EL JINETE POLACO es una novela singular que ganó el Premio Planeta en 1991; una historia llena de historias que nos cuenta la vida de Manuel Moreno y la de su familia (y con ellas la vida de España y la sociedad española) desde la II republica -por no decir la guerra de Cuba- hasta nuestros días. ANTONIO MUÑOZ MOLINA desarrolla EL JINETE POLACO en tres largas partes:
En la primera, El reino de las voces, más onírica que las otras, Manuel está con Nadia y le cuenta sus recuerdos y los de su familia hasta que aparece Nadia en Mágina, cuando él está en su último curso de instituto. Aparecen todos los personajes, en un conseguidísimo desorden: el bisabuelo Pedro Expósito Expósito; la abuela Leonor y el abuelo Manuel Expósito; la madre de Manuel, hija de Manuel y Leonor; su padre, Francisco ¿Moreno?; Nadia –todavía no la asociamos inmediatamente con la Nadia adulta- hija no deseada del comandante Galaz en una segunda relación (no hay matrimonio) en USA (ya estuvo casado en Madrid, y cuando es destinado a Mágina tiene un hijo y otro en camino: les abandona a los tres y se marcha a USA); Ramiro Retratista, fotógrafo y discípulo de Otto Zenner; la momia que aparece misteriosamente emparedada e incorrupta en la Casa de las Torres; el médico Don Mercurio; el subcomisario de policía Florencio Pérez, poeta vergonzante; el comandante Galaz, militar madrileño a quien la guerra civil le encuentra en Mágina, que hace fracasar el alzamiento matando al teniente Mestalla de un tiro en el pecho, que después de la guerra se exilia en USA, que vuelve muchos años después con una hija a Mágina y volverá a desaparecer para acabar muriendo en New Jersey, que es el propietario de un grabado copia del Jinete Polaco de Rembrandt que compró en su primer día en Mágina; la propia ciudad de Mágina, que se nos presenta como un personaje más, y bastante protagonista, por cierto ...
La segunda parte, Jinete en la tormenta (como la canción de Jim Morrison que el protagonista cita en varias ocasiones), con una narrativa mucho más lineal a pesar de sus avances y retrocesos en el tiempo, cuenta el periodo que pasa desde que Nadia llega por primera vez a Mágina hasta que Manuel marcha a Madrid. La vida de Manuel está regida por el afán de escapar del pueblo, la música y las melenas como forma de huida, los primeros amores ... La de Nadia, por su enganche con el Praxis, un profesor del instituto de Mágina que la tiene encandilada y que le complica la existencia por sus ideas políticas hasta el punto de tener que dejar la ciudad. Su padre, el comandante Galaz, que en estos meses hace amistad con Ramiro Retratista, conoce sus secretos y recibe como legado el baúl con las fotos y la biblia protestante de Don Mercurio. Las vidas de Manuel y Nadia discurren, al menos aparentemente, en paralelo: no se encuentran, no se cruzan.
En la tercera parte, El jinete Polaco, se nos cuenta el encuentro entre Nadia y Manuel. Ordenando y resumiendo los acontecimientos que MUÑOZ ÑOLINA nos cuenta desordenados, la historia es así: Manuel es un tipo colgado que vive entre mil ciudades (quizá de manera especial en Bruselas) y trabaja como traductor simultaneo. Viene a Madrid para un congreso y allí se encuentra con Allison, una rubia con la que esa noche acaba en la cama. Al día siguiente cada uno se va por su lado. Dos meses después Manuel tiene que trabajar en Evanston, junto a Chicago, y pasa por NYC a la ida y a la vuelta. Trata de dar con Allison pero no es fácil. En la última ocasión posible, cuando está a punto de dejar el hotel para ir al aeropuerto, Allison aparece. Ya no es rubia sino cobriza, ya no habla en inglés sino en español –de Madrid- y ya no se llama Allison, sino Nadia Galaz, que acaba de regresar de enterrar a su padre que ha muerto hace dos días en New Yersey. Y, además, le conoce de Mágina. Se lo lleva a su casa –adiós avión a Madrid- y a partir de aquí Nadia le cuenta su vida (su marcha de Mágina en 1964, su quedarse en Madrid en lugar de volver a USA con su padre, su vuelta posterior, su malogrado matrimonio con Bob, en nacimiento de su hijo en 1984, la enfermedad y muerte de su padre) y entre los dos reconstruyen los huecos que el lector no conoce de la historia de Mágina. Ocho o diez días con Nadia en NYC y Manuel regresa a Bruselas, donde encuentra un mensaje de su madre que le anuncia la muerte de la abuela Leonor. Dos días después Manuel está en Mágina. De nuevo recuerdos y paseos por la ciudad de la infancia y la adolescencia. Y, por pura casualidad, Manuel ve la momia de la mujer incorrupta en un anticuario, dentro de una vitrina. Entra, se acerca, pregunta y ... por fin conocemos la historia de la momia y los misterios que la acompañan. A todo esto, Nadia está viniendo desde Manhattan a Mágina para quedarse con Manuel. EL JINETE POLACO acaba con el autobús que trae a Nadia desde Madrid entrando en la estación, y Manuel rezando una oración a no sabe quién –muy poco creyente se nos ha dibujado a Manuel- pidiendo un futuro feliz con ella.
Con una prosa muy singular, en EL JINETE POLACO no hay orden en la exposición de los sucesos; al contrario: el relato se va formando a medida que uno lee, a base de pistas y de sugerencias y de referencias y de repeticiones. Como olas tranquilas que se acercan a al orilla, y se retiran, y se vuelven a acercar siempre iguales pero siempre distintas, los temas van y vuelven, iguales pero distintos, insistiendo unas veces en una cosa y en otras veces en otras, componiendo un cuadro familiar completo. El texto se estructura a base de larguísimos monólogos dichos o pensados, pocas descripciones y poquísimos diálogos. El resultado es un estilo repetitivo que de primeras deslumbra y no resulta aburrido, con un ritmo bien conseguido, en ocasiones lento e incluso muy lento, eso sí. Ritmo que consigue con frases muy largas, con listas muy largas. Ritmo y estilo que MUÑOZ MOLINA también consigue acercándose al tema en espiral, una espiral quebrada y discontinua: poco a poco y a saltos. Recuerdos fragmentarios, que van saltando en el tiempo y en las personas, que mezclan fundamentalmente tres momentos (el encuentro de la mujer incorrupta, el entorno de la guerra civil española, el presente) y los mismos personajes en cada uno de esos momentos. El protagonista es como un narrador que todo lo sabe, porque lo ha vivido o porque se lo han contado. El protagonista y el autor mezclan sus voces: muchas veces es Manuel quien habla en primera persona, y otras veces es MUÑOZ MOLINA quien nos cuenta las cosas, explicándonos qué le pasa, qué siente, qué hace Manuel. Y todo esto, como ya dije, sin orden aparente. Para el recuerdo utilizan –autor y protagonista- el recurso a las fotografías de Ramiro Retratista, recurso ya leído en muchos otros textos para ir contándonos toda la historia. EL JINETE POLACO me ha recordado a algunas cosas de VIRGINIA WOOLF, especialmente la primera parte de la novela.
EL JINETE POLACO es, como texto, como experiencia narrativa, muy interesante. El problema es –en mi opinión- que ANTONIO MUÑOZ MOLINA abusa del método, y lo que al comenzar resulta sorprendente, a la larga resulta cansado, un poco tedioso: uno puede mirar un rato las olas mansas en la orilla, pero no puede pasar así varios días completos. Y eso le pasa al libro: EL JINETE POLACO es largo y, precisamente por eso, también se hace largo.
Me ha parecido entre interesante y divertido como el autor va dando constantemente pistas temporales, aunque en muy pocas ocasiones nos da fechas concretas; por eso he intentado aclara la cronología de lo que va pasando, tomando notas de las referencias temporales que con toda intención va dejando caer el autor. Así por ejemplo, en algún momento se nos dice que Manuel cumple 18 años a primeros de enero y pocos días después del asesinato de Carrero Blanco en Madrid. Si el lector tiene buena memoria o busca en la red, recordará que el asesinato sucedió el 20 dic 1973, así que Manuel cumple 18 en 1974 y, por lo tanto, nació en los primeros días del año 1956; pero todo esto MUÑOZ MOLINA no los dice: él se queda en el asesinato de Carrero. En ese mismo pasaje MUÑOZ MOLINA nos dice que su padre tiene entonces -a primeros de enero de 1974- 45 años: si uno hace el cálculo sabrá que nació, por lo tanto, en 1929. Y así, muchas veces: guiños que sin darnos casi ninguna fecha sitúan perfectamente la cronología los sucesos. También me ha gustado la referencia constante a las canciones que llenan la vida de los protagonistas, desde las inocentes canciones de los niños hasta las canciones rebeldes de los jóvenes melenudos.
Si tuviera que valorar EL JINETE POLACO, diría que el estilo resulta interesante, aunque MUÑOZ MOLINA abusa de él y el conjunto le queda pastoso y un poco pesado: al final estás deseando que deje de pedalear y “pase algo”, lo que sea ... Diría que la historia es manida, conocida en la literatura reciente española (saga de familia pobre y poco política en momentos de intensa vida política y de intenso desarrollo y cambio social, con todo lo que eso conlleva de dolor) pero bien desarrollada. Que los personajes, a base de páginas y páginas, resultan muy bien dibujados. Que el misterio de la momia resulta eficaz para mantener la atención y útil para una pirueta final. El único pero que le pondría a EL JINETE POLACO –además de ese abuso de páginas- es un pero pequeño y en un asunto opinable, pero que a mi me da cierta lástima: el contenido más allá del propio argumento, las ideas, son muy tópicas. Reflejan lo que se llevaba (y se sigue llevando) en algunos ambientes “progresistas” de 1991. Es un libro “correcto” en el peor sentido de la palabra. Intento explicarme: el pueblo llano es bueno casi por el hecho de ser pobre; el subcomisario es triste casi por el hecho de ser autoridad; los republicanos son buenos precisamente por eso, por serlo y porque es lo que se debe ser en ese momento; el franquismo es malo casi como cosa evidente, y lo católico, también; Franco y lo católico son dianas a las que se pude disparar sin problema, a quines se les puede ir lanzando con frecuencia tantarantanes más o menos sutiles y dejarlos un poco o un mucho en ridículo; la relación entre los protagonistas se nos cuenta a través de situaciones sexuales que desdibujan el amor que parecen sentir el uno por el otro para dejarlo en simple pasión, en calentón constante (no quiero decir que haya muchos pasajes sexuales, sino que casi sólo hay de esos para hablarnos del amor entre Nadia y Manuel). Planteamientos que me parecen demasiado elementales e ideológicos para conseguir peso específico propio.
En mi opinión, una novela un poco más corta, un poco más sobria, y menos “correcta”, podría haber sido sensacional (aunque quizá no hubiera ganado el Premio Planeta, claro ...).