martes, 30 de noviembre de 2010

CABECERA DE NOVIEMBRE 2010: UN CEMENTERIO EN LA NIEVE


Durante el mes de noviembre de 2010 la cabecera de selecciónARTE ha sido un detalle de CEMENTERIO DE CLAUSTRO EN LA NIEVE, de CASPAR DAVID FRIEDERICH. Óleo sobre lienzo pintado entre 1817 y 1819, medía 110 x 171 cm. y estuvo en la NATIONALGALLERIE de Berlín hasta 1945, cuando fue destruido durante un bombardeo.

Un tema absolutamente adecuado para el mes de noviembre (frío y muertos). En algún comentario de principio de mes hice referencia a que tenía cierta trampa: aunque la mayoría de las reproducciones que he visto del cuadro son en blanco y negro, el original, por lo que he podido leer, tenía color. Pero hay que reconocer, en cualquier caso, que el patetismo que le da el B/N resulta interesante.

martes, 23 de noviembre de 2010

ROMA: LA VILLA GIULIA, de GIACOMO BAROZZI da VIGNOLA

Uno de los pocos días que llovió durante mi estancia en Roma lo dediqué a visitar el MUSEO DE ARTE ETRUSCO. Es sensacional. Y completísimo: tanto, que si uno no es un especialista o está locamente interesado en los etruscos el asunto llega a empachar un poco. En cualquier caso no me arrepentí nada de esa visita, porque si la colección me interesó, el edificio que la alberga, la VILLA GIULIA, me entusiasmó. Aunque antes de salir de Madrid ya había leído alguna cosa sobre él y sabía que era interesante, no estaba en mi cuaderno de viaje, esa es la verdad. Pero llovió, y qué mejor que un gran museo para aprovechar esa mañana de la manera más seca posible. No me queda otra que agradecérselo al cielo.


La VILLA GIULIA está en uno de los extremos del parque de VILLA BORGHESE, aunque justo en la otra punta de la propia VILLA, allí donde arranca el barrio del Parioli. Fue proyectada y construida por GIACOMO BAROZZI da VIGNOLA con la colaboración de VASARI y BARTOLOMEO AMMANNANTI para el Papa JULIO III -que no es el mismo Papa JULIO que el de la VIA GIULIA, tan interesante también- en la década de 1550 (la construcción arranca en 1551).


Al exterior uno encuentra un edificio rectangular en el que llama la atención la gran portada de acceso: compuesta como un doble arco de triunfo en dos alturas, tiene una fuerza enorme, que el arquitecto consigue utilizando piedra sobre el paño general de ladrillo, y resolviendo la sillería con un potente despiece almohadillado. Por esa puerta entramos a un vestíbulo que inmediatamente nos devuelve de nuevo al exterior: aparecemos en una logia semicircular, abierta a un patio. Aquí ya nos llevamos una primera alegría, al ver el fresco de la bóveda de cañón, que imita con bastante maestría un emparrado con el cielo de fondo ... ese juego fuera-dentro del que ya hemos hablado en selecciónARTE con cierto detalle al referirnos a la VILLA FARNESINA (que yo aún no había visitado, todo sea dicho).



Y a partir de aquí, vamos de sorpresa en sorpresa. Al salir al patio uno se encuentra en un espacio semicircular prolongado: la parte curva la conforma la propia edificación, de dos alturas, y las tres partes rectas son muro de cerramiento de una altura, que confinan el espacio y lo proporcionan (probablemente esta parte baja sea diseño de AMMANNANTI). Los laterales son simples muros ornamentados -nichos, pilastras, tondos- pero el fondo es de nuevo otra logia: entramos en esa galería y descubrimos –hasta entonces no lo habíamos visto- un patio deprimido, profundo, con el suelo mucho más bajo que el que acabamos de dejar. Tiene en planta la misma forma de semicírculo prolongado que tenía el patio previo, y su piso se rehunde en dos niveles, hasta organizar en el fondo un ninfeo –estanque de nenúfares- con cariátides y un mosaico de Neptuno, y donde mana un manantial: la Fontana Segreta del Acqua Vergine. El juego espacial es interesantísimo, y el control del volumen de vacío, asombroso: está perfectamente dimensionado. Se puede bajar desde la logia hasta el plano intermedio por dos rampas-escalera de ladrillo, adosadas al semicírculo, pero al ninfeo no nos dejan bajar a los turistas. Recorremos ese patio (es pequeño y –durante mi visita- con una parte en obras, por cierto), y caminamos hasta llegar al muro que lo cierra, lleno de recovecos y pequeñas estancias medio abiertas medio cerradas; estamos, recuérdese, en un agujero profundo: nos rodean muros con la altura de dos plantas. Una vez que hemos disfrutado del espacio, podríamos subir –lo digo en condicional porque por desgracia tampoco nos dejan a los turistas hacer este recorrido, y hay que ver los planos e imaginárselo- por dos escaleras de caracol embutidas en el muro hasta otra logia, paralela a la anterior, que da paso a un tercer patio, rectangular y mucho más sereno, que remata el conjunto.









Sospecho que mi descripción en farragosa y poco clara, y quizá las fotografías den una pista más ajustada del conjunto. Desde luego, como arquitectura me ha parecido una joya: las proporciones de todo, la habilidad para sacar partido a la escala, la capacidad de jugar con la sucesión de espacios, de enriquecerlos y cualificarlos haciendo un mundo en una superficie relativamente pequeña, la maestría para conjugar espacios grandes y espacios pequeños, compresiones y descompresiones, pasos de luz a sombra y de sombra a luz, subidas y bajadas, pasos estrechos y pasos anchos, vistas obligadas, vistas insinuadas y vistas negadas, recorridos que se bifurcan y que se encuentran ... Un alarde de arquitectura renacentista que vale la pena no perderse.

martes, 16 de noviembre de 2010

LA IGLESIA DE SAN MARCOS en MADRID, de VENTURA RODRÍGUEZ, ARQUITECTO

Hace ya meses anuncié que, como remate de la serie que selecciónARTE estaba dedicando a la GRAN VÍA, intentaría preparar dos entradas sobre dos iglesias de ese entorno que, siendo muy distintas entre si, me parecen de gran interés. La primera es LA IGLESIA DE SAN MARCOS, situada en el número 10 de la calle de San Leonardo, una de las calles laterales del EDIFICIO ESPAÑA e inmediatamente detrás de éste.

El 25 de febrero de 1707 el Duque de Berwick, al frente del ejercito de Felipe V, vencía al Archiduque Carlos de Habsburgo en la batalla de Almansa. Con esa victoria los Borbones daban un nuevo paso en su asentamiento en el trono de España, que acaba de cambiar de manos: Felipe V lo pretendía desde siete años antes, cuando Carlos II muere sin heredero. Para celebrar esa victoria –que sucedía en la festividad de San Marcos- el rey Borbón decidió construir un templo en honor del santo. Lo hace derribando una ermita construida en el Prado de Leganitos, que también le estaba dedicada (el antiguo edificio se puede ver con claridad en el PLANO DE PEDRO DE TEXEIRA de 1656). Para trazar y levantar el tempo se llamó a VENTURA RODRÍGUEZ, arquitecto que por entonces estaba trabajando en el PALACIO REAL, o PALACIO NUEVO, de Madrid (el ALCAZAR de los Austrias se había incendiado en Navidad –propiamente la Noche Buena- de 1734). Pero el proyecto tarda en arrancar, y el edificio no se construye hasta 1749-1753: Felipe V ya estaba muerto (+ 1746) y le había sucedido su hijo Fernando VI.

La IGLESIA DE SAN MARCOS es un interesante ejemplo del paso del barroco al neoclásico: su concepción es todavía barroca, en gran medida heredera de la arquitectura de BERNINI (en especial el interior de la iglesia, y para algunos el compás de acceso), pero encontramos rasgos claramente neoclásicos: en la composición de la fachada, por ejemplo, o en la decoración interior y en los retablos.

El exterior del edificio es muy sencillo, casi pobre, y no nos prepara para lo que vamos a encontrar dentro del templo. La fachada, situada entre medianerías, está compuesta por tres cuerpos claramente diferenciados que se resuelven en ladrillo con algunas impostas de piedra. El cuerpo central, con la puerta de acceso y un hueco rectangular que ilumina el coro, queda enmarcado por dos pilastras de orden gigante que soportan un frontón triangular. A ambos lados tiene dos cortos brazos curvos que conforman un patio de acceso (el compás citado más arriba) que, como también hemos dicho, algunos relacionan con la solución de BERNINI para el acceso a SANT’ANDREA AL QUIRINALE. Yo tengo mis dudas sobre este asunto porque aunque en planta hay similitudes indudables, los espacios que se consiguen en la iglesia de Roma y en la de Madrid son muy distintos, por no hablar del cuerpo central, completamente plano en Madrid –neoclásico- y curvo, barroco, en Roma; pero dejémoslo estar ...



Decía que esa fachada no anuncia, de ninguna manera, el interior, que de golpe nos devuelve al barroco: un espacio enormemente rico, construido a partir de la sucesión de elipses de distintos tamaños cuyos ejes van cambiando de orientación a medida que avanzamos. Primero un pequeño nartex elíptico en posición transversal (perpendicular a nuestro sentido de avance); luego dos elipses –una más grande que la otra- que forman la nave, ahora con sus ejes mayores en sentido longitudinal; y por fin el presbiterio, una elipse casi circular de eje otra vez transversal. La planta de la iglesia parece basada en otra de FELIPE JUVARA –arquitecto de nuestro nuevo PALACIO REAL- para la iglesia de SAN FELIPE NERI, de Turín.

Los cielos de SAN MARCOS, como los suelos, también van alternando curvas: el arranque de la nave se cubre con una bóveda de sección elíptica muy tendida; la elipse principal se cubre con una elipse mucho más acusada; y el presbiterio con un casquete que casi podría ser esférico. Basta mirar la planta y las secciones para descubrir de modo muy claro el juego barroco de formas y espacios, de curvas y contracurvas, tan del interés de BERNINI: ahora sí que lo reconocemos sin ninguna dificultad.

En los muros interiores, pilastras -como en la fachada principal- y semicolumnas de orden gigante que se rematan con capiteles en los que, a las tradicionales y preceptivas hojas de acanto, se añaden cabezas de leones en honor del santo titular del templo.

De la decoración interior únicamente señalo que VENTURA RODRÍGUEZ se encargó del diseño del retablo del altar mayor, tan neoclásico: columnas de madera marmorizada con capiteles dorados que soportan un frontón curvo, partido, que enmarcan el camarín de San Mateo, también elíptico, por cierto. El conjunto se remata con una vidriera. La imagen del santo y los ángeles que le acompañan son obras de JUAN PASCUAL DE MENA, mientras que los ángeles que se reparten por la cornisa son de FELIPE DE CASTRO.

Aquí dejo algunas fotografías más: el estado de conservación de la iglesia no es malo, pero tampoco está como para tirar cohetes. Y la iluminación es manifiestamente mejorable: al pobre San Marcos no hay quien le vea la cara, y el león se intuye (exagero, pero no demasiado; y eso que esperé a que comenzara una Misa para ver aquello en todo su esplendor ...).

jueves, 11 de noviembre de 2010

NOCTURNOS, CINCO HISTORIAS DE MÚSICA Y CREPÚSCULO, de KAZUO ISHIGURO


Lo último que ha publicado KAZUO ISHIGURO es NOCTURNOS (NOCTURNES, FIVE STORIES OF MUSIC AND NIGHTFALL. 2009): una colección de cinco relatos en los que la música está muy presente y sirve de argumento común a las historias, o mejor, de tema que las relaciona.

Las CINCO HISTORIAS DE MÚSICA Y CREPÚSCULO son: 1ª. Tony Gardner, un cantante americano pasado de moda, pretende reconquistar (¿o despedirse?) de su esposa, que está a punto de dejarle. 2ª. Raymond va a visitar a unos viejos amigos de la universidad cuyo único nexo común, pasados unos años, es la música: falta la música y se acaba la amistad, aparece la música y regresa. 3ª. Un guitarrista londinense no sabe encontrar su sitio y viaja a las colinas de Malvern. 4ª. Steve es un saxofonista –feo- que malbarata su talento (¿o no lo tiene y busca excusas?). 5ª. Tibor, un violonchelista húngaro, cae hipnotizado por una ¿virtuosa? del violonchelo.

De las CINCO HISTORIAS DE MÚSICA Y CREPÚSCULO no sabría con cuál quedarme, pero seguramente si tuviera que escoger me quedaría con la de Ray y con la de Tibor, la segunda y la última.

Más allá de los relatos en sí mismos, NOCTURNOS, CINCO HISTORIAS DE MÚSICA Y CREPÚSCULO, tiene –o me ha parecido descubrir- una intención global: los relatos de ISHIGURO son, lógicamente, autónomos, pero hay cierta unidad de conjunto. Además de la música, en todos hay una buena dosis de acidez en la descripción de los personajes, a veces sutil y a veces evidente. Los protagonistas son unos perdedores que resultan patéticos, más o menos patéticos dependiendo del relato, pero ninguno se salva (supongo que de aquí lo del CREPÚSCULO del subtítulo). Todos los relatos nos los cuenta el protagonista en primera persona. En todos los relatos hay un triángulo de personajes. El primer y el último relato se pueden entender como simétricos, dando una estructura cerrada al libro: en el primero un matrimonio se rompe, en el último un matrimonio que se une (se casan); y posiblemente los dos compartan la misma localización, Venecia. Otro nexo de unión entre relatos es Lindy, un personaje que aparece en el primero y en el cuarto.

Soy un gran forofo de KAZUO ISHIGURO, y he leído muchas de sus novelas: todas me han gustado. Lógicamente, unas más y otras menos (son muy distintas), pero nunca he acabado desencantado. En cambio he de decir que NOCTURNOS es un libro que me ha dejado frío: lo he leído con gusto, pero no me parece un librazo. Las historias se leen muy bien (están realmente bien escritas), pero son historias planas: avanzan y acaban, sin más. Supongo que es precisamente el efecto buscado por ISHIGURO, y eso es un punto a su favor: con esa simpleza acentúa el patetismo del que hablaba antes. Ni siquiera da motivos que nos muevan a compadecer a los personajes: son tan patéticos que ni nos dan pena. Nos resultan indiferentes, sus historias nos dan un poco igual, no nos interpelan. Pero con esta técnica, al final al lector –a mi- el libro se le queda corto, vacío, un poco demasiado simple.

jueves, 4 de noviembre de 2010

ROMA: IGLESIA DE DIOS PADRE MISERICORDIOSO, de RICHARD MEIER


Dentro del programa “50 iglesias para Roma” que el Vaticano puso en marcha motivo del año jubilar que la Iglesia Católica celebró en 2000, se organizó un concurso entre arquitectos de nombre para construir una de esas iglesias. Participaron TADAO ANDO, SANTIAGO CALATRAVA, FRANK GEHRY, PETER EISENMANN ... y fue RICHARD MEIER quien lo ganó. Tenía muchas ganas de conocer este templo, y una tarde –después de repasar en su sitio web el horario de misas para no coincidir ni encontrármelo cerrado- fui para allá.

Esto de ir, por cierto, se dice con gran facilidad, pero fue una pequeña odisea. La iglesia no está propiamente en Roma, sino a las afueras de Roma, en un barrio llamado TOR TRE TESTE. Repasé con detalle el camino, incluso lo imprimí –no tenía GPS- y para allá salimos. Suelo orientarme bien y todo iba estupendamente hasta que en un momento (intuíamos que ya debíamos estar muy cerca) vimos un cartel que indicaba –supuestamente- la dirección hacia la iglesia. Comentarios de felicitación al piloto –que era yo- y, maldición, hicimos caso al cartel de marras. Fue nuestra perdición: estaba girado y en lugar de aproximaros al objetivo nos mando a la quinta puñeta (sin perdón). Dimos más vueltas que un tonto hasta que al final, un matrimonio encantador – aprovecho para volver a agradecerles las indicaciones, aunque seguramente nunca leerán esto- nos explicó cómo llegar (hablamos en inglés, por cierto: el mito de que el italiano y el español se entienden estupendamente es ... eso: un mito). Seguimos sus pistas y acabamos de nuevo pasando por delante del maldito cartel, al que ya no hicimos caso: estaba a 500 metros escasos de la iglesia. Un consejo: si lo puedes evitar, NUNCA hagas caso de un cartel italiano (imagíneseme al dar este consejo como a JACK NICHOLSON en MEJOR IMPOSIBLE diciendo ¡A ESTA PUERTA, NO!: una escena realmente memorable).

En fin, historietas aparte, la IGLESIA DE DIOS PADRE MISERICORDIOSO es un proyecto muy interesante, que da pie a pensar un poco en lo que es la Arquitectura.

Conceptualmente el conjunto se forma con dos piezas distintas y complejas que se yuxtaponen para formar una unidad. Una de las piezas es un volumen sólido, masivo y regular (más o menos regular: estamos hablando de MEIER en el año 2000), que contiene los usos servidores: las dependencias parroquiales y seguramente la vivienda del párroco. La otra pieza está formada por planos alabeados, vidrio, y luz, mucha luz: es abierta, fragmentada, con las singulares formas de las tres grandes y conocidas conchas/velas de hormigón a un lado y una cuarta al otro. Entre unas y otra, como protegiéndolo (a mi no me cuesta imaginar esas formas como dos manos cóncavas resguardando algo delicado que descansa sobre un plano), se encierra el núcleo del proyecto, el templo con su usos principales: el espacio celebrativo, la capilla de diario, los confesonarios, el órgano.



La imagen exterior es potentísima, y manifiesta sobradamente su singularidad en el entramado urbano –de bloque abierto- en el que se encuentra: la identificación del templo como tal está lograda, muy por encima de la media.

El interior, en cambio, no me ganó con la misma rotundidad; es más, me planteó algunas dudas. Si se analiza el interior de la iglesia -en conjunto o por partes- desde el punto de vista de la arquitectura, todo son motivos de alabanza. Y la luz, abundantísima, es un espectáculo. Pero si uno lo mira con ojos de usuario, pienso que aquello no funciona del todo: una templo, por definición, es un sitio que debe estar claramente orientado hacia un punto, y los elementos que lo configuran –en este caso la luz es un elemento clave- deben focalizar la atención, ayudar al fiel a estar en lo que tiene que estar. Eso a MEIER no le sale: tanta luz –porque creo que el problema es, fundamentalmente, de descontrol de la luz- homogeniza el espacio en lugar de centrarlo hacia el altar, y esa impresión de espacio en bruto, sin cualificar, se acentúa por la indefinición de las paredes, en su mayoría blancas: cuando uno está dentro se siente un poco perdido, desorientado, sin saber dónde centrar su atención.

Es verdad que exagero, y que es evidente dónde está el altar. Cualquiera me puede decir que el espacio es claramente axial, que tienen un eje evidente dirigido hacia el presbiterio, o que el arquitecto empanela con madera uno de los paños seguramente para singularizarlo y orientarnos. Vale. Pero también es verdad la poca cualificación espacial y –sobre todo- de la luz; o que casi casi tienen la misma entidad el altar y el órgano. Yo creo que eso no es lo que se busca en una iglesia, al menos en una iglesia católica, que son las que conozco (en las catedrales, desde luego, no pasa ...).

A partir de aquí surge –como surgió entonces, al terminar la visita- la discusión edificio bueno vs edificio eficaz, que cumple su misión. Yo no quiero entrar aquí en temas religiosos, ni litúrgicos (el propio MEIER pretende cargar de sentido religioso su obra: dice, por ejemplo, que las velas de hormigón hacen referencia al barco en el que navega la gente de Dios, y que al ser tres sugieren un recuerdo a la Trinidad), sino sencillamente en cuestiones arquitectónicas. Si la iglesia de RICHARD MEIER fuese mi parroquia yo estaría encantado porque, ya lo he dicho, está muy muy por encima de la media. Pero insisto, no se trata de eso, sino de si es una buena iglesia, y si eso es premisa imprescindible para que sea buena Arquitectura. Radicalizando las cosas, la pregunta sería ¿puede ser realmente bueno un edificio que no sirve del todo para lo que se proyectó? En mi opinión, y con todos los matices que serían necesarios y no caben en un blog, la respuesta es no: ese edificio será manifiestamente mejorable. Lógicamente, no todos piensan –ni pensaron entonces- igual que yo.

Y que conste, para acabar, que el edificio me encantó: lo que acabo de plantear es –en este caso- una cuestión de matiz, porque el edificio de RICHARD MEIER sirve sobradamente como iglesia, y ya me gustaría que la mayoría de las iglesias de barrio de Madrid se parecieran un poco, aunque sólo fuera un poco, a la IGLESIA DE DIOS PADRE MISERICORDIOSO.

martes, 2 de noviembre de 2010

ROMA: ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA


Cuando comencé a escribir esta entrada pretendía hablar de la IGLESIA DE DIOS PADRE MISERICORDIOSO. Pero al llegar al final y releerla, he visto que trataba demasiados temas y resultaba larga, así que la he partido en dos: hoy dejo lo que era -más o menos, porque ha crecido- la introducción, y mañana o pasado hablaremos de la iglesia de MEIER.

Uno, cuando se plantea un viaje a Roma, normalmente lo último en lo que piensa es en arquitectura contemporánea. En Roma hay muy muy muy buena arquitectura, pero ¿contemporánea? No: clásica, renacentista, barroca ... parece que con eso les basta. En cualquier caso, yo había rebuscado antes de salir y llevaba una lista larga de edificios contemporáneos: uno nunca pierde la esperanza, aunque sepa que no va a tener tiempo para nada; no llegue a ver casi ninguno, por supuesto. Pero sí que había un puñado de obras que tenía en la cabeza como objetivos asequibles, que me hacían ilusión y por las que tenía interés: el FORO ITÁLICO, el EUR, el MUSEO DEL ARA PACIS, la IGLESIA DE DIOS PADRE MISERICORDIOSO, el PARCO DELLA MUSICA y el MAXXI. Además, una vez en Roma conseguí una información para turistas llamada ROMA CONTEMPORANEA, editada por el COMUNE. Ofrece hasta 41 posibles visitas relacionadas con el arte contemporáneo, de muy distinto pelaje: muchas galerías y colecciones, algunos museos, muy pocos edificios –casi casi los ya señalados- y varios monumentos. Sinceramente, no me aportó demasiado; y no porque a las sugerencias les falte interés: seguramente lo tienen, pero lo que no tuve fue ocasión de comprobarlo. En realidad, no tuve tiempo para casi nada.

Vi con cierto detalle el edificio de RICHARD MEIER para el ARA PACIS: no me dijo demasiado. No tuve ocasión de visitar el FORO ITÁLICO, aunque alguna vez pasé en coche por delante; ni el EUR, del que también pasé cerca, nada más.


El AUDITORIO PARCO DELLA MUSICA es un conjunto de edificios de RENZO PIANO, destinados a lo que su propio nombre indica: salas de conciertos. La apariencia es de tres “escarabajos” de distinto tamaño, imagen que producen las potentes cubiertas metálicas. Me acerqué a verlos, pero me quedé en la valla: no se podía acceder al recinto, así que no puedo –o no quiero- opinar.


Descubrí por casualidad, sin esperarlo ni saber que existían, las puertas de la BASILICA DI SANTA MARIA DEGLI ANGELI E DEI MARTIRI. La iglesia es una visita obligada, más que conocida: el trepidarium de las termas de Diocleciano reconvertido en iglesia por mano de MIGUEL ÁNGEL, un interior singularísimo. Pero no tenía ni idea de que las puertas fueran obra de IGOR MITORAJ, escultor que descubrí en Madrid gracias a la exposición que organizó CAIXAFORUM y que me pareció interesante. Me gustaron las puertas, especialmente la derecha, que representa una anunciación.

Del MAXXI también hablaremos otro día.