sábado, 31 de octubre de 2009

CABECERA DE OCTUBRE de 2OO9


Durante el mes de octubre ‘O9 la cabecera de selecciónARTE ha sido un detalle de TULIPANES Y SAUCE, diseño realizado por WILLIAM MORRIS en 1873.

miércoles, 28 de octubre de 2009

MATADERO/MADRID
















Por fin visité el MATADERO. Me ha dejado bastante frío, por no decir defraudado. Hay que reconocer que aquello tiene un no-sé-qué que lo hace sugerente, pero ni el uso que se ha previsto para los edificios ni la reforma que se les está haciendo (hay todavía muchas cosas patas arriba, en obras, a medias) resultan, en mi opinión, acertado.

En cuanto al uso, el sitio web del MATADERO dice algo que es como no decir casi nada; parece que el “Matadero Madrid es un espacio vivo y cambiante al servicio de los procesos creativos, de la formación artística participativa y del diálogo entre las artes. Nace con la voluntad de contribuir a la reflexión sobre el entorno sociocultural contemporáneo y con la vocación de apoyar los procesos de construcción de la cultura del presente y del futuro.” “A su vez, Matadero busca potenciar un enfoque integral y multidisciplinar de la creación, en todas sus formas, centrado en la investigación, la producción, la formación y la difusión. Un laboratorio único para la experimentación y construcción de nuevas fórmulas transdisciplinares.” No opino porque ni tengo datos de cómo está funcionando ni he podido comprobar la realidad de esa experimentación y construcción de nuevas fórmulas transdisciplinares, pero ¿de verdad tiene necesidad Madrid de un espacio tan enorme –porque el conjunto es verdaderamente enorme- destinado a no se sabe qué? ¿Hay que convertir en espacio cultural cualquier edificio mínimamente singular que quede sin uso en el entramado urbano?

En cuanto a la arquitectura, el MATADERO dice de si mismo: “El recinto se convierte en campo de experimentación de la nueva arquitectura, siguiendo los criterios de intervención del Plan Especial, que establece la preservación de la envolvente de las naves. La línea maestra que ha guiado las intervenciones es la reversibilidad, de modo que los edificios pueden ser fácilmente devueltos a su estado original. Las intervenciones mantienen expresamente todas las huellas del pasado para reforzar el carácter experimental de las nuevas instituciones que alojan. Para ello, se ha buscado el equilibrio entre el respeto máximo al espacio, y una dotación específica, que lo distinga, a través del uso limitado de materiales industriales directos, y que, al mismo tiempo, dé servicio a los diferentes usos que pueda albergar. El recinto se convierte en campo de experimentación de la nueva arquitectura.” Sin entrar en que el párrafo empieza y acaba con la misma frase, ¿quiere eso decir que hay que dejar el edificio “crudo”? ¿Buscar la reversibilidad justifica todo? ¿Lo moderno/experimental tiene que ser/parecer cutre? ¿Qué significa en este caso reversibilidad?: ¿hacer que parezca que no se ha hecho nada?; ¿dejarlo todo a medias, de forma que en cualquier momento puedo volver a lo que había: unas naves dejadas, descuidadas y casi en ruina?; ¿suponer qué no pasa nada porque –por ejemplo- las bajantes de PVC queden patentes o porque los cables queden tristemente vistos sin ningún cuidado? Se dice que se mantienen expresamente todas las huellas del pasado para reforzar el carácter experimental de las nuevas instituciones que alojan: ¿qué experimentación había en un matadero?; ¿qué relación tiene un matadero con la experimentación artística?; ¿cómo una semi-ruina refuerza un carácter experimental? Seguramente la penumbra en que se encuentra todo es un acierto, para no sacar a la luz lo que más vale que no se vea mucho.

Una pregunta que surge inmediata es ¿este tipo de intervenciones sirven para ayudar al visitante, para introducirle en categorías arquitectónicas y estéticas interesantes, para facilitarle la comprensión de la modernidad? Me parece que la comprensión de una intervención de este estilo exige una abstracción y una conceptualización tal que no es fácil que sea entendida por la mayoría. Todo lo contrario, pienso que tiene un efecto perverso: este tipo de actuaciones o bien alejan a muchos de lo moderno –lo acaban identificando con engaño, con tomadura de pelo- o bien les deforma, haciéndoles pensar de que entienden y les gusta algo que no han comprendido y que para asumirlo han tenido que poner entre paréntesis sus criterios estéticos habituales. Es verdad que alguno me puede decir que formar no es la finalidad de un sitio como el MATADERO, sino que está pensado para fomentar la creación de los que ya tienen esa formación; o también se me puede decir que así –experimentando con audacia- es como ha evolucionado el arte, y que los grandes artistas, los que de verdad han hecho avanzar la historia, en multitud de ocasiones han sido unos incomprendidos a los que su tiempo les tachó de inconsistentes: ¡ojalá tengáis razón!

Y ojalá tengáis razón los que opináis así porque, para ser justos, hay que decir que además de ese no-sé-qué que señalé al principio la intervención también tiene aciertos: las enormes puertas de chapa de acero, los tiradores y cierres de esas puertas, el larguísimo IPN paralelo a la fachada principal que nos separa del muro y oculta la iluminación ambiente, el muro traslúcido de policarbonato, la gran caja de vidrio que encierra lo que parecen oficinas y la biblioteca (llamada terrario, supongo que por ser una pecera de cristal en la que hay bichos –nosotros- y cactus de trapo...), algunos suelos, el mobiliario metálico de la zona de ingreso e incluso los bancos/andamio de la plaza... Pero esos aciertos se pierden entre tanta huella del pasado.

Acabo con una consideración que habitualmente no me hago –siempre me alegra que se destinen fondos al mejoramiento y equipamiento cultural de la ciudad- pero que al visitar el MATADERO no he podido evitar: la inversión que se está haciendo –que debe ser millonaria- ¿está justificada por la actividad que generará y la renovación e interés que puede suponer para la zona de Legazpi? Y lo circunscribo a Legazpi porque pensar, como se afirma en la web, que “Por su ubicación, al sur de otros espacios destacados del arte como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (situado a 1,8 kilómetros: menos de 20 minutos a pie) o la Casa Encendida (a 1,5 kilómetros, poco más de 15 minutos andando), Matadero Madrid está llamado a ser la prolongación del eje cultural Prado-Recoletos, prolongando éste al río.” (cielos, ¡otra repetición!) me parece una ambición excesiva. La gente de Legazpi ¿va a entender esa no-intervención, falsa en el fondo, postiza? Sinceramente, construir ruinas disfrazándolas de modernidad, experimentación y reversibilidad me parece una simpleza. Quizá algún vecino de la zona me pueda decir que estoy completamente equivocado, que les gusta y que funciona como lugar de encuentro o zona de dinamización social. Pude ser. Pero para mi que se está construyendo un sitio bastante friki: muchos hemos ido a verlo llevados por la novedad, y supongo que volveremos cuando esté acabado para ver el resultado final, pero más visitas no sé yo si haremos al MATADERO ...

Un añadido final: no he elegido las fotos de los puntos más singulares del edificio para apoyar mi opinión: todo el interior es así. Que nada tiene que ver, por cierto, con el exterior, que está quedando demasiado “rechupado” con su ladrillo nuevo (o limpísimo) perfectamente aparejado y sus tiras de cerámica blanca, verde y azul ...

jueves, 22 de octubre de 2009

EL ELOGIO DE LA SOMBRA, de JUNICHIRO TANIZAKI


Este verano he tenido ocasión de investigar la arquitectura japonesa (en realidad, la cultura japonesa) y me ha parecido enormemente interesante. Estando en esas, alguien me recomendó vivamente la lectura de EL ELOGIO DE LA SOMBRA, y recordé que ya hace años –tres o cuatro- otra persona me habló estupendamente de este ensayito (lo digo en diminutivo porque se trata de un texto corto publicado en forma de pequeño libro, tamaño octavilla más o menos). Lo he leído, y efectivamente es una obra magnífica. Quizá no para todos los públicos, porque hay que estar interesado, por lo menos, en tres cosas: un poco en teoría estética, muy poco en teoría de la arquitectura, y un mucho en cultura japonesa. Pero para quien cumpla esas condiciones EL ELOGIO DE LA SOMBRA le resultará una delicia. Sobre lo de la arquitectura, una aclaración: aunque en algún momento JUNICHIRO TANIZAKI afirma, hablando de si mismo, que “Soy totalmente profano en materia de arquitectura”, pienso que no es cierto: hace unas consideraciones muy interesantes sobre la vivienda y arquitectura japonesas, y cuando afirma ser un profano se refiere a la arquitectura occidental (utiliza esta expresión justo antes de hacer una afirmación sobre la luz en las catedrales góticas).

TANIZAKI, en EL ELOGIO DE LA SOMBRA, trata de forma aparentemente errática un montón de temas; y digo aparentemente porque, aunque parece que va encadenando un asunto con el siguiente de forma poco ordenada, saltando de uno a otro, al final el lector descubre que le han llevado por una circunferencia que, efectivamente, se cierra sobre sí misma para conseguir una línea perfecta. Más o menos así:

EL ELOGIO DE LA SOMBRA arranca explicando como la instalación de luz eléctrica está reñida con la vivienda clásica japonesa; continúa insistiendo en que los materiales e inventos modernos para la vivienda (calefacción, aparatos sanitarios, alicatados y solados cerámicos) difícilmente encajan con la sutileza de la casa tradicional de los japoneses; comenta con cierta extensión los baños de la vivienda japonesa –sí, los cuartos de baños- y a partir de aquí va explicando la distinta sensibilidad entre oriente y occidente, las distintas formas de ver los materiales y su estado, su brillo y consistencia, su uso ... Habla de la luz y de la penumbra. Habla de los objetos de uso cotidiano, de las vajillas, de los cuencos y de las bandejas, de cómo la laca japonesa –y por tanto los objetos lacados, especialmente los destinados a contener comida- están pensados para ser vistos con una luz tenue, de vela ... Pasa entonces a hablar de la comida japonesa, de su organización, de la importancia de los colores y su distribución en los platos ... De aquí pasa de nuevo a la casa tradicional japonesa (interesantísimo todo lo que dice) para después comentar las telas, o mejor los brillos dorados –ya los había comentado en los interiores domésticos- de las telas en la oscuridad de los templos; de aquí a los ropajes del teatro clásico no y kabuki, y de aquí al color de la piel de los japoneses (con este motivo salen ideas interesantes sobre el valor de mostrar poco, que permite intuir e imaginar, frente al burdo mostrarlo todo ...); salta entonces a hablar de la mujer japonesa (dice que se llegaban a “pintar” los dientes en tono oscuro y los labios en verde-azulado para evitar el brillo excesivo o el rojo llamativo). Y ya llegando al final comienza a buscar explicaciones para esta forma de enfocar la vida, vuelve de nuevo a hacer un alegato en toda regla contra la occidentalización del Japón y contra la luz eléctrica (ahora especialmente en los lugares públicos), lo mezcla con una receta de sushi, y acaba apagando su lámpara ... eléctrica, claro.

En el fondo, EL ELOGIO DE LA SOMBRA es un alegato a favor de un arte y una sociedad –la japonesa- que pone en valor la penumbra, el matiz, lo no-obvio, esos aspectos que enriquecen y dan interés a las cosas, frente a la obviedad occidental provocada por el exceso de luz, la modernización imparable y la practicidad, que al hacer las cosas tan patentes las convierte en estridentes. Unos párrafos de JUNICHIRO TANIZAKI pueden aclarar muy bien su pensamiento:

Creo que lo bello no es una sustancia en sí sino tan sólo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producido por yuxtaposición de diferentes sustancias. Así como una piedra fosforescente, colocada en la oscuridad, emite una irradiación y expuesta a plena luz pierde toda su fascinación de joya preciosa, de igual manera la belleza pierde su existencia si se le suprimen los efectos de la sombra.

¿Pero por qué esta tendencia a buscar lo bello en lo oscuro sólo se manifiesta con tanta fuerza entre los orientales? Hasta hace no mucho tampoco en Occidente conocían la electricidad, el gas o el petróleo pero, que yo sepa, nunca han experimentado la tentación de disfrutar con la sombra; desde siempre, los espectros japoneses han carecido de pies; los espectros de Occidente tienen pies, pero en cambio todo su cuerpo, al parecer, es translúcido. Aunque sólo sea por estos detalles, resulta evidente que nuestra propia imaginación se mueve entre tinieblas negras como la laca, mientras que los occidentales atribuyen incluso a sus espectros la limpidez del cristal. Los colores que a nosotros nos gustan para los objetos de uso diario son estratificaciones de sombra: los colores que ellos prefieren condensan en sí todos los rayos del sol. Nosotros apreciamos la pátina sobre la plata y el cobre; ellos la consideran sucia y antihigiénica, y no están contentos hasta que el metal brilla a fuerza de frotarlo. En sus viviendas evitan cuanto pueden los recovecos y blanquean techo y paredes. Incluso cuando diseñan sus jardines, donde nosotros colocaríamos bosquecillos umbríos, ellos despliegan amplias extensiones de césped.

¿Cuál puede ser el origen de una diferencia tan radical en los gustos? Mirándolo bien, como los orientales intentamos adaptarnos a los límites que nos son impuestos, siempre nos hemos conformado con nuestra condición presente; no experimentamos, por lo tanto, ninguna repulsión hacia lo oscuro; nos resignamos a ello como a algo inevitable: que la luz es pobre, ¡pues que lo sea!, es más, nos hundimos con deleite en las tinieblas y les encontramos una belleza muy particular.

En cambio los occidentales, siempre al acecho del progreso, se agitan sin cesar persiguiendo una condición mejor a la actual. Buscan siempre más claridad y se las han arreglado para pasar de la vela a la lámpara de petróleo, del petróleo a la luz de gas, del gas a la luz eléctrica, hasta acabar con el menor resquicio, con el último refugio de la sombra.”

lunes, 19 de octubre de 2009

OSCAR NIEMEYER en la FUNDACIÓN TELEFÓNICA de MADRID







Tenemos ahora en Madrid varias exposiciones sobre arquitectos. Ya comenté la de RICHARD ROGERS, aún no he visitado la de ANDREA PALLADIO (que puede ser interesantísima), y hace unos días me acerqué a la GRAN VÍA para ver en la FUNDACIÓN TELEFÓNICA la obra de OSCAR NIEMEYER.

Sobre el arquitecto he de decir que su obra nunca me ha llamado la atención: en 1988 ganó el PRITZKER ARCHITECTURE PRICE y en 1989 obtuvo el premio PRÍNCIPE DE ASTURIAS DE LAS ARTES, seguro que es un profesional como la copa de un pino, ha proyectado muchísimo y ha construido mucho ... pero nunca me han atraído sus edificios, siempre me han parecido excesivamente formalistas, un poco caprichosos, de esos que cargan demasiado la mano en la-forma-por-la-forma, y muchos, además, sin una especial belleza; los primeros proyectos que realiza –los más corbusianos, los edificios de BRASILIA- son más interesantes, pero a medida que avanza el tiempo NIEMEYER pierde calidad. Ya veremos cómo acaba lo de AVILÉS, pero no tiene una pinta arrebatadora.

La exposición no ha hecho más que confirmar estas impresiones.

En la FUNDACIÓN TELEFÓNICA se pueden ver fotos, maquetas y algunos croquis de las principales obras de OSCAR NIEMEYER, ordenadas cronológicamente; incluso un mueble. Se comprueba cómo, a medida que pasan los años, su afán por la curva hace que los edificios pierdan consistencia (no consistencia material, claro: consistencia conceptual), rotundidad, interés, y se vayan volviendo fofos hasta convertirse casi casi en pura anécdota. Algunas de esas anécdotas tienen más gracia, otras muy poca, pero en el fondo da igual: no hay rigor sino capricho; lo que sale bien o sale mal es pura casualidad, porque en el fondo depende –en este caso sí- de que me guste o no me guste; y lo que me gusta a mi puede no gustarte a ti. Me parece que las fotos que acompañan esta entrada aclaran de manera muy gráfica lo que digo (por cierto, como no he visto ningún edificio de NIEMEYER en vivo y en directo, no me ha quedado más remedio que tomarlas prestadas de la red). Por decir algo positivo apunto que sí se ve coherencia en la evolución, y eso es bueno, no cabe duda.

De la propia exposición me han gustado los grandes paños de color con dibujos del arquitecto; me ha llamado la atención la poca información que hay de los proyectos: planos, lo que se dice planos, puede haber tres o cuatro; me han parecido malas las maquetas, muy poco arquitectónicas, casi de caseta de venta de pisos en cualquier pueblo de costa; y la puntilla es la entrevista que uno se encuentra al final: de contraportada de dominical, con preguntas del estilo de ¿Cómo le gustaría morir?, ¿Con qué miserias es más indulgente? y otras simplezas de ese género.

OSCAR NIEMEYER en la FUNDACIÓN TELEFÓNICA no me ha convencido.

miércoles, 14 de octubre de 2009

84, CHARING CROSS ROAD, de HELENE HANFF


Otro libro sobre libros. Otro libro sobre el placer de la lectura, la pasión por leer. Una joya, este sí. Uno de esos clásicos contemporáneos (hace relativamente poco hablaba de ellos en un comentario en otro blog). En mi opinión, casi imprescindible (y pongo el casi porque imprescindibles imprescindibles, verdaderamente imprescindibles, hay muy pocas cosas).

Es más que sabido que 84, CHARING CROSS ROAD cuenta la relación epistolar –todo el libro es una colección de cartas- entre HELENE HANFF, escritora que vive en Nueva York, y el entorno de la Librería MARKS & CO., situada en el 84 de CHARING CROSS ROAD, en Londres. En primer lugar y de manera especial, relación epistolar con Frank Doel, uno de sus empleados; pero después, a medida que pasa el tiempo, el circulo se amplía y se introducen en él el resto del personal de la librería, la mujer de Frank, una de sus vecinas ... También algunos amigos y amigas de HELENE escriben y reciben correspondencia.

Cartas que empiezan a cruzar el atlántico en plena posguerra (octubre de 1949) y aguantan hasta 1969. Cartas que van acompañadas de libros. Cartas que van desde la profesionalidad más absoluta hasta la amistad, el auténtico cariño (cariño que primero es hacia los libros, y en seguida hacia las personas). Cartas que muestran la flema británica frente a la soltura y naturalidad yanqui. Cartas formales que poco a poco van adquiriendo tono de intimidad. Cartas un poco gruñonas que esconden confianza y agradecimiento. Cartas acompañadas de regalos.

84, CHARING CROSS ROAD es un libro conocidísimo, y no es necesario seguir alabándolo. Yo lo había leído hace años, y lo recordaba vivamente: incluso en Londres pasé por el 84 de CHARING CROSS ROAD, por puro cariño a la novela, porque sabía que allí no estaban MARKS & CO. ... Esta segunda vuelta no ha hecho más que reforzar mi buenísima opinión.

Un consejo: quien no lo haya leído, que lo haga cuanto antes.

Y una idea un poco boba: la relación que se crea entre esos personajes que no se conocen personalmente pero que su amor a los libros, a la lectura, al arte, les lleva a formar un comunidad donde cada uno se retrata por escrito, conoce a los demás, y entre los que surge una relación de cierta amistad, me ha recordado a nuestros blogs, a nuestros comentarios, a la relación que se genera entre el grupo de lectores habituales: los conocidos que leemos y comentamos las entradas de los demás y todos esos anónimos que seguro que nos visitáis pero que todavía no os animáis a presentaros ...

EL GUISANTE VERDE PROJECT, ya lo dije hace unos días, es quien me volvió a tentar para leer de nuevo de 84, CHARING CROSS ROAD: gracias, guisantes. Copio aquí un comentario suyo (lo hicieron hace unos días en selecciónARTE, hablando de UNA LECTORA NADA COMÚN), que completa todo lo dicho con nuevos matices: Creo que 84 de Charing Cross es un libro más emotivo, que tiene a su favor ser una historia real, ocurrió en una época que gran parte de la población europea recordaba y en la que se vio inmersa, convirtiéndose así en un símbolo de la lucha contra la desazón de la guerra. Por eso pasará a la historia. ION también es de una opinión parecida: Mucho mejor 84, Charing. En mi opinión Bennettt es inferior.

viernes, 9 de octubre de 2009

La GRAN VÍA de MADRID


El domingo pasado tenía pensado ir al MATADERO, que todavía no conozco. Pero me invitaron a una visita guiada por la GRAN VÍA, y me tentó la idea. Enorme acierto: lo pasamos estupendamente –a pesar de las bicicletas, porque era el Día de la Bicicleta- y refrescamos cosas más o menos sabidas pero que suenan a nuevas cuando las explica un experto que disfruta contándolas.

Para empezar nos recordaron algunas ideas generales: que a finales del siglo XIX surge la necesidad de comunicar los dos grandes ensanches de Madrid (Argüelles y Salamanca) y las estaciones de Atocha y Príncipe Pío mediante una vía importante, que a la vez sirviera para descongestionar el centro de la ciudad (la Puerta del Sol); que al hacerlo hubo que demoler mucho caserío apelmazado y algún que otro edificio de interés; y que al estudiar el trazado se aprovecharon algunas calles existentes, pero también se abrieron partes nuevas, con las consiguientes dificultades generadas por las expropiaciones: algunos intentos previos que no llegaron a buen puerto, más coste del previsto y prolongación de los plazos. Nuestro guía acabó su introducción comentando que, además, había cierto afán de imitar a las grandes capitales europeas, que por entonces ya han construido importantes calles comerciales.

Comenzamos propiamente la visita recordando que el 4 de abril de 1910 el rey Alfonso XIII, con una piqueta de plata, golpeó la antigua Casa del Cura de la Iglesia de San José y dio por inauguradas las obras. La familia real asistía -desde un estrado, entendí yo- preparado en la CASA DEL ATAÚD, que ocupaba el solar del actual EDIFICIO METRÓPOLIS. El nombre le venía de lo estrecho que era el edificio ...

A medida que subíamos por la calle nos contaban cómo entre 1910 y 1915 se realiza el primer tramo de la GRAN VÍA, desde la Calle de Alcalá hasta la Red de San Luis (la llamada Avenida B en el proyecto, de 25 metros de ancho y con edificios de 25 metros de altura) que recibió el nombre de Calle del Conde de Peñalver, y que se llenó de edificios eclécticos, “neos” y regionalistas. Al pasar a la altura de la IGLESIA DEL CABALLERO DE GRACIA recordamos los problemas que surgieron con el ábside, que durante tanto tiempo todos hemos visto tapado con andamios y lonas. Por cierto, es un edificio estupendo de JUAN DE VILLANUEVA que vale la pena visitar.

Después recordamos que entre 1917 y 1922 se realiza la segunda fase de la GRAN VÍA, desde la Red de San Luis hasta Callao. En proyecto esta parte se llamaba El Bulevar, porque iba a tener uno en el centro de la avenida, e iba a ser más ancha y más alta que el tramo anterior: 35 metros en lugar de 25. Recibió el nombre de Avenida de Pí y Margall y se llenó de edificios mucho mas serenos y –en mi opinión- más interesantes, en la línea de la escuela de Chicago (lógicamente nada es químicamente puro, y siguen construyéndose edificios eclécticos y “neos”).

Llegamos a Callao, vimos los cines AVENIDA (ahora una megatienda de H&M) y CALLAO, el PALACIO DE LA MÚSICA y el PALACIO DE LA PRENSA, vimos el magnífico EDIFICIO CARRIÓN ... y paramos, porque se nos echó encima el medio día y algunos ya iban más que cansados de sabiduría y paseo: nos faltó la tercera parte, la Avenida A del proyecto original, entre Callao y la Plaza de España, que en tiempos fue la Calle de Eduardo Dato.

Para acabar visitamos –o mejor, echamos un vistazo- la IGLESIA DE LA BUENA DICHA, que yo no conocía porque desde hace tiempo estaba en obras: un sitio singular al que hay que volver.
He leído que durante 2010, con motivo del Centenario del inicio de las obras de la GRAN VÍA, el Ayuntamiento de Madrid piensa organizar una serie de eventos. Voy a ver si selecciónARTE es capaz de sumarse a la celebración, y a lo largo de los próximos meses comento algunos de los edificios emblemáticos de la calle.

martes, 6 de octubre de 2009

UNA LECTORA NADA COMÚN, de ALAN BENNETT


Con motivo de una sugerente entrada de EL GUISANTE VERDE PROJECT sobre 84 CHARING CROSS ROAD, he leído UNA LECTORA NADA COMÚN, y me ha parecido un descubriemiento interesante. Es verdad que ya tenía refernecias –buenas- del libro, y estaba en mi lista de pendientes, pero he necesitado ese empujón para ponerme manos a la obra ...

ALAN BENNETT nos cuenta cómo la reina de Inglaterra (no una reina teórica: la mismísima Isabel II, que además sale bastante bien parada del asunto) empeiza a leer por pura casualidad y resulta fascinada por la lectura hasta el punto de reorientar su vida. Con un argumento así de sencillo, UNA LECTORA NADA COMÚN es un pequeño pozo de ideas –sencillas y conocidas, pero no por eso menos interesantes- sobre el placer de la lectura y de las consecuencias que puede tener ser seducido por ella. Además, es una novela ingeniosa, divertida e irónica, que se lee muy bien.

En un primer momento, al recorrer las primeras páginas del libro, me pareción un auténtico hayazgo; después, a medida que seguía leyendo, la novela se puso más en su sitio: no creo que pase a la historia como una de las grandes novelas sobre libros (84 CHARING CROSS ROAD, que estoy acabando y comentaré cualquier día en selecccióARTE, sí que lo ha hecho), pero desde luego es un libro que vale la pena. Animo a todo el que le guste leer a que se lance: es muy breve e, insisto, jugoso en ideas; ideas sabidas pero de esas que a uno le gusta ver escritas. Me ha parecido –lo acabo de sugerir- que tiene dos partes distintas, y la segunda está menos conseguida que la primera, pero eso no le quita encanto.

He copiado varias frases de UNA LECTORA NADA COMÚN que ilustran algunas de esas ideas de siempre: aquí las dejo por si alguno se anima. Es verdad que fuera de contexto resultan menos expresivas, y que resultan un poco largas: la entrada extensísima y no es obligatorio seguir ...

Leer vs hacer algo, esa sensación de muchos de que leer no es hacer algo útil: “Nunca le había interesado mucho la lectura. Leía, por supuesto, como todo el mundo, pero el gusto por los libros era algo que dejaba a los demás. Era un hobby, y la naturaleza de su trabajo entrañaba no tener hobbies. El jogging, cultivar rosas, el ajedrez o escalar, el aeromodelismo y decorar tartas. No. Las aficiones suponían preferencias y había que evitar las preferencias: excluían a gente. No tenía preferencias. Su trabajo consistía en mostrar interés, pero no en interesarse. Y además leer no era hacer algo. Ella hacía cosas.”

La necesidad de saber elegir libros, de dejarse aconsejar, de leer cada libro en el momento oportuno: “A la caza del amor resultó ser una elección afortunada y, a su manera, memorable. Si Su Majestad hubiera escogido otro tostón, una de las primeras obras de George Eliot, pongamos, o una de las últimas de Henry James, lectora novata como era, habría podido abandonar la lectura para siempre y no habría aquí historia que contar. Habría pensado que los libros dan trabajo.”

Libros que llevan a otros libros: “Lo que asimismo estaba descubriendo era que un libro llevaba a otro, nuevas puertas se abrían dondequiera que mirase y los días no eran lo bastante largos para leer todo lo que ella quería.”

La lectura como placer contagioso, que hay que dar a conocer: “Tras haber descubierto los placeres de leer, a Su Majestad le encantaba transmitírselos a los demás”

Empeñarse en leer, encontrar el tiempo para la lectura, aprovechar ratos: “—¿Leer, señora? —¿Libros? —Cuando tengo ocasión, señora. Casi nunca encuentro tiempo. —Es lo que dice mucha gente. Hay que encontrarlo. Por ejemplo, esta mañana. Va a estar esperándome sentado delante del ayuntamiento. Podría leer entonces.”

La idea equivocada de que la lectura es un asunto rancio, de gente aburrida o sin otras posibilidades: “La lectura, sin embargo, le incomodaba. —Creo, señora, que aunque no exactamente elitista, transmite una mala onda. Tiende a excluir. —¿Excluir? Pero si casi todo el mundo sabe leer… —Sabe leer, señora, pero no estoy seguro de que lo hagan. —Entonces, Sir Kevin, les estoy dando un buen ejemplo.” “—Leer es retraerse. No estar disponible. Sería más fácil de asimilar —dijo Sir Kevin— si fuera una actividad menos… egoísta. —¿Egoísta? —Quizá debería decir solipsista. —Quizá.”

El enriquecimiento que supone la lectura, su utilidad: “...había leído tan poco de lo que habían escrito que no se le ocurría nada que decir, y ellos, por supuesto, no le habían dicho nada interesante. Qué desperdicio. Cometió el error de mencionarle esto a Sir Kevin. —Pero a Su Majestad, sin duda, debieron de aleccionarla. —Desde luego —dijo la reina—, pero aleccionar no es leer. De hecho es la antítesis de la lectura. Aleccionar es sucinto, concreto y pertinente. Leer es desordenado, disperso y siempre incitante. El aleccionamiento cierra un tema, la lectura lo abre.” “—¿Pasatiempo? —dijo la reina—. Los libros no hablan de pasar el tiempo. Hablan de otras vidas. Otros mundos. En vez de querer que el tiempo pase, Sir Kevin, ojalá dispusiéramos de más. Si quisiéramos un pasatiempo, podríamos irnos a Nueva Zelanda.” “—Sí. Es exactamente eso. Un libro es un artefacto para encender la imaginación.”

El método de lectura, cómo hay que leer: “al principio leía con temor y cierta desazón. La propia infinitud del número de libros era un desafío y no sabía por dónde continuar; no leía con método, sino que un libro conducía a otro y a menudo leía dos o tres al mismo tiempo. La fase siguiente fue cuando empezó a tomar notas, y a partir de entonces leía siempre con un lápiz a mano, no para resumir el texto sino simplemente para transcribir pasajes que le gustaban. Sólo al cabo de un año, más o menos, de leer y tomar notas se aventuró a apuntar algunos pensamientos propios. «Considero la literatura», escribió, «un vasto país que estoy recorriendo, pero a cuyos confines más lejanos no llegaré nunca. Y he empezado muy tarde. Nunca me pondré al día.» Más adelante (una idea sin relación con la anterior): «El protocolo puede ser malo, pero es peor una situación embarazosa.»”

Libertad para leer, no al imperio de los culturetas, de las modas, de los intelectualoides; cada uno lee lo que quiere, lo que le gusta (me vino a la cabeza la biografía de Britney Spears que alguna ha leído hace poco): “pudiera pasar tan fácilmente de la autobiografía de una protagonista del mundo del espectáculo a los últimos días de una poeta suicida podía denotar incongruencia y a la vez falta de percepción. Pero lo cierto es que al principio para ella todos los libros eran iguales y, como con sus asuntos, se sentía en la obligación de acercarse a ellos sin prejuicios. Los libros instructivos no existían, eran países inexplorados y, por lo menos al principio, no hacía distinciones. Con el tiempo empezó a discriminar, pero aparte de los ocasionales consejos de Norman nadie le decía qué debía leer y qué no. Lauren Bacall, Winifred Holtby, Sylvia Plath…, ¿quiénes eran ésos? Sólo leyendo lo averiguaría.”

Leyendo se aprende a leer, a juzgar, a tener criterio sobre literatura, a hacer crítica: “Era el afán de recuperar el tiempo perdido lo que la impulsaba a leer tan deprisa y, de paso, a hacer cada vez con más frecuencia (y más aplomo) comentarios de su cosecha, aplicando a lo que, en efecto, era crítica literaria el mismo talante franco con que afrontaba otras facetas de su vida. No era una lectora benévola, y muchas veces deseaba haber tenido delante a los autores para cantarles las cuarenta. «¿Soy la única», escribió, «que querría echar un rapapolvo a Henry James?»”

La lectura nos hace más humanos, mejores: “En el momento no se le ocurrió pensar que aquel arranque de consideración tuviese algo que ver con los libros y hasta con el perpetuamente irritante Henry James. Pero más adelante sí lo pensaría, y en una de sus últimas notas escribió: «Creo que quizá me estoy convirtiendo en un ser humano. No estoy segura de que sea una evolución bien recibida.» Y a continuación se le ocurrió poner la fecha.”

Podría añadir algun cita más, y quizá las haya mejores, pero paro aquí. Hace pocos meses vi en una de esas entrevistas de contarportada del suplemento donimical de algún periodico, cómo le preguntaban a un conocido futbolista qué libro de los que había leído le había gustado más. La pregunta parecía hecha con mala baba, y el pobre, cogido en falta, contestó diciendo: “Yo soy más de revistas”. Mientras leía UNA LECTORA NADA COMÚN me ha venido a la cabeza varias veces esa contestación –toda una actitud, pero reconozcamos que a ese individuo no le pagan por leer sino por meter goles- pensando en lo que se pierden los que no leen ...

sábado, 3 de octubre de 2009

EDIFICIO DE VIVIENDAS EN LA CALLE CANARIAS de MADRID, de MARÍA JOSÉ PIZARRO y OSCAR RUEDA, ARQUITECTOS

Me dicen que google te trae hasta aquí al intentar llegar a la entrada de JAVIER CARVAJAL FERRER. Si eso es lo que te interesa pincha en este enlace ... Si buscas a RUEDA-PIZARRO, sigue leyendo tranquilamente.


En un comentario a la entrada sobre el EDIFICIO CELOSÍA de MVRDV, ALFARAZ me dio la pista de un edificio que –en un primer momento- supusimos de JAVIER CARVAJAL, aunque realmente es de MARÍA JOSÉ PIZARRO y OSCAR RUEDA (parece que CARVAJAL proyectó otro en esa misma calle, muy próximo al que comentamos hoy, del que no he conseguido más información que algunas pistas poco consistentes en munimadrid.org). Aunque mentalmente no lo localizaba, fui a verlo y descubrí que sí lo conocía, que lo había visto muchas veces (al ir a la estación de Atocha, al aparcar en esa zona para visitar el REINA SOFÍA ...), y me había llamado la atención, pero nunca había investigado su autoría.

Se trata de otra promoción de la EMV, un edificio residencial (59 viviendas) compuesto por tres piezas distintas: la primera es un cuerpo de tres alturas en forma de “L” –incluso se puede decir que son dos piezas distintas que se maclan para formar una “L”- que se ajusta a dos de los tres los bordes de la parcela triangular. Está elevado sobre un basamento que separa las viviendas de planta baja de la calle. Sobre esa “L” se colocan, sutil pero claramente diferenciados, dos cuerpos también de tres alturas: uno ocupa todo el frente hacia la calle Canarias (orientación sur); el segundo, más pequeño, se sitúa en el remate superior del otro brazo de la “L”, que es la parte más alta de la parcela y más próxima a la calle Méndez Álvaro.

Las fachadas se resuelven con paneles de hormigón, y las ventanas -desordenadas en el plano de fachada- son muy verticales y estrechas (aunque a veces se unen dos reduciendo el efecto de verticalidad). También aparecen en fachada unos paños largos de U-glass trasdosados en rojo, que supongo corresponderán a los núcleos de comunicación vertical. En la parte trasera, que se abre al jardín, parecen adivinarse corredores abiertos al exterior que dan paso a las viviendas. El acceso al conjunto se realiza por un gran hueco de triple altura. No pude ver el interior. He intentado localizar información técnica sobre esta obra (algún plano, sobre todo), pero no hay manera.

Como apuntaba ALFARAZ, la imagen de este edificio se puede relacionar con facilidad con el EDIFICIO CELOSÍA de MVRDV: piezas distintas superpuestas, hormigón visto, huecos verticales ... Conceptualmente, en cambio, pienso que no tienen mucho que ver: MARÍA JOSÉ PIZARRO y OSCAR RUEDA no investiga por el mismo camino que lo hacen los holandeses. En cualquier caso, otro edificio interesante.