchas sesiones para verlo con cierto detalle. Yo, a pesar de que ya lo conocía, le dediqué un día completo –casi ocho horas: sé que no es manera- y acabé cansado, confundido y sin haber visto todo (por supuesto, solo puede ver con calma obras contadas). Pienso que harían un favor al museo si retirasen cosas –no todas son de primera calidad- y pusieran en valor lo realmente bueno: qué pena da, por ejemplo, la situación de los dos VEERMER. El gran museo se queda un poco –o un mucho- en un gran almacén.
El MUSÉE d’ORSAY me parece una visita imprescindible. Hay mucho y bueno y de gran interés, a pesar del edificio, quizás opinable. A mí, la verdad, no me parece mal, a pesar del caos de recorridos que se organiza. Que nadie se pierda la colección KAGANOVICH.
La colección del CENTRE POMPIDOU me pareció buena pero justa: eché de menos autores claves del siglo XX, aunque no se si es una ausencia temporal o permanente. Eso sí, el contenedor es mítico, un edificio interesantísimo que vale la pena ver con detalle.
El MUSÉE de l’ORANGERIE, una auténtica joya, tanto por las NYMPHEAS (nuestro nenúfares), que son maravillosos, como por la colección de JEAN WALTER y PAUL GUILLAUME, muy interesante. El edificio está bien concebido y cuidado.
No puedo alabar, en cambio, el MUSÉE MARMOTTAN MONET: me pareció un desastre. La colección de cuadros de MONET es muy buena, pero está lamentablemente presentada, como el resto de las obras. Para nota es la presentación de IMPRESSION, SOLEIL LEVANT: el cuadro que da nombre al movimiento impresionista, mascarón de proa del museo, está colocado en un lugar desafortunado, justo la bajar una escaleras, dentro de un cajón de metacrilato absolutamente tremendo. El edificio en general está poco cuidado, y –al menos el día que yo fui, que no era especialmente caluroso (en la calle estaba lloviendo)- dentro hacía un calor de muerte. Parece que como el público lo tienen asegurado, no hacen el más mínimo esfuerzo en mejorar aquello. Una auténtica pena.
PETIT PALAIS y PALAIS de TOKYO, museos de Beaux-Arts y de arte contemporáneo de la Villa de París, discretos, especialmente el segundo.
CARNAVALET, museo de la historia de París, interesante sin más (siempre son difíciles los museos de historia de una ciudad, aunque podrían ser apasionantes). El Hotel donde está instalado sí vale la pena, como tantos otros de ese barrio, LE MARAIS.
El gran descubrimiento de esta estancia en París en lo que a museos se refiere ha sido el MUSÉE JACQUEMART-ANDRÉ: una sorpresa verdaderamente afortunada. No lo conocía, me lo recomendaron con la boca pequeña, y fuimos a verlo. Toda una suerte. Es el palacio que un coleccionista sin ninguna dificultad económica se construye a finales del siglo XIX como residencia, y donde va colgando las obras que adquiere a lo largo de su vida. Un edificio interesantísimo (el espacio de la escalera es maravilloso) con una magnífica colección de obras de arte. Aunque pueda parecer un poco excesivo, esta visita resulta obligada, es un must.
Por fin, dejar constancia que el NISSIM DE CAMONDÓ se quedó en el tintero ...
Los visitantes se merecen un último comentario. El 90 % -quizá me quedo corto- no ve los cuadros: los fotografía, o se fotografía con ellos de fondo. Entiendo que les guste llevarse el recuerdo, pero la foto debería llegar siempre después de haber disfrutado la obra, no en lugar de disfrutarla. Es una pena, también porque a los que tenemos interés nos impiden ver las cosas. Paradigmático es el caso de la MONA LISA: la gente hace colas para sacar la foto, y varias cintas y una legión de empleados del mueso te impiden acercarte al cuadro. Esperpéntico.
Magnifico resumen!,
ResponderEliminarmenos mal que hay quién no se conforma con el Louvre y el D´orsay,
Tengo que reconocer que hemos tenido más suerte que tú con el Marmottan, el cuadro que da nombre al movimiento impresionista estaba en el centro de una magnifica sala, pudimos observarlo a nuestro antojo, no había ningún cajón (era el centro de una exposición temporal );
Lo mismo nos sucedió con las obras de gran tamaño de Monet, las disfrutamos desde todos los ángulos, no había apenas público en las salas, era un día lluvioso de Febrero.
Hemos recorrido, en diferentes ocasiones, eso sí (nos tomamos nuestro tiempo cada vez para recorrer el Louvre, la última sólo salas egipcias) los museos que mencionas, pero no hemos estado en el Jacquemart-André : anotado para la próxima escapada de El Guisante.
El que sí es una joya es el Musee Guimet, sí te gusta el arte asiático, claro.
Más sobre el Carnavalet y París
es un placer pasear por tu blog!!